40 y 20
En uno de los momentos más
emblemáticos del diálogo uno de los líderes políticos señalaba que estaba de
acuerdo con la bicameralidad y que su convencimiento era tal que podían ser 60 senadores y 70
diputados o de lo contrario 80 diputados y 40 senadores y si no les gustaba 90
diputados y 30 senadores, lo importante es que no se supere los 130 representantes.
El líder, ampliamente conocido por su hegemonía regional, manifestaba así el
sustento a su propuesta en el marco de la reforma electoral. Otro de los
líderes decía que bastaba con observar las damas asistentes al diálogo, en
número de cuatro, para ver la necesidad
de la cuota de género. El líder político, también de trayectoria local
municipal, no aportaba evidencias fácticas ni describía la compleja problemática
de encontrar personas con ciertas capacidades y cualidades.
El tema de fondo era la reforma
electoral y el comedor de Palacio de Gobierno el escenario de la discusión. Es
lamentable pero no puedo entender cómo se puede avalar esta forma de discutir
políticas públicas fundamentales para el desarrollo de nuestro país.
La política en el Perú no puede
ser tan “chicha”, tan informal. Los mismos que decían hace unos años que el
Perú no es un restaurant, criticando las mesas de diálogo, hoy están a favor de
espectáculos como el de ayer. Han olvidado por completo el realismo político y
los compromisos institucionales. Si todo fuera tan fácil pues que se cierre el
Congreso y todo se haga dialogando. Se hubiera aprovechado para sacar adelante
la Ley General del Trabajo, elegir quién es el Defensor del Pueblo y apoyar una
reforma en seguridad. No se puede aceptar este tipo de reuniones que no tienen
posibilidad alguna de desarrollarse de manera efectiva más allá de la buena
voluntad de los asistentes. Lo de ayer no tendrá ningún efecto práctico salvo
el de unos momentos fotográficos para el recuerdo de los asistentes.
Los mismos que escriben y
pontifican sobre la institucionalidad y la necesidad de consolidarla, aplauden
diálogos como el de ayer que sólo sirven para que el gobierno distraiga a la
opinión pública. Muy distinto sería encuentros focalizados, como el que
pretende hacer el ministro del Interior con algunos exministros, pues se
ganaría del consejo que nace de la experiencia. Pero pretender sacar ventaja de
diálogos con temas tan complejos como la reforma electoral es ilusorio. Para
eso está el Congreso de la República y si el gobierno quiere impulsar realmente
una modificación sustantiva del formato electoral pues que presente su proyecto
de Ley y se agende en el Parlamento. Pero discutir si son 35 y 95 ó 20 y 110 ó
40 y 20 los representantes en el sistema bicameral es realmente una muestra de
cómo se suele perder el tiempo en el país.
Juan Sheput
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