¿Lava Jato o Lava Cara?
Lava Jato ha dejado de ser una
frase de connotación agradable, un juego simple de palabras para convertirse en
una referencia de lo que puede hacer el Poder Judicial y el Ministerio Público
en un país como Brasil, de dimensiones
muy diferentes y descomunales en relación a nuestras pequeñas organizaciones.
Brasil no sólo es una de las 10 economías más grandes del mundo sino tiene un
sistema político muy poderoso lo que no lo exime de ser, cada cierto tiempo,
sacudido por escandalosos casos de corrupción. Sin embargo hoy como ayer, con sucedió
con el presidente Collor de Melo, el sistema ha demostrado que funciona pues es
capaz de derribar un gobierno y meter en la cárcel a quiénes así lo merecen.
Seis mil millones de dólares en
coimas han pagado un grupo de empresas brasileñas en diversos países de América
Latina. Para pagar esa cantidad de dinero es fácil imaginar cuánto deben haber ganado, de manera
indebida, en obras de infraestructura. Entre los países con funcionarios “aceitados”
está el Perú y todo parece indicar que una parte sustancial del monto
mencionado terminó en las facturaciones de estudios de abogados, periodistas,
funcionarios públicos y políticos de nuestro país. Por eso es que el caso Lava
Jato debe mirarse con los mismos efectos de un tsunami. La ola ya nació, es
cuestión de tiempo que llegue a nuestras costas. Y es por ello que hay temor en
muchos vinculados a las gestiones presidenciales del 2001 a la fecha y también
a gobiernos regionales y a la Municipalidad de Lima desde la gestión de Susana
Villarán. El temor nace del hecho que es una situación que no pueden manejar. Si
el destape no viniera de Brasil la tendrían más fácil. En el Perú los corruptos
dejan de serlo con un buen equipo de relacionistas públicos que los sacan de
los titulares o noticias de los medios de comunicación. En el Perú no hay
operaciones Lava Jato sino Lava Cara que gracias a oportunas portadas,
entrevistas o columnas de periodistas “amigos” ocultan el hecho delictivo. En
el Perú a los corruptos se les premia con portadas en las revistas frívolas o
en las notas de sociedad. A ello habría que agregarle la falta de escrúpulos y
ética de algunos abogados y el silencio cómplice de un sector del empresariado.
El sistema de corrupción marcha viento en popa en nuestro país. Pero cuando el
viento del destape viene de otras latitudes poco pueden hacer los que hacen
comentarios o emiten opiniones remuneradas. Es lo que está pasando en la
actualidad con la ola que viene de Brasil.
Por eso es importante el papel
que pueda jugar el Ministerio Público y el Poder Judicial. En Brasil hay un
Fiscal como Athayde Ribeiro Costa o un Juez como Sergio Moro que son
implacables en la búsqueda de justicia y están metiendo en la cárcel a
empresarios y políticos. Todo en estricta justicia. En el Perú habrá que ver
cómo se comportan los jueces en relación a los habeas corpus y asus
investigaciones. De los procuradores no esperemos nada. Todos los procuradores
de este gobierno han sido funcionales al poder oficialista. En Brasil no es así, rechazan los habeas
corpus y los jueces actúan con prontitud. Igual en el caso de los fiscales que,
en nuestro caso, por una cuestión de dignidad nacional ya deberían haber
constituido un equipo especializado que maneje todo el portafolio Brasil. Los
próximos días servirán para determinar si hay, efectivamente, el propósito de
luchar seriamente contra la corrupción.
Juan Sheput
Publicado en revista Velaverde 10 de agosto del 2015
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