Las imágenes en 3D permiten brindar una serie de sensaciones ante las cuáles el cerebro reacciona tal y como si se tratara de emociones como consecuencia de una acción real. Por ello, por parecerme intersante, me permito reproducir el reportaje de El navegante del diario El Mundo sobre la computación visual y tecnología emocional:
La computación visual permite ver moléculas aumentadas miles de veces su tamaño, o representaciones en tres dimensiones de ciudades enteras. También es capaz de hacer de Internet una herramienta más intuitiva, más fácil para todos, y está detrás de los efectos de las películas más avanzadas y del realismo de los últimos videojuegos. Parece real, pero no lo es.
"Es algo más que gráficos", comenta Justin Rattner, vicepresidente y jefe tecnológico de Intel, y añade: "Engloba muchas disciplinas de lo que llamamos 'ciencias de la computación', y el resultado es la creación de una experiencia que parezca, se comporte, suene, e incluso se sienta como real".
Precisamente ahora, el gigante de los procesadores ha abierto un centro de investigación asociado a la Universidad de Saarbrüken (Alemania), uno de los 'puntos calientes' de la informática y la computación europeas.
Con 12 millones de dólares de inversión a cinco años, a pesar de la crisis económica, este centro se centrará en desarrollar gráficos cada vez más realistas que se apoyen en los procesadores multinúcleos de Intel.
Para qué sirve Así, gracias a estos desarrollos se pueden crear aplicaciones médicas como las tomografías en 3D a tiempo real, o incluso en un futuro cercano combinar varias pruebas diagnósticas visuales para obtener un modelo del paciente con un comportamiento similar al real. Asimismo, la simulación del comportamiento de las moléculas en casos como la gripe es de gran ayuda para la generación de medicamentos más eficaces.
También se usa, y cada vez más, para el entretenimiento, sobre todo en la creación de películas con grandes efectos visuales, la alta definición, el cine en 3D o videojuegos cada vez más realistas e interactivos. Un ejemplo propuesto por la compañía es un aplicación (Ray Tracing Algorytm) capaz de recrear sombras, reflejos y brillos en superficies y líquidos con una gran precisión.
"Estas tecnologías necesitan un gran poder de computación, dado que manejan muchas cantidades de datos, en la escala del terabit", afirma Rattner. No en vano, otro de los ejemplos mostrados fue la representación de parte de la ciudad de Hannover en 3D a partir de 415.000 millones de puntos de información. "Aplicaciones fotográficas como Street View de Google terminarán siendo sustituidas por modelos 3D", asegura.
Rattner ve un futuro cercano a la ciencia ficción actual: "La computación visual ayudará mucho a transformar la tecnología en algo emocional. Es una oportunidad magnífica, habrá dispositivos móviles que te 'comprendan', que serán casi como un asistente personal", añade el jefe de tecnología de Intel.
Un proceso
Thorsten Herfet y Philipp Slusallek, directores del nuevo centro de investigación alemán, explican el proceso de la computación visual se divide en cinco pasos, todo ellos áreas de investigación importantes.
El primer lugar, la 'adquisición' es el paso de "introducir la realidad en un ordenador, recolectar los datos" (capturar con una cámara de vídeo, por ejemplo), y se pasa al 'proceso', en el que "se optimizan dichos datos para poder manejarlos mejor". A continuación, la 'renderización' trata de "intentar generar y presentar modelos lo más similares a la realidad".
Por último, la 'transmisión' es clave para "compartir los resultados del trabajo", mientras que la 'interacción', finalmente, hace que un usuario "se sienta parte del mismo resultado", un último paso en el que entran en juego las propias emociones del destinatario.
"Los retos más importantes que tenemos por delante es hacer que todo el proceso anterior, los pasos descritos, sean cada vez más baratos y más rápidos de conseguir", comentan Herfet y Slusallek.
'Creo en la Ley de Moore'
Cada cierto tiempo, los procesadores reducen su tamaño y multiplican su poder, dice la conocida Ley de Moore. Y naturalmente, el jefe tecnológico de Intel es un fervoroso creyente. "Creemos en ella, por supuesto, llevamos haciendo transistores de silicio desde los años 60, y ahora contamos con materiales nuevos. El reto es seguir reduciendo la
escala de nuestra tecnología, de los 65 a los 45 nanómetros y más reducida.
Quizá dentro de 10 años los transistores no se parecerán en nada a los actuales, pero seguirán siendo transistores. No obstante, en una década, serán muy difíciles de mejorar".
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