lunes, 15 de junio de 2015

800 años de la Carta Magna

Mi artículo publicado hoy en la revista Velaverde tiene que ver con los 800 años que hoy, 15 de junio, cumple la Carta Magna británica:

800 años de la Carta Magna
Entre Windsor y Londres, en medio de las aguas del Támesis, fue firmada hace 800 años la celebérrima Carta Magna. Fue vista como un documento de paz. La violencia desatada por Juan Sin Tierra entre los barones del reino tenía que tener un límite y este nació cuando los nobles dijeron basta y redactaron, con el apoyo del Obispo de Canterbury,  un documento que por primera vez ponía límites a quien no deseaba ningún tipo de topes para ejercer su poder, el Rey de Inglaterra.
Desde su nacimiento se convirtió en un mito. No sólo originó un periodo de turbulencias sino que encontró a un grupo dispuesto a defenderla. En un contexto como el medieval, en que había que ser especialmente valiente para enfrentar la furia de los reyes, el que la comunidad de barones del reino nombraran a veinticinco nobles para que ajusticiaran al Rey si es que se oponía a su cumplimiento, fue la base de las monarquías constitucionales y del parlamentarismo.
La Carta Magna fue el origen de preceptos que contribuyeron al crecimiento y fortalecimiento de la democracia en el mundo occidental. El primero, y más recordado, es que nadie está por encima de la Ley, ni siquiera el monarca. También el derecho a juicio. Sobre ambos se ha construido una arquitectura institucional que hace de Gran Bretaña una nación donde prima la confianza y se respetan los estatutos.
La Carta Magna fue el  documento que inspiró otras grandes manifestaciones de la civilización: La Declaración de Derechos en los Estados Unidos en 1791 y la Declaración de los derechos del Hombre y el Ciudadanos en 1948. A pesar de sus ocho siglos de vigencia ha sido apoyo y fuente de inspiración para gigantes como Thomas Jefferson, Mandela o Ghandi quienes apelaron a ella para sostener sus planteamientos de justicia o libertad.
Al recordar los 800 años de la Carta Magna no podemos dejar de lado una reflexión sobre nuestra pequeñez política. El Perú se debate entre gobernantes improvisados que buscan artimañas y leguleyadas para escapar del imperio de la Ley o de la rendición de cuentas. Padecemos de un tinglado político preocupado del interés personal o de la riqueza monetaria antes de la avidez por la historia y la trascendencia. Vemos día a día la debacle de nuestro sistema político y somos incapaces de reconocer que la actual Constitución no da para más y que es necesario reformularla.  Mientras en Gran Bretaña la academia, la política y las élites se sienten orgullosas de mantener vigente el espíritu de los barones que se enfrentaron al poder absoluto en 1215 en el Perú la academia compite con la política en medianías y lugares comunes y las élites simplemente no existen.
No todo está, sin embargo perdido. Recordemos las grandes instituciones del mundo occidental para buscar reaccionar y brindarle así al país las bases para un resurgimiento cívico y constitucional.

Juan Sheput

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