Perdiendo la
batalla por no usar las balas
No hay nada más absurdo que
perder una batalla por ahorrar municiones. O peor aún no usar las municiones
pensando en que llegará un mejor momento. El hombre de acción, a decir de Max
Weber, sabe usar sus balas pues es capaz de determinar la oportunidad, el
momento adecuado, el Kairós de los griegos que, traducido libremente al
español, no es otra cosa que el tiempo oportuno y que es atributo de los
políticos el poder identificarlo.
Nuestro Congreso se niega a usar
sus “balas de plata”. Por eso se envalentona el presidente Pedro Castillo y
permite que un personaje menor pero atrevido como Aníbal Torres se pasee a sus
anchas con su demagogia simplona y con sus amenazas disparatadas. El Congreso
al negarse a censurar a un funcionario que bien lo merece, no solo pierde
autoridad y credibilidad sino algo peor: poder. Y un Congreso sin poder es una
entidad sin mayor importancia.
Si el Congreso no hubiera
permitido que un individuo del nivel moral de Guido Bellido acceda al
inmerecido cargo de presidente del Consejo de Ministros el mensaje habría sido
dado: el parlamento hará respetar su función, constitucionalmente, así corra
peligro su permanencia. Pero no fue así, optó por la debilidad y la “debilidad
nunca termina de pagarse”.
En estos momentos el Perú se
encuentra entrampado a pesar de haber fórmulas constitucionales para salir del
problema. Pero no se ponen en práctica simplemente por que el Congreso piensa
en su supervivencia. No existe ese sentido patriótico y así, ponen en peligro
la misma supervivencia del Estado. De ello ya se dio cuenta Pedro Castillo,
Vladimir Cerrón y los asesores extranjeros que de hecho los rodean. Se han dado
cuenta de la pequeñez política de quiénes deben ejercer un control sobre sus
acciones, por eso actúan como se les viene en gana.
Tampoco hay realismo y sin él es
muy difícil actuar políticamente. Fujimori fue realista cuando en el 2000
renunció por fax y convocó a elecciones. El Congreso elegido en ese año fue
igualmente realista y se autodisolvió acortando su mandato. Realistas fueron
PPK y Manuel Merino cuando renunciaron y realista fue Vizcarra cuando aceptó el
mandato del Congreso que lo vacaba. No son realistas los miembros del actual
Congreso que quieren buscar soluciones extrañas ni tampoco lo son los
empresarios novatos en política que creen que las elecciones no deben ser
generales sino solo presidenciales.
Estamos entrampados pero hay
solución. Todo depende que se usen las balas y se ejerza el realismo.
Juan Sheput
Artículo publicado en El Montonero
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