El 10 de enero se dio la partida
a las elecciones que culminarán el próximo 10 de abril. Si, a partir del rango
mencionado, hiciéramos una metáfora futbolística pues diríamos que recién han
transcurrido los 6 primeros minutos de un partido que dura 90 y que puede tener
suplementario. Que a alguien le hayan metido un gol en los primeros minutos tiene
relevancia dependiendo de la actitud, pues puede servir para que el equipo
asiente mejor su posición o salga del letargo. También puede significar para
que un pequeño se crezca o ahogue sus expectativas sobredimensionadas al
estrellarse contra la realidad.
En ese sentido vale la pena hacer
un análisis sobre la performance de Julio Guzmán. Gracias a las redes ha
crecido virtualmente lo que lo ha llevado a un 5% de intención de voto. De allí
ha pasado a tener que enfrentar la realidad. Mientras en el mundo virtual puede
contestar a sus antagonistas debidamente asesorado en el mundo real tiene que enfrentar a gente de carne y
hueso en vivo y en directo. Allí se verá su potencial y limitaciones. Ha
bastado por eso menos de 24 horas para que, en un par de entrevistas aflore la
falta de temple, las contradicciones, las excusas y hasta el traslado de la
culpa a terceros (“eran 6 personas que me preguntaban cómo metralleta”). En
menos de 24 horas el buen Julio se ha desdibujado. Como señalé hace un par de
días, una cosa es crecer y otra hincharse. Lo de Julio Guzmán no pasa de ser
una hinchazón. Como diría cualquier conocedor de procesos electorales, fácil es
crecer, lo difícil, es mantener una posición.
Algo similar pasa con César
Acuña. Libre de cuestionamientos, aprovechó los meses de noviembre y diciembre
para que, con plata como cancha, se posicionara en los sectores populares.
Mientras los partidos consolidados negociaban alianzas o incorporaciones, César
Acuña imponía su buen entender para que de manera impositiva hiciera
literalmente lo que le venga en gana en su agrupación. El autoritarismo da la
imagen de eficacia. No hay que negociar ni consensuar. En el caso de Acuña todo
se adquiere y si a eso se agrega su cercanía con el gobierno pues los
resultados saltan a la vista.
Para Guzmán y Acuña conservar sus
posiciones será todo un desafío. Ha llegado la hora de la política y eso
significa contraposición de ideas, debate y, cómo no, destapes. De la forma
como reaccionen se podrá determinar su futuro. Por lo pronto se puede asegurar
que, en el caso de Julio Guzmán, ha demostrado una sideral vulnerabilidad. Un
producto virtual no pudo enfrentar el mundo real.
Juan Sheput
Artículo publicado en el portal El Montonero hoy.
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