De cal y arena
Dos eventos han transcurrido en
los últimos días que no pueden pasar desapercibidos pues, por su trascendencia,
tienen que ver con la institucionalidad
y la marcha del país. Uno de ellos está referido al Poder Judicial y el otro a
Educación y en ambos ha tenido participación protagónica el mismo presidente de
la República, Ollanta Humala.
El primer caso trata de un golpe
directo a la institucionalidad, esa que tanto pregona el gobierno que quiere
respetar. En medio de un proceso de negociación con miembros del Poder Judicial
sobre la aplicación de su Ley Orgánica en cuanto a los aumentos que le
correspondían a los jueces y luego que el Tribunal Constitucional se había
pronunciado a favor de esta medida, el gobierno, en complicidad con una mayoría
de congresistas cambió rápidamente las reglas de juego al promulgar una Ley que
fue discutida en un par de horas, luego del fallo del TC y en medio del proceso
de conversaciones con los magistrados. El fallo del TC habla del artículo 186
de la Ley Orgánica del Poder Judicial y del numeral 5 y la novísima Ley,
aprobada y promulgada en dos horas, cambia el contenido de dichos puntos. Ambas
salen publicadas el mismo día, es decir se burlaron del proceso de negociación
con los jueces, argumentando salvaguardar la solidez económica del país. Lo
dice el Ministerio de Economía y Finanzas, el mismo que ineficientemente gasta
millonadas en proyectos en sus OPD que no sirven para nada salvo para que
algunos, que gozan de la vista gorda del Ministro Castilla y de la Contraloría,
se llenen los bolsillos. Con esto lo
único que ha logrado el presidente Humala es dilatar el conflicto, estirarlo a
más no poder. El dramatismo económico no es excusa para destruir lo poco que
queda de confianza en el gobierno.
El segundo punto tiene que ver
con la Educación Superior. Más allá de
las formas, directas y que van en contra de un debate sesudo, hace muy bien el
presidente Humala en tomar partido en este debate que se tiene que dar en torno
a la nueva Ley Universitaria. Los lobbies son muy poderosos, en cuanto a
dinero, avisaje y contactos. Tienen políticos trabajando con generosos sueldos
en estas universidades que quieren seguir con su sistema de privilegios que ha convertido
al sistema universitario peruano en uno de los
peores del mundo. “Algunas universidades son caja chica de partidos” ha
dicho el presidente Humala en acertada frase que encierra un mundillo de
corruptelas en contra del sentido único de una universidad: educar. El debate se va a extender y no se puede caer en el juego de aquellos
que con la mascarada de la “autonomía” lo único que pretenden es seguir
lucrando con una necesidad de la sociedad.
Juan Sheput
Este artículo ha sido publicado hoy en Diario 16
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