miércoles, 4 de diciembre de 2013

Jackie y John Kennedy, cincuenta años después


Hace más de un año leí  de punta a punta “Conversaciones históricas sobre mi vida con John F. Kennedy”,  libro que contiene la transcripción casi fidedigna de siete conversaciones que tuvo  la célebre Jacqueline con el escritor Arthur M. Schlesinger Jr. tan solo a cuatro meses de haber quedado viuda.  El libro es un documento histórico que aporta una serie de datos sobre la forma como se desenvolvía el asesinado presidente, el papel de sus asesores, el rol que jugó su hermano Robert, hombre fuerte de la presidencia y la disputa por el poder real con John Edgard Hoover, el temible jefe del FBI. La grabación de la conversación fue hecha bajo la condición de  hacerse pública 50 años después de realizarse, es decir deberían haberse hecho públicas recién en el año 2014. Sin embargo su hija Caroline decidió hacerlo antes para conmemorar los 50 años de la presidencia de su padre John, razón por la cual el libro salió a la luz en el 2011.
Estoy convencido que Jacqueline  Kennedy ha jugado un papel muy importante en el recuerdo que se tiene de su primer esposo. Actuando de manera realista y consciente que John no iba a tener la oportunidad de defender su administración en conferencias, entrevistas, artículos de opinión o giras, se dedicó por completo a construir la estructura que transmitiera al mundo su legado. Es así que participó de agotadoras reuniones para planificar su tumba en el  Cementerio Nacional de Arlington,  asegurarse que el Centro John F. Kennedy para las Artes Escénicas, la Biblioteca Presidencial y el Instituto de Política, tuvieran todo lo que planearon juntos y que sirviera de centro de documentación y cultura sobre todo para los jóvenes interesados en la política.
Pero la devoción por  el recuerdo de su esposo, a decir de su hija, no se limitó a acciones después de su muerte. Contribuyó a ello, de manera admirable, también en vida de él. Se dice que Washington no sería lo bella que es hoy si no fuera por su férrea oposición a que a inicios de los 60 se demolieran las viejas casonas republicanas. Daba sus ideas sobre cómo deberían ser los parques y aprovechaba las cenas que organizaba con intelectuales –cuestión que fascinaba a ella y a John ambos amantes de la buena conversación- para solicitarles aportes para las bibliotecas de su país. En su mesa o sala nunca se perdía el tiempo y sólo eran invitados intelectuales o políticos con los cuáles se pudiera conversar. Su sólida formación europea la hizo adicta a las artes y a la historia y su dominio de varios idiomas amplió el horizonte de trabajo de John.
Como dice Arthur M. Schlesinger Jr. todos sabían del gigantesco papel que ella jugaba en lo diplomático y político durante  la presidencia de John, pero Jackie siempre se encargaba no sólo de pasar desapercibida en las grandes decisiones sino que buscaba que todo sea atribuido a su esposo.
Hay otras grabaciones de Jackie en diversos proyectos de historia oral, trabajados no sólo con Arthur Schlesinger. Hay una entrevista,  considerada como muy valiosa,  cuyas notas ella se encargó personalmente de sellar notarial y jurídicamente por cien años, hasta el año 2067. Es concedida a William Manchester, autor del libro La Muerte de un presidente. Sobre el particular ella dijo hasta el último día de su vida que, ante Manchester, dijo más de lo que hubiera querido. En estos días en que se ha vuelto a especular sobre el porqué del asesinato de JFK estoy seguro que esas notas servirían de mucho para aclarar el misterio. 
Juan Sheput

Aquí pueden leer el prólogo y la introducción de este estupendo libro:


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