Desde que se declararon el estado
de emergencia y las políticas de confinamiento el gobierno ha gozado de una
suerte de crítica limitada a aspectos técnicos pues, tanto la política como los
especialistas, entendían la magnitud del reto que se tenía por delante. En la
misma línea, funcionarios y allegados al gobierno señalaban que este no era
momento para la crítica ni para la politización, pues el Perú “está primero”.
Contradictoriamente fue el propio
presidente Vizcarra quien se distanció de este pedido recurriendo a una burda politización
con el objeto de desviar la atención sobre hechos que atañen a su gobierno. En
efecto apelar al ataque a gobiernos anteriores, usar lo contrafáctico como
justificación, comparar indebidamente nuestra situación con países con
realidades totalmente distintas, son parte de ese juego desesperado que busca
cambiar los focos de atención de la ciudadanía sobre ineficiencias y hechos de
corrupción.
En pocos días se ha pasado de ver
compras corruptas en los ministerios de Salud y del Interior a la escandalosa
muerte de nueve internos como consecuencia de un advertido motín en el cual los
internos reclamaban al ministerio de justicia por su salud. Sin embargo el
hecho que realmente conmocionó al gobierno fue la denuncia de IDL Reporteros en
la que señala que la cifra real de muertos por COVID19 es muy superior en Lima
y Callao a la que el gobierno, con aires triunfales, difunde. Esto es muy
preocupante pues una estrategia diseñada sobre datos falsos está destinada al
fracaso.
Hay motivos varios para creer en
la denuncia de IDL. La mentira es una especie de prueba rápida de la
incompetencia del gobierno de Martín Vizcarra. Recurre a ella con facilidad
para desviar la atención. Recuerdo con indignación la forma como manipularon
las cifras económicas el último día del 2019 para aparentar buenos resultados económicos.
No me sorprendería que ahora lo intenten hacer con el número de muertos por la
pandemia.
Lo he señalado en más de una
oportunidad. Este gobierno perdió el tiempo durante los meses de enero y
febrero. No hizo nada para evitar el ingreso del coronavirus y mucho menos hizo
algo por mejorar nuestra infraestructura de salud. Todo su discurso era Lava
Jato y reforma política. A pesar de las señales de alarma que venían del
exterior no se dio instrucciones para evitar el ingreso del virus. Por eso y
los antecedentes de desinformar, evitar el debate, descalificar a la oposición
con ataques pagados en las redes sociales, no nos debería sorprender que la
situación sea mucho peor que la que señala el presidente Vizcarra. A
diferencias de otros jefes de Estado que han hecho del realismo un instrumento
de lucha contra la pandemia, aquí el gobierno ha optado por el triunfalismo
basado en la desinformación.
Juan Sheput
Nota: Este artículo fue publicado en El Montonero el 29 de abril del 2020
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