Si hay derrumbes en el acantilado de Miraflores y en otras partes de la ciudad como Barranco y Surco es única y exclusivamente por descuido de las autoridades. Ha habido denuncias de expertos como el Ing. Javier Piqué y de vecinos como Manuel Saavedra, denunciando los inconvenientes y peligros que causan las construcciones al borde de los acantilados de la Costa Verde pero no se ha hecho caso.
Los acantilados eran la culminación de corrientes subterráneas de agua dulce, de allí del nombre de Chorrillos. Sobre ellos se ha construido edificios sin ningún tipo de control. En la zona del distrito de Barranco, en la parte tradicional, los bodoques de cemento -edificios- hasta se acumulan peligrosamente y desafían y enrarecen el paisaje con su presencia, no al borde, sino en el mismísimo acantilado.
Los constantes derrumbes, que han ocasionado que en algunos casos inocentes pasajeros de vehículos que transitan por la Costa Verde se vean perjudicados, serían consecuencia de estas construcciones. Sin embargo nadie hace nada, ni el Congreso, ni la Municipalidad de Lima, ni Defensa Civil ni el Instituto Nacional de Cultura. Estas construcciones se realizan con la complicidad de malos jueces y los alcaldes, en el caso de Barranco, de manera notoria.
No se que pasará en el caso de un terremoto. Los expertos dicen que estas moles de cemento debilitan las estructuras del acantilado barranquino. En Canal N, el decano del Colegio de Arquitectos, José Arispe, ha indicado en la mañana de hoy que la distancia de un edificio al acantilado debe ser por lo menos la misma que su altura. Un edificio de 15 pisos entonces debería construirse a 50 metros del borde del precipicio, pero no es así. En Barranco hasta se construye en el mismo borde.
Ya es hora que las autoridades pongan alto a estos perjuicios o que enfrenten penalmente el fruto de su irresponsabilidad o posibles actos de corrupción.
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Septiembre 2011
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