miércoles, 28 de octubre de 2015

Sin información no hay formación de opinión

Sin información no hay formación de opinión
En octubre del año 2010, a poco más de cinco meses para las elecciones presidenciales de abril del 2011, los ciudadanos peruanos tenían el privilegio de poder formar opinión de manera directa, sin opinólogos de por medio. A los programas políticos de la señal abierta (léase Frecuencia Latina, Panamericana TV y ATV –América daba, como hoy. prioridad a su noticiero-) asistían los políticos o los protagonistas de las noticias de turno. Desde primeras horas de la mañana uno podía ver entrevistas o debates, dirigidas o a cargo de Beto Ortiz, Aldo Mariátegui, Claudia Cisneros, Jessica Tapia, Jaime Chincha, Augusto Álvarez Rodrich o Pamela Vértiz. Y si se trataba de la noche, pues también había programas nocturnos en señal abierta entre los que destacaban los de César Hildebrandt y Rosa María Palacios. Piense en ello un momento. Los ciudadanos del Perú teníamos un menú para elegir y, de esa manera, uno podía formarse una opinión de cara a un evento tan importante y trascendente como el proceso electoral del Perú o, de repente, en función de algún acontecimiento que gravitara en nuestra vida cotidiana. La fiscalización y la rendición de cuentas se fortalecían y los medios de comunicación ayudaban a ello.
En estos días no tenemos nada de ello. A cinco meses de las elecciones, con la honrosa excepción de Panamericana TV en las mañanas y Canal 11 RBC en las noches, no hay programas de lunes a viernes en la señal abierta. La inmensa mayoría del país no tiene acceso a información ni puede formarse opinión a tan poco tiempo del próximo proceso electoral. Eso no sucede en otro país de América Latina. Sin información la ciudadanía puede caer en graves errores y ello es responsabilidad de los medios de comunicación masiva del país.
Es cierto que hay programas políticos en la señal cerrada y los fines de semana en la señal abierta pero ello no es suficiente. La diferencia entre un programa de cable y uno de la televisión en señal abierta equivale a la explosión de una granada con la de una bomba atómica. No hay punto de comparación.
Espero se corrija esta anomalía. Los ciudadanos del Perú merecen formar opinión de acuerdo a sus propias conclusiones y puntos de vista. Y para ello son importantes los programas de debate e información política en cualquier parte del mundo.

Juan Sheput

Columna publicada el 28.10.2015 en Exitosa Noticias

lunes, 5 de octubre de 2015

La Fábrica de Fujimoristas

La fábrica de fujimoristas
Debe ser dramático para la izquierda peruana pretender competir, desde su 1% en la intención de voto,  con el 35% sólido del fujimorismo. Y a tal punto es dramático que sólo atinan a insultar, descalificar o revivir fantasmas del pasado cuando de atacar al fujimorismo se trata. Algunos analistas dicen que dicha indignación es un signo de desesperación ante la jugada táctica de Keiko Fujimori de abrazar algunos postulados del progresismo. Otros, de manera más cruda, indican que la izquierda necesita del antifujimorismo para poder sobrevivir. De una forma o la otra la izquierda no entiende que la mejor forma de confrontar es desde el terreno de la propuesta inteligente, que se contrapone, que se muestra como alternativa. O no saben plantearlas o no tienen realmente cuadros políticos que le permitan construir una opción activa, desafiante e inteligente.
Desde hace 15 años defiendo la hipótesis que en el Perú no ha habido una transición democrática. Me enorgullece, en ese sentido, compartir el mismo pensamiento de Don Valentín Paniagua, quien, como recordará también una persona muy cercana a él, mi querido amigo Alberto Velarde exsecretario general de Acción Popular, pensaba no sólo lo mismo sino que era un exceso llamar como gobierno de transición a lo que había sido simplemente una transferencia democrática. El Perú requiere de una efectiva transición, que acabe de una vez por todas con ese anclaje en el pasado que nos impide construir un país que mire hacia adelante.
El discurso en la Universidad de Harvard me generó una confusión inicial. Pensé que con ello Keiko Fujimori iba a perder su núcleo duro. Pero no ha sido así. Más bien ha abierto las puertas para el ingreso de adherentes hasta ahora ajenos con lo cual podría ampliar su base de votantes. Los amigos de la izquierda no entienden que eso es hacer política. Y que a la política no se le cuestiona con reminiscencias del pasado sino poniendo un partido político al frente, con propuestas y sobre todo con cuadros sólidos, no con improvisados que creen que se hace política con vino, aceitunas y queso o desde un café servido en un vaso de tecnopor  en algún lugar con acceso a internet.
Con su actitud penosamente poco política la izquierda peruana se ha convertido en una fábrica de fujimoristas. Una porción mayoritaria del país ya no mira hacia atrás, a un gobierno que puede haber cometido errores pero que tiene a su máximo líder en la cárcel. Esta porción del país diferencia lo sucedido hace quince años con la propuesta que hoy encarna Keiko Fujimori y le da el beneficio de la duda, de allí su 35%. No se debe escatimar el reconocer que  Keiko está actuando  con madurez y oficio político. Que el resto no sepa plantear un giro o una propuesta alterna no es culpa del fujimorismo.
Si quieren ingresar al terreno del debate hay que hacerlo con ideas alternativas o giros novedosos. Demostrando la debilidad de una propuesta o lo poco aplicable que es una idea. O simplemente desnudando la demagogia de algún proyecto. Con el carácter y temple necesario. Eso es política. Lo otro, la indignación insultativa por Facebook es infantil. Siguen haciendo lo mismo, no esperen por tanto diferentes resultados. Y eso es lamentable pues sigo creyendo también que nuestro país requiere, de manera urgente,  de una izquierda de nivel.


Juan Sheput

Artículo Publicado en la revista Velaverde (verlo aquí)

miércoles, 30 de septiembre de 2015

La prepotencia de la inversión china

La prepotencia de la inversión china
Desde el año 2004, Las Bambas era un proyecto emblemático por las buenas formas y el trato existente entre la comunidad y la empresa Glencore Xtrata. Tanto así que cuando surgía algún conflicto minero se le ponía como ejemplo, tanto al emprendimiento de Apurímac como al del Cusco. Pero todo tiene su final y este llegó cuando, en el año 2014, Glencore Xtrata decidió vender Las Bambas a un consorcio chino por US$5.850 millones en efectivo. Este consorcio está conformado por MMG, una empresa filial de China Minmetals, el grupo de infraestructura Guoxin Investments y la empresa de inversiones Citic. Allí se originaron los conflictos cuando este grupo, de manera arbitraria, ha decidido desconocer los acuerdos del Estudio de Impacto Ambiental, tratando de construir en la cabecera de la cuenca del río Challhuahuacho y la no construcción de un mineroducto con lo cual el transporte del mineral será superficial afectando con contaminar toda la zona.
¿Tiene razón la comunidad cotabambina en indignarse? Pues sí, toda la razón. No es la primera vez que la inversión china hace lo que se le da la gana en nuestro país. Para ellos es suficiente con invitar un viajecito turístico a políticos peruanos para que se olviden de fiscalizar. Si fuéramos un país en todo orden, las autoridades se pondrían del lado de la comunidad y harían respetar los acuerdos, pero no es así. Los chinos, una vez más, pretenden hacer lo que se les da la gana.
Igual es en otros lugares en donde está el dinero chino. De la peligrosidad de ese tipo de inversión escriben Economist  y la BBC entre otros. Así que no debe sorprender el nivel de prepotencia. Antes de criticar a la comunidad cotabambina, el premier Cateriano y los empresarios mineros peruanos deberían llamar la atención de esta empresa china. La seguridad jurídica empieza por nuestros compatriotas.

Artículo publicado hoy en diario Exitosa


miércoles, 23 de septiembre de 2015

Corrupción, gran ausente


Corrupción, gran ausente
Desde el año 2001 hasta la última elección, el tema principal de campaña de los candidatos presidenciales era el de la lucha contra la corrupción. Alejandro Toledo lo tuvo como mantra en cada encuentro que realizaba con la población; luego Ollanta Humala lo hizo propio en las campañas del 2006 y del 2011, y eran en cierta medida, un acierto pues permitía una sintonía con las exigencias de la Nación. Con menor énfasis, otros candidatos hacían lo propio. Allí tenemos el recuerdo del finado presidente Valentín Paniagua o del mismo Pedro Pablo Kuzcynski y el mismo Alejandro Toledo en la campaña del 2011. En estos días el discurso anticorrupción es prohibido en el lenguaje de los candidatos presidenciales. Sea por amiguismo con el gobierno, por los escándalos en que están inmersos ellos mismos o por investigaciones en curso, este tema no es tratado con profundidad ni mucho menos es un eje de campaña.
Eso es dramático. En un contexto en que el presidente Humala y su esposa, inquilinos precarios de Palacio de Gobierno, están ahogados en indicios de gran corrupción, no existe agrupación política que cuestione con seriedad este tema y prometa una fumigación del Ministerio Público y del Poder Judicial, así como una investigación a fondo. Los candidatos prefieren hablar del Fenómeno El Niño, o de la seguridad o de la economía, que siendo importantes son afectados por la marcha corrupta de la gestión del país. Las famosas cuerdas separadas, esas que separaban economía de política, hoy se intersectan, generando problemas de gestión y, peor aún, de deterioro de la institucionalidad. El daño que está haciendo el presidente Humala, no tiene precedente en este siglo y es de los peores de toda nuestra historia.
Por eso mismo es penoso que uno de los síntomas del deterioro moral que padecemos sea que ni uno de los candidatos tenga como eje la lucha contra la corrupción. Ni siquiera la izquierda, a quien las empresas constructoras brasileñas y las menciones a sus mecenas en las libretas de Nadine Heredia, también la ha convertido en vulnerable, tanto así que prefieren el silencio.


Juan Sheput

Este artículo se publicó hoy en el diario Exitosa Noticias

lunes, 21 de septiembre de 2015

La política no juega a los dados

Tomo prestada de Albert Einstein una de sus legendarias frases para cambiar un par de sus palabras y hablar de la importancia de entender que nuestros hechos de hoy son portadores de futuro. Albert Einstein hablaba de la importancia de las acciones en el Universo y decía que, en relación a este, Dios no jugaba a los dados. Casi un siglo después Stephen Hawking, le agregaba un signo de interrogación ¿Dios juega a los dados? Indicando que cada instante del Universo es consecuencia de todo lo que pasó y, a su vez, origen de lo que pasará. En Prospectiva se utiliza mucho este razonamiento, sobre la base de lo que significa la gerencia del futuro. Es por ello que se puede señalar que, en función de los hechos actuales, se puede construir un escenario prospectivo sobre qué es lo que nos espera en la Política.
Si el Congreso hubiera procedido a cambiar las reglas de juego, a través de modificaciones en la Ley de Partidos Políticos, la democracia interna, el voto preferencial, el financiamiento público, las fechas de elección de autoridades, la duración del periodo presidencial y parlamentario y otros cambios importantes, podríamos estar ahora discutiendo sobre los efectos que esta reforma política podría tener en el próximo proceso electoral. Pero no, no ha habido mayores cambios, y si los ha habido es para peor. Se anticipó esta situación, que no es exclusiva responsabilidad de los congresistas, sino también de los partidos políticos, los organismos electorales, las argollas académicas  y –cómo no- los organismos de la sociedad civil. Lo que hoy se ha venido a llamar como la contrarreforma que, según los politólogos entusiastas de hacerla a cómo dé lugar, ha devenido en una involución de la estructura encontrada, no trae nada alentador.
Los hechos de hoy son los elementos que inciden en nuestro futuro. Y los hechos actuales han traído un conjunto disperso y criticable de cambios de reglas políticas en el parlamento. No esperemos por tanto un Congreso de mejor calidad ni un gobierno que haga de sus promesas de campaña fuente de políticas públicas. Tampoco bancadas parlamentarias que planteen agendas únicas sino tantas como miembros tienen. Obviamente, como están las cosas, en el futuro Congreso no faltarán los representantes activos de poderes fácticos y delincuenciales. Nada sustancial ha cambiado, por tanto el futuro político del país tiene en el  escenario pesimista al que mayores posibilidades de concretarse posee.

Ni Dios ni El Universo juegan a los dados. La política tampoco. Por eso no nos escandalicemos cuando luego del 28 de Julio del próximo año volvamos a repetir las frases “este es el peor Congreso de todos los tiempos” o “la política cada vez es más mediocre”. Si no lo cree piense en que una de las medidas que se ha aprobado es elevar el porcentaje de invitados de 20 a 25%. Bienvenidos los advenedizos que llegan con su “pan bajo el brazo” a los partidos y desplazan a los militantes de toda la vida. Lo más gracioso de todo es que luego estos oportunistas sin biografía ni trayectoria  hasta se convierten en precandidatos presidenciales…y gozan del apoyo de cierta prensa.


Juan Sheput

Artículo publicado en la revista Velaverde

lunes, 24 de agosto de 2015

Del deterioro moral del país

Del deterioro moral del país
Si de hurgar en nuestra historia se trata pues veremos que nuestro país es pródigo en elecciones. Desde primero los invasores (los españoles) que Huáscar, en épocas de Atahualpa hasta el famosísimo “primero los chilenos que Piérola”, siempre hemos optado por lo que consideramos el mal menor. Es así que en estos días cierto sector de nuestra sociedad, el llamado “progresista” prefiere tolerar los graves indicios de corrupción de la señora Nadine Heredia que promover su investigación y  juzgamiento, si correspondiera, pues de abundar en ello se podrían beneficiar los fujimoristas o apristas. Es decir se tolera el engaño, el probable enriquecimiento ilícito, el incumplimiento de promesas, las tarjetas de crédito amicales, las licitaciones a dedo, la destrucción del medio ambiente y los depósitos por millones de soles pues si se investiga eso de repente la corrupción de otros gobiernos, el aprista, el perúposibilista o el fujimorista, quedarían en un tercer o segundo lugar pues el nacionalismo (o humalismo si prefieren) se llevarían todas las glorias de ser, de lejos, el gobierno más corrupto del Perú en el siglo XXI.
Esta situación, de indignación moral selectiva, demuestra el colapso ético de nuestro país. Se defiende a Nadine Heredia por hechos que habrían representado una condena para otros gobernantes. Haber sido cercano a ellos o ser de la llamada “izquierda progresista” los  convierte en cómplices de la esposa del presidente pues de censurarla abiertamente o señalar con claridad sus indicios de corrupción podría significar el crecimiento político de los adversarios históricos: el aprismo o el fujimorismo. Es decir el comportamiento es de doble medida moral, o si prefiere, de auténtica hipocresía ética.
Lo que requiere esta izquierda que pretende ingresar a las grandes ligas de la política no es tanto un cambio generacional sino un cambio ético. El más grande referente de las izquierdas y el que la hizo crecer ante los ojos del mundo no fue un jovencito inexperto, lanzado a la arena política luego de un cónclave en una pizzería o un bar, sino un hombre recorrido y fogueado, como es el un hombre de 80 años, el expresidente de Uruguay José Mujica. Eso no es lo que quieren entender acá, en donde los “nuevos valores” justifican, defienden o se hacen de la vista gorda sobre el  enriquecimiento del estilo de vida de Ollanta Humala y su familia.
El país se muestra indignado y confundido y no encuentra en su clase política al referente que lo saque de ese estado. Tres expresidentes y un mandatario en ejercicio son protagonistas de episodios judiciales y cuestionamientos por corrupción. Lo más grave es que a las máximas autoridades de turno, sea por amistad o por remuneración, no se les cuestiona, pues puede significar el retorno del enemigo. Ese es el Perú de hoy, incapaz de cuestionar su incapacidad para procesar el deterioro moral que padece. Un país que tolera, por ejemplo, que un abogado de personajes sospechosos de narcotráfico o corruptelas de alto vuelo sea el abogado y consejero del presidente de la República y su esposa es un país que está en franca descomposición.
Y Mario Vargas Llosa, ni hablar mucho de él. Tener unos cuantos amigos en el gabinete es suficiente para justificar su mudez y falta de condena. De él se encargará la historia, al colocarlo en el lugar que merece su posición de silencio actual.

Juan Sheput

Artículo publicado en revista Velaverde el 24 de agosto del 2015

                                            

La reforma política que el país necesita

La reforma política que el país necesita
Inspira esta columna un estupendo artículo de Carlos Meléndez publicado por El Comercio el último sábado. En ella Carlos pone en relieve el hecho que la tantas veces mencionada reforma política carece de consensos y requiere, en lugar de apuros, de un debate amplio y profundo. Nada más cierto. Durante los últimos años las leyes que se han etiquetado como portadoras de reformas han sido destruidas por su fracaso rotundo ante el imperio de la realidad. Y eso ha sucedido como consecuencia del debate apresurado, impulsado por una necesidad de justificación o de éxitos luego de deambular en una serie de fracasos. A veces pienso que los “escuderos de la reforma” (como acertadamente los llama el destacado politólogo) se sienten motivados simplemente por una necesidad de mostrar que han cumplido, no importa si esto es a costa del país o no.
A pocos meses del día de las elecciones es muy difícil que se pueda impulsar algún tipo de reforma electoral con seriedad. Lo que habrá serán proyectos aislados que, al no hacerse en conjunto, pueden contribuir aún más al deterioro de la política. La reforma debe ser integral e incorporar en ella elementos que atañan a la Constitución, la Ley de Partidos Políticos, la Ley General de Elecciones y otras que permitan un nuevo diseño con criterio holístico. Leyes parciales, sin un criterio integrador, incorporarán más energía al caos, con lo cual los problemas y la decepción vendrán a continuación.
La sugerencia de Carlos Meléndez de empezar por una agenda mínima en la cual tengan un rol protagónico los organismos electorales es lo más pertinente. Lo otro no sólo será insuficiente sino que nos puede llevar a deteriorar aún más la calidad de la política. Se requiere de un debate profundo y alturado, sin argollas académicas o políticas, acudiendo a especialistas y buscando como consecuencia de la discusión atinada una fórmula que mejore la estructura política de nuestro país.
En los últimos días estamos viendo críticas a las incorporaciones (“jales”) de algunos personajes que se adhieren a determinados candidatos. Todos ellos llegan a su adhesión con agendas propias y las tratan de imponer. El tiempo dirá si tendrán éxito en su imposición. Pero esa actitud (la del “jale” y la de la agenda propia) son consecuencia de no haber modificado a tiempo el asunto de la lista única por partido eliminando el voto preferencial. Si se hubiera hecho a tiempo, junto a otras propuestas, los principales candidatos no tendrían que estar en esta situación de incorporar a personajes incómodos que, por su popularidad y nulo prestigio, desplazarán a los cuadros de sus partidos que los vienen apoyando desde hace mucho. Me pregunto ¿este Congreso, hijo del voto preferencial, cambiará esa opción? De ninguna manera. Por ello el debate de la reforma debe ir con otro ritmo, exigirlo en las propuestas de los candidatos y hacer que ellos sean protagonistas de este reto a fin de ponerlo en marcha al inicio del mandato del ganador, con los consensos del caso que nacerán como consecuencia del debate público.


Juan Sheput

Publicado en revista Velaverde el 17 de agosto del 2015

Lava Jato o Lava Cara

¿Lava Jato o Lava Cara?
Lava Jato ha dejado de ser una frase de connotación agradable, un juego simple de palabras para convertirse en una referencia de lo que puede hacer el Poder Judicial y el Ministerio Público en un país como Brasil,  de dimensiones muy diferentes y descomunales en relación a nuestras pequeñas organizaciones. Brasil no sólo es una de las 10 economías más grandes del mundo sino tiene un sistema político muy poderoso lo que no lo exime de ser, cada cierto tiempo, sacudido por escandalosos casos de corrupción. Sin embargo hoy como ayer, con sucedió con el presidente Collor de Melo, el sistema ha demostrado que funciona pues es capaz de derribar un gobierno y meter en la cárcel a quiénes así lo merecen.
Seis mil millones de dólares en coimas han pagado un grupo de empresas brasileñas en diversos países de América Latina. Para pagar esa cantidad de dinero es fácil  imaginar cuánto deben haber ganado, de manera indebida, en obras de infraestructura. Entre los países con funcionarios  “aceitados”  está el Perú y todo parece indicar que una parte sustancial del monto mencionado terminó en las facturaciones de estudios de abogados, periodistas, funcionarios públicos y políticos de nuestro país. Por eso es que el caso Lava Jato debe mirarse con los mismos efectos de un tsunami. La ola ya nació, es cuestión de tiempo que llegue a nuestras costas. Y es por ello que hay temor en muchos vinculados a las gestiones presidenciales del 2001 a la fecha y también a gobiernos regionales y a la Municipalidad de Lima desde la gestión de Susana Villarán. El temor nace del hecho que es una situación que no pueden manejar. Si el destape no viniera de Brasil la tendrían más fácil. En el Perú los corruptos dejan de serlo con un buen equipo de relacionistas públicos que los sacan de los titulares o noticias de los medios de comunicación. En el Perú no hay operaciones Lava Jato sino Lava Cara que gracias a oportunas portadas, entrevistas o columnas de periodistas “amigos” ocultan el hecho delictivo. En el Perú a los corruptos se les premia con portadas en las revistas frívolas o en las notas de sociedad. A ello habría que agregarle la falta de escrúpulos y ética de algunos abogados y el silencio cómplice de un sector del empresariado. El sistema de corrupción marcha viento en popa en nuestro país. Pero cuando el viento del destape viene de otras latitudes poco pueden hacer los que hacen comentarios o emiten opiniones remuneradas. Es lo que está pasando en la actualidad con la ola que viene de Brasil.
Por eso es importante el papel que pueda jugar el Ministerio Público y el Poder Judicial. En Brasil hay un Fiscal como Athayde Ribeiro Costa o un Juez como Sergio Moro que son implacables en la búsqueda de justicia y están metiendo en la cárcel a empresarios y políticos. Todo en estricta justicia. En el Perú habrá que ver cómo se comportan los jueces en relación a los habeas corpus y asus investigaciones. De los procuradores no esperemos nada. Todos los procuradores de este gobierno han sido funcionales al poder oficialista.  En Brasil no es así, rechazan los habeas corpus y los jueces actúan con prontitud. Igual en el caso de los fiscales que, en nuestro caso, por una cuestión de dignidad nacional ya deberían haber constituido un equipo especializado que maneje todo el portafolio Brasil. Los próximos días servirán para determinar si hay, efectivamente, el propósito de luchar seriamente contra la corrupción.

Juan Sheput

Publicado en revista Velaverde 10 de agosto del 2015

lunes, 22 de junio de 2015

La gran encíclica ecológica del Papa Francisco

La gran encíclica ecológica del Papa Francisco
Atrapados por la coyuntura y abocados a nuestros pequeños y lamentables problemas, el país cada vez está asumiendo un comportamiento tribal, aislado de los grandes temas y eventos que suceden en el mundo.
Es así que salvo actos aislados y nada publicitados, pasaron sin pena ni gloria el centenario de las acciones armadas de la Gran Guerra (2014), el bicentenario de la batalla de Waterloo (mayo 2015), los ochocientos años de la Carta Magna (junio 2015) y discusiones importantes de carácter geopolítico como el nefasto papel de la inversión China y, muy recientemente, la encíclica papal sobre el cambio climático. Mientras en países vecinos la academia y los medios de comunicación dedican espacios a estos importantísimos temas en nuestro pequeño país estamos abocados a temas muy propios de lo que llamo nuestra involución intelectual,  social y cultural.
La encíclica “Laudato si” (“Alabado seas”), ha sido considerada por jefes de Estado, monarcas y científicos de renombre como el más importante documento que, sobre el cambio climático, se ha publicado en todos los tiempos. La expectativa de su lanzamiento el último 18 de junio fue tan grande que algunos medios italianos no aguantaron la tentación y tuvieron que filtrar partes del mismo, lo que originó una inmediata discusión. En dicha encíclica el Papa Francisco hace un llamado a detener el consumismo enfermizo, fustiga a las grandes empresas, llama a la política a que tenga más dignidad y se emancipe del poder económico y cuestiona los pocos esfuerzos e indiferencia con que encaramos los graves problemas que ya estamos padeciendo como consecuencia del desprecio por el medio ambiente.
El papa Francisco ha señalado que la Tierra se ha transformado en un gigantesco depósito de inmundicias. Tiene toda la razón. Esto no aparece en la encíclica pero lo traigo a colación. Por si no lo saben, existe un continente inmundo, compuesto de plásticos, botellas, bolsas y basura no degradable. Se le conoce como La Sopa de Plástico y es del tamaño de Australia y flota en el medio del Océano Pacífico causando una gran cantidad de daños al clima y a la supervivencia de las especies. Los lobistas industriales ocultan esta noticia para que no nos horroricemos de lo que acontece. El resultado es que, porque nos siguen ocultando el deterioro del mundo, seguimos contaminándolo alegremente pulverizando nuestro futuro y la calidad de vida de las futuras generaciones.
Volviendo al tema, científicos renombrados y hasta la magnífica revista Science han señalado que la encíclica del Papa puede ser la llave que cambie el rumbo del deterioro de la Tierra por el cambio climático. Es que una encíclica papal es un documento de carácter moral que se envía a los obispos para que estos a su vez lleven el mensaje a todos los feligreses. Desde este domingo, centenares de millones de católicos escucharán las advertencias sobre el cambio climático y reflexionarán sobre el mismo. Los católicos serán un músculo en la lucha contra el deterioro de nuestro planeta.
Gran encíclica, monumental. Si tenemos hijos y queremos tener nietos y bisnietos que gocen de la misma calidad de vida que hoy podemos tener, debemos alegrarnos por esta noticia que nos trae un químico que se hizo cura y ahora es papa: Francisco.

Juan Sheput

Mi columna publicada en la revista Velaverde

lunes, 15 de junio de 2015

800 años de la Carta Magna

Mi artículo publicado hoy en la revista Velaverde tiene que ver con los 800 años que hoy, 15 de junio, cumple la Carta Magna británica:

800 años de la Carta Magna
Entre Windsor y Londres, en medio de las aguas del Támesis, fue firmada hace 800 años la celebérrima Carta Magna. Fue vista como un documento de paz. La violencia desatada por Juan Sin Tierra entre los barones del reino tenía que tener un límite y este nació cuando los nobles dijeron basta y redactaron, con el apoyo del Obispo de Canterbury,  un documento que por primera vez ponía límites a quien no deseaba ningún tipo de topes para ejercer su poder, el Rey de Inglaterra.
Desde su nacimiento se convirtió en un mito. No sólo originó un periodo de turbulencias sino que encontró a un grupo dispuesto a defenderla. En un contexto como el medieval, en que había que ser especialmente valiente para enfrentar la furia de los reyes, el que la comunidad de barones del reino nombraran a veinticinco nobles para que ajusticiaran al Rey si es que se oponía a su cumplimiento, fue la base de las monarquías constitucionales y del parlamentarismo.
La Carta Magna fue el origen de preceptos que contribuyeron al crecimiento y fortalecimiento de la democracia en el mundo occidental. El primero, y más recordado, es que nadie está por encima de la Ley, ni siquiera el monarca. También el derecho a juicio. Sobre ambos se ha construido una arquitectura institucional que hace de Gran Bretaña una nación donde prima la confianza y se respetan los estatutos.
La Carta Magna fue el  documento que inspiró otras grandes manifestaciones de la civilización: La Declaración de Derechos en los Estados Unidos en 1791 y la Declaración de los derechos del Hombre y el Ciudadanos en 1948. A pesar de sus ocho siglos de vigencia ha sido apoyo y fuente de inspiración para gigantes como Thomas Jefferson, Mandela o Ghandi quienes apelaron a ella para sostener sus planteamientos de justicia o libertad.
Al recordar los 800 años de la Carta Magna no podemos dejar de lado una reflexión sobre nuestra pequeñez política. El Perú se debate entre gobernantes improvisados que buscan artimañas y leguleyadas para escapar del imperio de la Ley o de la rendición de cuentas. Padecemos de un tinglado político preocupado del interés personal o de la riqueza monetaria antes de la avidez por la historia y la trascendencia. Vemos día a día la debacle de nuestro sistema político y somos incapaces de reconocer que la actual Constitución no da para más y que es necesario reformularla.  Mientras en Gran Bretaña la academia, la política y las élites se sienten orgullosas de mantener vigente el espíritu de los barones que se enfrentaron al poder absoluto en 1215 en el Perú la academia compite con la política en medianías y lugares comunes y las élites simplemente no existen.
No todo está, sin embargo perdido. Recordemos las grandes instituciones del mundo occidental para buscar reaccionar y brindarle así al país las bases para un resurgimiento cívico y constitucional.

Juan Sheput

lunes, 1 de junio de 2015

El poder desgasta… a quien no lo tiene


Al oficialismo le encanta comparar los niveles de popularidad del presidente Humala con los de sus dos predecesores. Se jactan de encontrarse por encima de aquellos que no contaron con los gigantescos recursos económicos con los que cuenta el gobierno actual. Sin embargo en los últimos días guardan silencio. No dicen lo que ya se evidencia. Que, a diferencia de los dos presidentes anteriores, Alejandro Toledo y Alan García, que incrementaban su popularidad conforme se acercaban al fin de su mandato, el presidente Humala desciende mes a mes sus índices de aprobación. Mientras Toledo y García culminaron sus gobiernos con indicadores por encima del 50% todo parece indicar que Humala seguirá en caída libre. Es una clara señal que los ciudadanos sienten, perciben que, a diferencia de los gobiernos del pasado reciente, el de Humala entregará al país en peor situación. 
El legado de Humala se empieza a notar con los síntomas de gravedad social que vive la nación. No sólo hizo de la traición una costumbre sino que se empeñó en servir a aquellos a los cuáles ofreció combatir. Con lo que va de su gobierno los indicadores económicos han empeorado tanto como los indicadores sociales. Se ha incrementado la influencia de los poderes fácticos. La inseguridad ciudadana  es la normalidad con su sintomatología de asesinatos, robos y sicarios. La corrupción empieza a transmitir un hedor que ya no se puede controlar y el desorden y la protesta confirma a un gobierno sin talento político, que va a la deriva.
El gobierno del presidente Humala no ha entendido lo que es el poder. Giulio Andreotti, apodado Luzbel por ser implacable en lo político, siete veces Primer Ministro de Italia, decía en uno de sus celebrados aforismos que “el poder, efectivamente, desgasta… pero al que no lo tiene”. Amigo de los papas, hombre que comulgaba todos los días,  pero a la vez íntimo de Toto Riina, el “capo di tutti capi”, Andreotti sabía lo que decía.
El desgaste que sufre el gobierno es porque no sabe ejercer el poder y habría que preguntarse si lo tiene todavía. Por lo pronto conserva, por el momento, un buen número de congresistas pero día a día pierde legitimidad. Las amenazas, gritos o insultos de algunos ministros ya se ven como pintorescos. Han perdido la credibilidad y no son interlocutores válidos. La oposición tiene la oportunidad de ejercer el poder con responsabilidad, evitando un mayor deterioro del país.
El poder también desgasta a quiénes no lo entienden. Los advenedizos en política creen que el poder es eterno. Ignoran lo elemental, que el poder es lo más parecido a un péndulo, hoy lo tienes, mañana no se sabe. Y en la creencia que el poder es para siempre cuando lo detentan se dedican a criar enemigos, ignorando otra máxima de la política, la de saber atraer adversarios y buscar convertirlos en aliados. Ya todo parece una comedia. Por eso los meses que faltan para el cambio de gobierno,  algunos los empiezan a ver con la angustia del condenado, como si fuera  una cuenta regresiva.
Juan Sheput



Artículo publicado en revista Velaverde del 1 de junio del 2015

lunes, 25 de mayo de 2015

A propósito de la inversión china

A propósito de la inversión china
En el mundo hay países cortoplacistas y países con visión de largo plazo. Los primeros tienen tácticas y son reactivos y los segundos estrategias y son proactivos. Ser reactivo es reaccionar a los acontecimientos en tanto ser proactivo es generar las condiciones para que se den determinados acontecimientos. Los países cortoplacistas por lo general no tienen élites, viven tan pendientes del momento que no se dan el tiempo para construirlas. En contrario los países visionarios tienen élites sólidas y sobre todo instituciones, lo que les permite consolidar sus políticas de largo aliento en el tiempo.
En las célebres negociaciones entre China y Estados Unidos durante la administración Nixon, en una de las pocas oportunidades que tuvo Henry Kissinger de conversar con Mao, este le dijo (cito de memoria): “…es conveniente negociar con nosotros. Cuando llegue a un acuerdo con China este será válido por muchos siglos”.
En ese contexto es fácil deducir que, en los procesos de negociaciones, los países con visión de largo plazo tienen gran ventaja sobre los que viven atados a la coyuntura. Los primeros, una vez más, generan las condiciones para seducir a los segundos con lo que, por lo general, caen una y otra vez. Vivir pegados al momento hace que cada instante sea una circunstancia y, por lo tanto, esta clase de países ni siquiera es capaz de aprender de sus propios errores.
Los líderes chinos están en una gira por América Latina y tanto países como ciudadanos están cayendo embelesados ante la oportunidad de recibir gran cantidad de fondos de los visitantes asiáticos. Leo en las redes sociales como personas con preparación, saludan esta visita china expectantes de las inversiones que se traducirán en trenes y diversa infraestructura. Ni siquiera se preguntan si la infraestructura es la que necesitamos o si generará externalidades negativas en nuestro territorio. Bienvenido el dinero, de dónde sea, así la obra no sea de interés para nosotros sino para la potencia extranjera.
The Economist en un excelente artículo publicado hace dos semanas  ha señalado de los peligros de la inversión china en América Latina.  El mensaje que se concluye del artículo es que, en pocas palabras, para lo único que ha servido hasta ahora la inversión china en América Latina es para reforzar nuestra especialización en “materias primas” y recomienda a los gobernantes de esta parte del mundo que sean menos dóciles con su nuevo y gran socio. Claro que, y esta es mi posición, esto se hace un poco, digamos difícil. Se sabe de la otra gran inversión asiática, esta vez en seducción política, traducida en viajes, turismo en la milenaria China, lo cual se repite muchas veces  a gusto del asombrado paseante.
China tiene una clarísima estrategia de captación de materias primas a nivel mundial y la viene efectuando con gran eficacia. En el camino algunas empresas están dejando una gran degradación del medio ambiente según reconoce The Economist, pero eso parece no importarles a muchos. Es penoso pero a la vez un lugar común en países como el nuestro. En lugar de alabar a priori la construcción de un tren interoceánico que nosotros no hemos planificado deberíamos hacer un pequeño esfuerzo para tener nuestro propio plan de desarrollo, en otras palabras, ser un poco más dignos y poner en práctica el concepto que encierra una palabra que aparece muy poco en los eventos de nuestra historia: soberanía.


Juan Sheput

Artículo publicado en la revista Velaverde del 25 de mayo del 2015

domingo, 24 de mayo de 2015

La chequera china por The Economist

La chequera china
América Latina necesita ser menos dócil con su nuevo gran socio

Apodada la “Loca María”, se decía que la vía férrea Madeira-Mamoré, con solo un poco de exageración, había cobrado una vida por cada durmiente instalado. Construida para las florecientes exportaciones de caucho, la línea de 367 kilómetros (228 millas) desde Porto Velho, en el corazón de la Amazonía brasileña, hasta la frontera con Bolivia, quedó obsoleta ante las nuevas plantaciones asiáticas justo antes de que fuera inaugurada en 1912.
Un siglo más tarde, un plan para construir una vía férrea mucho más larga que cruza la Amazonía, desde la costa atlántica de Brasil hasta el Perú, se encuentra entre una gavilla de proyectos de infraestructura que China está ofreciendo financiar en América Latina. Li Keqiang, primer ministro de China, ha firmado un acuerdo para un estudio de viabilidad para dicha vía férrea durante su viaje de ocho días por Sudamérica, que comenzó el 18 de mayo en Brasil y lo llevará a Colombia, Perú y Chile.
Li vino armado con propuestas de inversiones y préstamos que podrían llegar hasta US$ 103,000 millones solo en Brasil. Tanto sus destinos como los proyectos apuntan a una maduración de la relación de China con América Latina. Esto ha generado un crecimiento explosivo del comercio, en tanto China devoró los minerales, petróleo y soja de la región, mientras que exportó sus manufacturas.
Ahora las economías se están desacelerando en ambos lados del Pacífico. La desaceleración de China ha provocado una fuerte caída de los precios de las materias primas, y por ende del valor de las exportaciones de América Latina. Las exportaciones de Brasil a China cayeron un tercio en el primer trimestre de este año en comparación con el mismo periodo del 2014.
Pero los préstamos y la inversión china están listos para seguir creciendo.
En enero, el presidente Xi Jinping dijo que las empresas chinas apuntarían a invertir US$ 250,000 millones en América Latina en los próximos diez años, en comparación con un monto total previo de US$ 99,000 millones. Si bien la inversión china en un inicio estaba enfocada casi por completo en petróleo, gas y minería, ahora se está ampliando para involucrar más empresas e industrias, incluyendo la alimentación y agricultura, la industria manufacturera y, sobre todo, la infraestructura.
Lo mismo ocurre con los préstamos chinos. Los US$ 22,000 millones prestados el año pasado superaron a los créditos de los tradicionales bancos multilaterales de desarrollo, según el Boletín Económico para China y América Latina, publicado por la Universidad de Boston. Además de Brasil, el dinero ha ido principalmente a Venezuela, Ecuador y Argentina, donde ha ayudado a sostener los gobiernos de izquierda. El viaje de Li sugiere un nuevo interés en los países con mentalidad empresarial de la Alianza del Pacífico.
Muchos gobiernos de América Latina han acogido al dragón chino como una buena alternativa a los Estados Unidos y a las condiciones impuestas por el FMI y el Banco Mundial. Para una región con enormes deficiencias en infraestructura, la inversión de China, al igual que su comercio, es potencialmente de gran ayuda. Pero ambos presentan obstáculos.
Una dificultad obvia son los acuerdos amistosos. El año pasado, Cristina Fernández de Kirchner, presidenta de Argentina, negoció un swap de divisas con China, como una alternativa a resolver su disputa con los tenedores de bonos extranjeros. El precio es alto: el dinero está atado a 15 contratos de infraestructura en los que las empresas chinas no tienen competencia.
En términos más generales, China ha servido para reforzar la especialización de América Latina en los co-mmodities. Pero este quizás no sea el camino para un crecimiento sostenido. En un informe publicado esta semana, el Banco Mundial considera que los aumentos en el comercio y la inversión en América Latina proveniente de los países del “Sur” (es decir, el mundo emergente) se asociaron con un aumento más pequeño en el crecimiento y la productividad de los pares del “Norte” (es decir, el mundo desarrollado).
El interés de China en el desarrollo de la infraestructura de América Latina no es altruista. Quiere reducir los gastos de transporte de sus importaciones, como la soja del estado de Mato Grosso. Su compañía ferroviaria y otras de infraestructura tienen capacidad disponible porque el consumo está reemplazando a la inversión como la principal fuente de crecimiento de China.
Debido a la concentración en commodities, el comercio y la inversión china en América Latina han sido “un gran causante de la degradación del medio ambiente”, según el equipo de la Universidad de Boston. El ferrocarril transcontinental es una nueva preocupación. Los funcionarios peruanos prefieren una ruta en el norte a través de la selva virgen rica en biodiversidad. Los ecologistas prefieren una ruta en el sur, hacia Matarani, junto a una nueva carretera que une Brasil al Perú, inaugurada en el 2012. Pero al igual que la “Loca María”, el tránsito a lo largo de esta carretera ha sido inferior a lo previsto.
Sería un error culpar a China por estos riesgos. La mayoría de sus empresas en la región tienen un registro razonable de cumplimiento con las normas ambientales. Más bien, le corresponde a América Latina convertirse en tan efectiva como su nuevo socio en la defensa de sus intereses en la relación. Esos intereses incluyen la protección del medio ambiente y evitar acuerdos unilaterales alcanzados por conveniencia política a corto plazo.
© The Economist Newspaper Ltd,
London, 2015

Traducción tomada del diario Gestión del 22 de mayo del 2015


lunes, 20 de abril de 2015

Otra forma de hacer política

Otra forma de hacer política
Hasta la Constitución de 1920 cada ministro exponía su plan ante el Congreso para lograr la confianza. Desde la Constitución de 1933 es el Presidente del Consejo de Ministros el que, en nombre de todo su gabinete, sustenta  ante el pleno del Congreso de la República la propuesta de agenda de gobierno para buscar la confianza de la representación nacional. La búsqueda de la confianza, que en algún momento fue un “voto de esperanza”  gracias a la genialidad del Senador  Luis Alberto Sánchez ante un cambio de posición de Haya, ha llevado a los presidentes del Consejo a tomar diversas actitudes en relación a sus adversarios, algunos enconados, otros, ingenuamente, dispuestos a conversar.
El que el presidente de la República nombre a un nuevo Presidente del Consejo de Ministros no necesariamente debe llevar al gobierno a repetir un ritual. Conversar con todos no necesariamente fortalece al oficialismo. Aislar al adversario sí. Lo primero es simplemente la percepción de triunfo ante lo que es simplemente ganar tiempo. Lo segundo es delinear la cancha y elegir “quien es el enemigo” en términos caros a Carl Schmitt.
El que el presidente del gabinete Pedro Cateriano visite y converse con todos los grupos políticos no lo fortalece a él. Fortalece a los visitados, pues les otorga el papel de decidir a qué lado de la balanza quieren que se ladee el voto de confianza. El visitador perderá poder, si en lugar de aceptación encuentra indiferencia o abstención. El visitador ganará, más bien, poder y legitimidad si, en términos comparativos, obtiene más votos a favor que todos sus antecesores. El visitador ganará sí o sí, cuando consigue aislar a sus adversarios, nucleando votos amistosos y convirtiendo a su causa a los dudosos, dejando al resto de parlamentarios en el lugar que corresponde: el de la oposición.
Ese es el camino por el cual optaron antes Manuel Ulloa, Sandro Mariátegui, Carlos Ferrero, Henry Pease y Javier Velásquez Quesquén, entre otros presidentes del Consejo de Ministros de los últimos 34 años que cerraron filas con aliados, convencieron a los dudosos y optaron por aislar a sus opositores. La oposición sufrida por Fernando Belaúnde, Alejandro Toledo y Alan García, en relación al aprismo los dos primeros y a la mayoría bulliciosa de un nacionalismo con refuerzos potentes de la izquierda el tercero, no tiene punto de comparación con la ambigüedad y peso político del actual parlamento.
Por lo tanto hablar con todos no es el mejor camino y mucho menos el único. No otorguemos atributos políticos a lo que es simplemente un ritual. Los últimos 4 presidentes del consejo de ministros se dedicaron a conversar y luego de su paso por el premierato lo único que consiguieron fue dejar tras de ellos un gobierno más confundido. Es lo que está pasando en estos momentos, en donde el fujimorismo le disputa al aprismo el liderazgo de una oposición que reclama la ciudadanía como instrumento para detener a un gobierno que cree que puede hacer lo que quiere. Una democracia requiere, siempre, de una oposición fuerte y diferenciada. Y en ese sentido el fujimorismo le está ganando la partida al aprismo.
No espero nada diferente del nuevo gabinete. Siguen haciendo lo mismo, lo cual garantiza que, a decir de Einstein, siga resultando en lo mismo. Esperar lo contrario, señala el físico, es síntoma de locura.

Juan Sheput

Publicado en revista Velaverde del 20 de abril del 2015


lunes, 16 de marzo de 2015

Radio Filarmonía o la cultura de la música

Radio Filarmonía o la cultura de la música
Los antiguos libros sobre Roma nos hablan de Casio como un personaje  serio y malhumorado. Un hombre que no reía y no se sabía por qué. El misterio acaba cuando hace unos años, en un estupendo ensayo sobre la vida cultural de Julio César, Max Gallo pone en boca del gran Cónsul y Dictador romano las siguientes palabras: Casio es serio y taciturno porque jamás escucha música. Contundente. Pero no se quedaba allí, decía que esa mala costumbre le quitaba aptitud para “el pensar”. Para César el marco musical placentero era indispensable para la reflexión.
En otras latitudes de la civilización lo mismo fue entendido por los monjes tibetanos que recitan musicalmente sus mantras o los monjes cartujos que oraban cantando en latín. El canto gregoriano no sólo fue la antesala de la música medieval y del renacimiento sino era la compañía perfecta para las jornadas de transcripciones manuales de los libros, que antaño, poblaban las bibliotecas de los conventos. El Siglo de las Luces, llamado también de La Ilustración,  consagró la música barroca y dio inicio a la clásica. La música, entre las artes, ha hecho contribuciones sin par al desarrollo de la Humanidad.
La música buena, la buena música, es partera de cultura y no sólo eso, es compañía perfecta en todo momento de nuestras vidas. Alimenta el alma, convoca recuerdos, nos hace conocer el significado de la palabra celestial. Es siempre portadora de bienestar.
Desde hace más de 30 años nuestro país tiene una Radio Cultural. Se llama Radio Filarmonía. Nos permite transportarnos a  veladas mágicas donde Jacqueline du Pre toca el cello o  Juan José Chuquisengo nos deleita con el  piano. Permite que sintamos orgullo de la voz de Juan Diego Florez cuando canta un aria en el Festival de Salzburgo o ante el público más exigente del mundo, en el Deutsche Oper de Berlín. Gracias a Radio Filarmonía año tras año podemos gozar, en vivo, de la temporada de ópera del legendario MET, del Metropolitan Opera de Nueva York. Todo ello gracias al esfuerzo inagotable de la señora  Martha Mifflin que se ha puesto sobre los hombros el desafío de llevar la música, la cultura, a cada rincón de nuestro país.
Sin embargo, a pesar de su invalorable aporte a nuestro crecimiento como seres humanos,  Radio Filarmonía se debate hoy en una crisis económica. Los auspiciadores de repente prefieren otros espacios y tal vez otro tipo de música. Es el momento entonces de los ciudadanos que apreciamos la cultura y valoramos el esfuerzo de personajes tan valiosos como Martha Mifflin. Apoyemos a Radio Filarmonía. No permitamos que nuestra indiferencia nos lleve luego a extrañar lo que no supimos conservar. Hay muchas formas de aportar. Ingresemos a la web de la radio www.filarmonia.org y pongamos el hombro junto a Martha. La cultura de nuestro país, y los que vengan después de nosotros,  lo agradecerán.

Juan Sheput

Artículo publicado en la revista Velaverde del 16 de marzo del 2015

Página web de Radio Filarmonía es: www.filarmonia.org

miércoles, 11 de marzo de 2015

Espionaje chileno: lo comercial debe revisarse

Espionaje chileno: lo comercial debe revisarse
Hay argumentos que tan sólo suenan bien pero que la realidad se encarga de desmentir. En su célebre libro “La Democracia en América” Alexis de Toqueville da cuenta de la gran cantidad de negocios norteamericanos que había en Texas, en la primera mitad del siglo XIX, en ese entonces territorio mexicano. Texas dependía del intercambio con Estados Unidos y de los visitantes de ese país, consumidores de sus productos y servicios. Toqueville reflexionó sobre el particular indicando que, de seguir así, “Texas algún día será territorio norteamericano”. El tiempo le dio la razón, Texas es desde hace más de un siglo un estado más de la Unión.
En otro célebre libro “Los cañones de Agosto” de Bárbara Tuchman, la gran escritora norteamericana recuerda que en 1910 Norman Angell señalaba en su obra “La gran ilusión” la imposibilidad de una guerra en Europa como consecuencia de la fluidez del intercambio económico. Con una guerra todos los países saldrían perjudicados, decía Angell.  En 1914 estalló la Gran Guerra.
En nuestro país hay quienes creen que la dignidad tiene precio. Ya Don Jorge Basadre hablaba de la debilidad de nuestras élites y lo frágiles que son cuando de enfrentar posiciones extranjeras se trata. Se dice que no se debe tocar el tema comercial con Chile. No importa que se nos falte el respeto,  y una y otra vez se burlen de nuestra buena fe, el tema comercial “debe ir por cuerdas separadas”. Ya basta.
Si hay un beneficiado en el intercambio comercial entre Perú y Chile ese es el vecino del sur. No hay que confundir balanza comercial con renta, en esta última es claramente ganador Chile y eso es por nuestros errores. En una clara demostración de falta de aplomo y claudicación política, el anterior Congreso no debatió, como demandaba la Constitución, el Tratado Comercial con Chile y le dio una interpretación amañada de Acuerdo Comercial. La influencia económica chilena en nuestro país ya se hace sentir en una clase política dependiente de los fondos de campaña y con bajísimo espíritu republicano. No es una insensatez debatir el tema comercial y enfriarlo de darse el caso. Chile se permite subestimar nuestra capacidad de reacción indicando que lanzamos amenazas que no seremos capaces de cumplir. Se equivocan. El tema comercial sí está a nuestro alcance y es propicio que se ponga en debate su desarrollo. Por ello estoy de acuerdo con lo señalado por el Dr. Carlos Ferrero en el sinsentido que tiene integrar la Alianza del Pacífico con un vecino, Chile, que permanentemente tiene actitudes hostiles hacia nosotros.
Aquellos políticos que tienen en su papel en la historia  a uno de sus estímulos, bien harían en ver el rol que vienen jugando en estos días en relación al espionaje comprobado chileno hacia nuestro país.
Juan Sheput


lunes, 9 de marzo de 2015

¿Por cuerdas separadas? A propósito del espionaje chileno

¿Por cuerdas separadas?
No deja de llamarme la atención la reacción condenatoria de cierto sector de la clase política y empresarial a lo señalado por el congresista Abugattás en el sentido que la relación comercial entre ambos países puede revisarse. Es una opción válida y, teniendo en cuenta que en el nauseabundo tema del comprobado espionaje chileno a nuestro país hay un componente empresarial, pues es un tema que no debemos descartar.
Los argumentos en pro de esa medida son varios y ninguno tiene que ver con una posición chauvinista o patriotera. Desde hace un buen tiempo, de nuestra parte, sólo ha habido gestos de buena voluntad hacia Chile los cuales podemos mencionar. Tenemos una Constitución que es la única en América Latina que iguala la inversión nacional con la extranjera. El Tratado de Libre Comercio con Chile no fue revisado por nuestro Congreso (en tanto en el país del sur sí lo fue) amañando su aprobación bajo la figura de un acuerdo comercial. En nuestro país, por impulso del gobierno actual, se viene construyendo un gasoducto cuyo principal cliente será Chile, lo cual ha generado rechazo en toda la macroregión sur conformada por Cusco, Puno, Arequipa, Moquegua y Tacna. Por otro lado los chilenos han hecho de las prácticas monopólicas u oligopólicas una nefasta costumbre en nuestro país, situación que no podrían hacer en el propio, sin que nuestras autoridades digan algo. Las cosas tienen que quedar bien en claro: si alguien se perjudica con el enfriamiento de las relaciones comerciales ese país es Chile.
Ante los reclamos de no tocar el vínculo comercial con Chile porque se podría perjudicar nuestra economía habría que decirles que no es cierto. Es un tema que bien se puede discutir sin que nadie tenga por qué molestarse por ello. Es un gesto soberano y digno, propio de un país que permanentemente se ve afectado por actitudes hostiles y poco amistosas como el espionaje chileno, que ya ha devenido en sistemático y continuo.
Hay razones para manifestar nuestra indignación. Los gestos de indiferencia o los señalamientos sureños en el sentido que el presidente Humala viene sobrereaccionando son simplemente inaceptables. Verán que no es una sobreactuación o exageración cuando se plantee el congelamiento de acciones en la Alianza del Pacífico, la revisión del Tratado de Libre Comercio o se les deje de dar tantas facilidades a inversionistas sureños a los cuáles, en la práctica, se les ha entregado ingenuamente nuestro mercado.


Juan Sheput 

¿Tenemos alcaldes?

¿Tenemos alcaldes?
Si tenemos que atenernos a la etimología de la palabra corrupción encontraríamos muchas respuestas al estado de descomposición que vivimos en el mundillo de los gobiernos locales. Corromper viene del latín corrumpere que significa “con ruptura” y que ilustra las desviaciones que podrían ocurrir, en algunas administraciones municipales,  respecto a la normalidad.
Los alcaldes del país, en su mayoría, han corrompido el objeto de sus funciones. Ya no se trata de mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos, ello ha quedado en segundo plano, sino de obtener la mayor cantidad de renta, de dónde sea. Se abusa de la obra física que, como bien señalan organismos internacionales como el Banco Mundial, suelen ser, cuando no hay  controles, focos de corrupción. Pero lo peor no está allí sino en la forma como conciben el ejercicio municipal. En los últimos días, a manera de ilustración, he tenido la oportunidad de leer sendas entrevistas a diversos alcaldes de la ciudad. Desde Surco hasta Surquillo, pasando por Magdalena o los distritos de Lima Norte o Sur, todos, absolutamente todos hablan de las oportunidades para la inversión en inmuebles comerciales o para oficinas que piensan impulsar en su localidad. Entusiasmados,  indican la disponibilidad de terrenos y si no los hay de los planes que tienen para obtenerlos, todo sea en nombre de los nuevos centros comerciales o bloques de oficinas con los que sueñan para su comunidad. Esto es una distorsión por completo de la función municipal. Lo único que significa es que los alcaldes ni siquiera controlan sus ansias recaudadoras de rentas olvidando por completo su función de generar bienestar para la vecindad.
Es necesario en este sentido comparar, tener otro plano de referencia, con el comportamiento de alcaldes de otras ciudades, en otros países. En Medellín, Bogotá y Cali en Colombia; en Guayaquil en Ecuador; en Valparaíso y Puerto Montt en Chile, los alcaldes también están preocupados por los terrenos, pero no para hacer grandes centros comerciales ni bodoques de cemento para oficinas sino para hacer espacios públicos para la comunidad. Si no tienen los terrenos disponibles los compran, sí señores los compran, pues el objetivo es construir la biblioteca y no la playa de estacionamiento; la piscina pública y no el strip-mall; el parque para la recreación y no el centro comercial; los espacios deportivos y no los bloques de oficinas. Saben perfectamente que siendo sus dramas, al igual que nosotros salud, transporte y seguridad, pues la provisión de espacios públicos ayuda a organizar y desarrollar mejor la vida de la comunidad.
Aquí no. En nuestro país lo meritorio es la obra física, esa que sirve para satisfacer las proyecciones de ingresos de empresas de construcción e inmobiliarias y –cómo no- de algún funcionario corrupto. La cultura, el bienestar, la calidad de vida  de los vecinos, eso en nuestro país simplemente no importa, pues para lograr elegirse basta con el clientelismo que se financia con lo que sobra de la obtención abusiva de rentas, a costa de la comunidad.

Juan Sheput

Artículo publicado en revista semanal Velaverde

miércoles, 4 de marzo de 2015

Diálogo y la política "chicha"

40 y 20
En uno de los momentos más emblemáticos del diálogo uno de los líderes políticos señalaba que estaba de acuerdo con la bicameralidad y que su convencimiento  era tal que podían ser 60 senadores y 70 diputados o de lo contrario 80 diputados y 40 senadores y si no les gustaba 90 diputados y 30 senadores, lo importante es que no se supere los 130 representantes. El líder, ampliamente conocido por su hegemonía regional, manifestaba así el sustento a su propuesta en el marco de la reforma electoral. Otro de los líderes decía que bastaba con observar las damas asistentes al diálogo, en número de cuatro,  para ver la necesidad de la cuota de género. El líder político, también de trayectoria local municipal, no aportaba evidencias fácticas ni describía la compleja problemática de encontrar personas con ciertas capacidades y cualidades.
El tema de fondo era la reforma electoral y el comedor de Palacio de Gobierno el escenario de la discusión. Es lamentable pero no puedo entender cómo se puede avalar esta forma de discutir políticas públicas fundamentales para el desarrollo de nuestro país.
La política en el Perú no puede ser tan “chicha”, tan informal. Los mismos que decían hace unos años que el Perú no es un restaurant, criticando las mesas de diálogo, hoy están a favor de espectáculos como el de ayer. Han olvidado por completo el realismo político y los compromisos institucionales. Si todo fuera tan fácil pues que se cierre el Congreso y todo se haga dialogando. Se hubiera aprovechado para sacar adelante la Ley General del Trabajo, elegir quién es el Defensor del Pueblo y apoyar una reforma en seguridad. No se puede aceptar este tipo de reuniones que no tienen posibilidad alguna de desarrollarse de manera efectiva más allá de la buena voluntad de los asistentes. Lo de ayer no tendrá ningún efecto práctico salvo el de unos momentos fotográficos para el recuerdo de los asistentes.
Los mismos que escriben y pontifican sobre la institucionalidad y la necesidad de consolidarla, aplauden diálogos como el de ayer que sólo sirven para que el gobierno distraiga a la opinión pública. Muy distinto sería encuentros focalizados, como el que pretende hacer el ministro del Interior con algunos exministros, pues se ganaría del consejo que nace de la experiencia. Pero pretender sacar ventaja de diálogos con temas tan complejos como la reforma electoral es ilusorio. Para eso está el Congreso de la República y si el gobierno quiere impulsar realmente una modificación sustantiva del formato electoral pues que presente su proyecto de Ley y se agende en el Parlamento. Pero discutir si son 35 y 95 ó 20 y 110 ó 40 y 20 los representantes en el sistema bicameral es realmente una muestra de cómo se suele perder el tiempo en el país.
Juan Sheput


sábado, 28 de febrero de 2015

Ingeniería Política

Ingeniería Política
En pocas semanas el presidente Ollanta Humala, según mandato constitucional, hará la convocatoria a elecciones. En ese momento el proceso electoral se pondrá en marcha y las reglas de juego no podrán modificarse. Es decir, de no plantearse  el inicio del debate político correspondiente, estaremos inmersos en un nuevo calendario electoral con idéntico formato al vigente.
Charles Maurice de Talleyrand decía que cuando algo es urgente es porque ya era demasiado tarde. Si nos acogemos al realismo y somos conscientes de las limitaciones del momento podríamos decir que la frase del diplomático francés aplica a nuestras circunstancias. Sin embargo, vale la pena hacer el esfuerzo. El Perú no tiene posibilidades de ser un país desarrollado si no mejoramos la calidad de la política. Tenemos un marco legal y constitucional que no es el adecuado para el tiempo que vivimos. A pesar de ello, debemos construir una respuesta acorde a nuestra realidad aunque desafortunadamente a veces se crea que importando soluciones la mejora cae por añadidura. Un ejemplo de ello lo mencionó hace poco Jorge Nieto, cuando indicó que los planteamientos de mejora en nuestros proyectos de reforma electoral ya los tiene México que, como sabemos, sufre las consecuencias de una clase política sumamente cuestionada.
¿Ello nos debe inmovilizar? No. Durante años se ha puesto el esfuerzo en evitar cualquier tipo de reforma constitucional o legal. Y la negativa ha venido, mayoritariamente, de líderes de opinión ajenos a la política o de poderes fácticos que se sienten cómodos con un elenco parlamentario mediocre, inundado de sujetos cuestionados y por tanto altamente manipulable. Si existe en estos momentos una mala percepción de la política es porque la opinión pública habla por lo que ve, y lo que ve es consecuencia de elecciones amañadas internas, caudillismos irredimibles, invitados que son recomendados por lobistas, candidatos que buscan en la inmunidad parlamentaria al seguro que los libre de la cárcel y financiamiento privado de campañas. Hacer una reforma electoral que impida que esto siga ocurriendo es algo que minimizará el problema pero, debe quedar en claro, no lo acabará.
Estoy de acuerdo con el inicio de un debate político en el Congreso, sin embargo, no se debe apelar al hecho de la sensibilidad parlamentaria ante la presión pública. Esto es infantil. En el Congreso también hay políticos con trayectoria, que actúan con responsabilidad  y entienden que una agenda bien puede ser propuesta desde la sociedad.
El debate político nos permitirá separar la realidad del romanticismo, este último también dañino. Insistir en cuotas de género o para jóvenes no creo que sea sustantivo en estos momentos. No hay cifras ni hechos concretos que demuestren que las cuotas para sectores específicos mejoren la política. Distraería y nos alejaría de la línea mínima que proponen los organismos electorales.
Este debe ser el primer paso para una reforma política integral, diseñada con mecanismos propios de la ingeniería política, es decir, buscando la coherencia entre las partes que forman el sistema: Constitución, leyes y estatutos partidarios. Si seguimos con soluciones aisladas la fuerza de la realidad hará que retroceda cualquier esfuerzo de modificación del sistema,  pues será equivalente a aplicar más energía al caos.
Juan Sheput




miércoles, 25 de febrero de 2015

Comunicado del Club de Madrid sobre abusos en Venezuela

El Club de Madrid es una organización de gran nivel a la cual pertenecen una serie de expresidentes de países pertenecientes a diversos continentes. Ha hecho eco de los abusos en Venezuela y se ha manifestado cuestionando los recientes eventos que han costado la vida de ciudadanos y el encarcelamiento de diversos opositores. La Unión Europea y el Club de Madrid se pronuncian en tanto los presidentes de esta parte del continente permanecen vergonzosamente en silencio.

Aquí pueden leer el Comunicado del Club de Madrid 

¿Los derechos humanos tienen precio? A propósito de Venezuela y el silencio de América Latina

¿Los derechos humanos tienen precio?
La columna de opinión se desplaza, por lo general, en el mundo de la coyuntura. Tiene en la reflexión de lo local su insumo y alimento. Sin embargo a veces es necesario distanciarse un poco de lo cotidiano para ver con detalle asuntos grávidos. Y uno de ellos es el financiamiento de campaña, que atañe a los partidos políticos y, por extensión, a los gobiernos cuando uno de aquellos triunfa en la lid electoral.
En los últimos días estamos viendo el drama que acontece en Venezuela. La situación de abuso contra los opositores ha llegado a niveles que no nos pueden ser indiferentes. Asesinatos, secuestros, separación de familias, hostigamiento laboral,  cárcel en condiciones infrahumanas, son parte de un día a día venezolano que pronto superará lo descrito por Mario Vargas Llosa en  la mejor novela de este siglo, La Fiesta del Chivo.
Sin embargo el drama torna en doble porque hay silencio de los que deben hablar. Hay una complicidad en la mayoría de presidentes de América Latina que han optado por permanecer callados cuando juntos deberían dar un grito llamando la atención. La historia de nuestro continente está llena de abusos que se pensaron superados como para admitir su renacimiento. Y Venezuela es hoy el estandarte del desprecio por los derechos humanos, con el agregado vergonzante de la complicidad silente de los mandamases latinoamericanos.
¿Debemos aventurar el porqué de este silencio? Pues sí, las circunstancias lo exigen. Las últimas campañas en América del Sur fueron sazonadas por dinero proveniente de los altos precios del petróleo de los que gozaba Venezuela. Acusaciones diversas de financiamiento extranjero de campaña se dieron en todos los países aliados de Hugo Chávez. Desde Correa en Ecuador hasta Humala en Perú, pasando por los presidentes actuales de Argentina, Brasil y Bolivia, todos fueron acusados por la prensa de haber sido financiados con dinero venezolano. Y por esas cosas de la casualidad, son estos mandamases los que hoy callan ante los abusos que comete Nicolás Maduro contra su propio pueblo.
En ese sentido no debemos olvidar la forma como Nicolás Maduro, de manera atrevida, le pidió al presidente Humala que cambiara a nuestro Canciller Rafael Roncagliolo. Lo hizo porque este último pidió tolerancia y diálogo para con la oposición venezolana. De manera poco digna, en esa oportunidad, el presidente Humala se quedó callado.
¿11 millones de soles es el precio de los derechos humanos? No quiero ni pensarlo. Sería penoso que así fuera. Lo que sí creo es que nuestro país es heredero de una tradición de defensa de los derechos humanos que con su actitud el gobierno del presidente Humala no está honrando.

Juan Sheput

Columna publicada hoy en Exitosa Noticias


martes, 24 de febrero de 2015

Del uso electoral de los programas sociales

Del uso electoral de los programas sociales
Es importante mirarnos en el espejo venezolano por más de una razón. La principal es que existe un peligro evidente de que el próximo proceso electoral, en nuestro país, esté contaminado de afrentas, descalificaciones, audios manipulados y otros productos que tenga a bien sacar una administración que, en lugar de aceptar el fin de su mandato como uno de democrática competencia, está involucrada en temas como corrupción, reglajes, uso de los servicios de inteligencia y populismo desenfrenado que, por asuntos importantes como el espionaje, han logrado pasar a un segundo plano. Inclusive el temor por enfrentar nuevas acusaciones ha obligado al gobierno a emitir normatividad cuestionada y, desde mi punto de vista, inconstitucional, como la prohibición al acceso a información pública como los viajes al exterior de personajes vinculados al poder.
Pero hay un hecho más importante que ha sido tapado por el escándalo del reciente espionaje por parte de marinos peruanos para el vecino del sur. Se trata de la actitud del presidente Humala en relación al uso de los recursos del Estado en los programas sociales. Es una actitud cuestionable que exige de la vigilancia de los partidos democráticos. Analicemos por qué.
Hay una vieja fórmula usada por los tiranos latinoamericanos. Tiene que ver con la creación de dependencia en base a las dádivas que se da a las personas de menores recursos. La fórmula es simple. Se identifica un sector necesitado de algún programa social, luego se le brinda la ayuda, en algunos casos desmedida, lo cual genera dependencia y luego se le imparte temor ¿qué tipo de temor? Pues que le quiten los beneficios, lo cual hace que el dependiente fije su mirada en el benefactor. En los recientes procesos de re-reelección latinoamericanos ha sido común la ayuda, luego la dependencia y finalmente la amenaza en el sentido de que si se cambia de presidente le quitarán el programa social. Así se aseguran los votos, con esta mezcla de clientelismo y temor.
Hace menos de una semana el presidente Humala, en Huánuco ha aplicado esta fórmula. Ha dicho que como nunca antes, se está ayudando a los más pobres. Ha señalado que los programas sociales son prioritarios para su gobierno y que es la principal preocupación de él y su esposa y, siguiendo el manual al pie de la letra, a continuación ha acusado a los políticos tradicionales de estar “hablando ya de eliminar los programas sociales”, de eliminar Qali Warma y Pensión 65 si llegan al poder. Esta actitud, que contamina el tema electoral,  no obtuvo respuesta de la oposición: el espionaje, por su importancia, sirvió para dejar el tema, momentáneamente de lado.
Por otro lado con dicha actitud,  el presidente ha demostrado que el diálogo con las fuerzas políticas era tan sólo una maniobra para ganar tiempo. El cambio de ministros era indispensable no solo por los cuestionamientos sino por la reconocida mediocridad de los salientes. Pero el plan A sigue vigente, golpeado por determinadas circunstancias, pero vigente. Allí está.

Juan Sheput

Artículo publicado en la revista Velaverde del 23 de febrero del 2015


miércoles, 11 de febrero de 2015

Pecando de Ingenuidad, a propósito del cierre de la DINI

Pecando de ingenuidad
Imagine usted a los integrantes de la vilipendiada Dirección Nacional de Inteligencia DINI escuchando por los medios de comunicación a las autoridades de este gobierno señalando que la DINI será reestructurada, decretando su cierre, que se hará coordinando con el Parlamento. ¿Qué creen que harán en la DINI, en el supuesto que esté involucrada en alguna irregularidad? Pues habrá recibido el venturoso anuncio de proceder a destruir u ocultar cualquier prueba que la comprometa pues de lo contrario, la “Junta de Notables” podría complicarle su destino.
Lo que estamos viviendo ya parece una comedia sin fin. Lo que procede en situaciones como esta es, de manera discreta, intervenir la DINI, evaluar lo acontecido y hacer una recomendación puntual sobre su futuro. En vista que sus actividades están protegidas por Ley una reestructuración se puede hacer a partir de una intervención especial, auditora, con pleno respaldo político. Anunciar el cierre es entorpecer cualquier tipo de investigación. Pareciera que los visitantes a Palacio han olvidado que la crisis política tiene una de sus semillas en los reglajes a miembros de la oposición, que de ser parte de una estrategia de demolición electoral, parece no ha culminado.
En política la buena voluntad no debe ser confundida con ingenuidad. Ser ingenuo en política equivale a ser manipulable y ser manipulable conduce a la autodestrucción. Si esta es la oposición que tenemos más vale estar avisados.
Por otro lado el gobierno no parece entender que la crisis continúa por una sencilla razón: la falta de credibilidad. Ésta se acentúa desde el momento que permanecen en el gabinete por lo menos un sexteto de ministros cuestionados. La solución entonces es evidente. Lo que procede es efectuar cambios en el elenco ministerial pues de lo contrario la situación de crisis política se acentuará con el añadido que los elementos o herramientas de manejo de crisis se van a seguir devaluando como por ejemplo acaba de suceder con el “diálogo”.
Y sería bueno que la clase política no se preste a esta comedia. Ahora se pretende convocar a una nueva etapa del diálogo “para dentro de un mes”, es decir encima estamos con un diálogo en cómodas cuotas mensuales. No es así. La situación del país no está para mecidas a plazo sino para mejoras sustantivas con hechos concretos, algunos de los cuales son el cambio de ministros cuestionados y evitar el cierre de la DINI.


Juan Sheput

Artículo publicado hoy en Exitosa Noticias

Así serán las escuelas del futuro


Gracias a The Guardian Tech, hemos tenido acceso a un reportaje sobre cómo serán las escuelas del futuro. En él se nos dice acerca de la libertad con que se gozará para la experimentación y el manejo de los tiempos. Uno de los investigadores, el Dr. Shapiro, señala una frase que es de plena vigencia aún para locaciones como las de América Latina: "una escuela será tan buena como lo son sus maestros", dando en el clavo respecto a en qué debe consistir una reforma educativa.
Se pone énfasis en los aspectos lúdicos. Los juegos son entendidos por todos y siendo comunes van escalando en dificultad según los grados. En fin, los invito a leer el artículo completo aquí:

Inside the schools of the future

martes, 10 de febrero de 2015

La banalización del diálogo

La banalización del diálogo
La palabra diálogo proviene del latín dialogus, que significa discurso racional o ciencia del discurso. El primero en utilizarla en una de sus vertientes, la dialéctica, fue Platón, quien en filosofía la definía como el intercambio de ideas para a través de ello “llegar a la verdad”. Es este último concepto el que recoge el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española cuando define al diálogo como la  “plática entre dos o más personas, que alternativamente manifiestan sus ideas o afectos”. Al leer las líneas precedentes es obvio, estimado lector, que lo acontecido ayer en Palacio de Gobierno no es un diálogo.
Cuando el gobierno se desgastaba en medio de una crisis política motivada por el destape de los reglajes, los negocios privilegiados del amigo de la pareja presidencial Martín Belaúnde Lossio y el agravio permanente de un par de ministros a personajes encumbrados de la oposición, surgió el salvavidas lanzado por un grupo de partidos que, movidos por el apresuramiento, llamaban a conversaciones con las más altas instancias del gobierno. Este llamado público, que considero un error político de la oposición, sirvió para que el oficialismo tomara la propuesta y convocara a un amplio intercambio de opiniones cuyo objetivo sería construir una agenda que mejore el rumbo de las acciones gubernamentales de cara a la transferencia de poder que debe haber el próximo año. Sin embargo una vez más la falta de pericia política transformó el regalo de la oposición en un bumerang. La presidenta del consejo de ministros Ana Jara, entusiasmada con el ambiente siempre cordial del Acuerdo Nacional, luego de una reunión de esta, hizo un llamado al diálogo a  todas las fuerzas vivas, ampliando la convocatoria y destruyendo así lo que podría haber sido un esfuerzo focalizado de entendimiento y respeto para con las principales fuerzas políticas del país.
Al ver dicho comportamiento es obvio que el gobierno jamás entendió lo que es un diálogo. A lo largo de estos 43 meses ha pulverizado todos los escenarios en que se pudo desarrollar conversaciones. Ayer mismo la PCM Ana Jara hizo gala de la falta de equidad al lanzar un monólogo de 30 minutos en presencia de la prensa luego de la cual la invitó a salir dejando así a la oposición condenada a la nula difusión de sus planteamientos lo cual, por decir lo menos, es una falta de cortesía que hubiera causado el retiro de Palacio a otro tipo de oposición. Pero no fue así. Los dialogantes se contentaron con tuitear, con lo cual demostraron que su indignación es aún más estrecha que el campo que puede cobijar ciento cuarenta caracteres.
Lo que hemos visto es la banalización del diálogo, su completa trivialidad. No servirá para nada y será un digno ejemplo de lo que es parto de los montes, ese que luego de un terremoto abre las entrañas de las montañas para parir un par de ratones.
La oposición, si realmente quiere hacerse respetar,  tiene que entender que es fundamental para el régimen democrático, y ello pasa por no seguirle el juego a un gobierno que simplemente la quiere utilizar.


Juan Sheput

Columna publicada hoy en El Montonero

lunes, 9 de febrero de 2015

No sólo la política, también la academia

De un tiempo a esta parte es común leer cómo se ha abandonado el rigor y la calidad académica. Se hace una crítica de problemas complejos desde una lógica simplista,  con un reduccionismo tan lamentable que muestra el nivel al que se ha descendido. Criticar a la Política es un ejercicio fácil pues no encuentra respuesta de aquella. Se siembra así en la ciudadanía la idea de una Política penosa en la que abundan protagonistas mediocres.
La semana pasada el señor Alberto Vergara ha publicado en El Comercio un artículo titulado “Crispación sin crisis” en el cual lamenta el nivel al cual ha llegado la clase política peruana. En el mismo señala temerariamente que los  políticos peruanos “lucen altivos el barro oportunista y angurriento del cual están todos hechos”. No me extraña que se pronuncie así. El señor Alberto Vergara es un politólogo peruano y por tanto no es excepcional que descienda a la calificación generalista. En el Perú este tipo de actitudes es un lugar común y demuestra el nivel poco riguroso en que se encuentra la academia.
El señor Vergara dice sentirse asombrado del nivel intelectual encontrado en políticos colombianos y lo dice como consecuencia de un evento al cual tuvo la oportunidad de asistir. Es cierto, el nivel en Chile, Colombia, México y Argentina en el promedio es alto,  cultural e intelectualmente. Sin embargo el señor Vergara olvida tocar un tema importantísimo. En esos países también hay universidades de primer nivel, politólogos que se manejan con mucho respeto y que tienen un nivel académico de talla mundial. No es poca cosa que los cuatro países nombrados tengan universidades entre las mejores 500 del mundo,  en tanto el Perú no tiene ni una. Y también tienen think tanks de primer nivel,  que aportan ideas para el debate público convirtiéndose muchas de ellas en políticas públicas exitosas.
La clase política peruana es en parte consecuencia del actual sistema universitario, un sistema  en el cual, según se pudo demostrar en el reciente debate sobre la Ley Universitaria, abundan las burocracias endogámicas y reeleccionistas, la mediocridad y la argolla, la corrupción y el afán de lucro. No hay centros de ideas importantes que aporten cosas sustantivas para el complejo debate regional, por ejemplo. En tanto Colombia tiene un Centro de Estudios Regionales de categoría mundial como el CIDER de la Universidad de los Andes o el Observatorio de Prospectiva y Pensamiento Estratégico de la Universidad Externado,  Chile tiene un Centro de Políticas Públicas como el de la Universidad Católica por aquí hay grupos de amigos organizados administrativamente que no apuestan por la diversidad de ideas ni producen algo que enriquezca el debate público. Es cierto que tenemos islas académicas de excelencia pero son tan pocas que pasan, literalmente,  desapercibidas.
Es cierto, por tanto, que en el Perú haya pobreza en el debate protagonizado por políticos. Pero esa pobreza no es exclusiva de los políticos, también es académica. El sistema universitario y los think tanks elevan la valla en el debate público en Chile, Colombia, México y Argentina. Aquí las argollas ahogan ese debate cuando alguien intenta marcar la diferencia. Se aprovechan de sus contactos en los medios para descalificar intentos de marcar la diferencia como pasó con los notables estudios de la Universidad del Pacífico sobre programas sociales o previsionales o de la marcha de la economía que resultaron insoportables para el promedio acostumbrado a la consultoría gubernamental, la argolla y la complacencia.
Uno de  nuestros graves problemas es la calidad del debate público, ausente de ideas es cierto. Y, repito, esto no es exclusivo de la política. La academia peruana hace tiempo que claudicó de uno de sus roles: ser conciencia crítica del país. Más fácil le resulta criticar y –cómo no- generalizar.


Juan Sheput

Artículo publicado en la revista Velaverde edición |101 del 9 de febrero del 2015