El gobierno de Ollanta Humala atraviesa por una grave crisis de credibilidad. Y es una vez más por la impericia política demostrada en los graves hechos que suceden en Espinar.
En horas de la mañana, en el local de la Municipalidad, el presidente regional del Cusco iniciaba una ronda de conversaciones con dirigentes de la provincia, entre ellos el alcalde provincial Oscar Mollehuanca, quien había abandonado la clandestinidad. Fue entonces que se inició un operativo policial. Decenas de agentes irrumpieron en el local municipal, con evidente violencia, arrestando al alcalde Mollehuanca. La población se mostró indignada ante este hecho, insultando públicamente al presidente a quien llamaban ¡Ollanta traidor! Posteriormente el presidente regional del Cusco, Jorge Acurio, en RPP decía "ahora ya conozco a Oscar Valdés, él me ofreció garantías para empezar el diálogo" mientras protestaba por la detención arbitraria del alcalde de Espinar.
Luego en penosa conferencia de prensa un grupo de ministros encabezados por Oscar Valdés intentaba desmentir lo dicho por Jorge Acurio buscando justificar las detenciones arbitrarias en Espinar. Lo que no se daba cuenta Valdés es que ya no tiene credibilidad y que él es el principal escollo para cualquier proceso de pacificación en el país.
Lo que está pasando es muy grave. Luego de este hecho, congresistas del partido oficialista Gana Perú reclaman públicamente la renuncia del premier Oscar Valdés. Hacen lo mismo que días antes hizo el congresista Jorge Rimarachín ante los sucesos de Cajamarca. El problema principal, lo vuelvo a ratificar, es la incompetencia del premier y su equivocada lógica militarista.
Hemos vuelto a las épocas de dudas y detenciones arbitarias. En horas de la mañana en Ideele Radio se denunciaba la detención de pacíficos dirigentes sociales a los cuáles se les habría sembrado pruebas falsas, cartuchos de balas y dinamita, con el objeto de detenerlos. Si así fuera pues habríamos retrocedido a prácticas fujimontesinistas, como bien lo decía hoy en la mañana Glatzer Tuesta en el programa que conduce en radio San Borja.
Como decía en mi anterior artículo, publicado en este blog y en Diario 16, Oscar Valdés debe irse. Los que lo defienden se niegan a ver la realidad de una incompetencia y afán militarista que hoy se convierte en el principal enemigo de la inversión. El gran problema es que como van las cosas el clima de violencia social se puede generalizar por todo el país por culpa exclusivamente del gobierno del presidente Humala.
Ver también: Entre la sangre derramada y la gente traicionada.