Como era de esperarse el Jurado
Nacional de Elecciones le ha dado luz verde al pedido de revocatoria y a ello
ha seguido el entusiasmo de los revocadores, las muestras de simpatía o
antipatía a la alcaldesa de Lima y el silencio de aquellos que deberán
enfrentar el veredicto final de las
urnas. Si la consulta popular es en tres o nueve meses o más es, a estas
alturas, irrelevante. Estamos en presencia ya de un hecho que configura la
realidad política de nuestro país.
Se adelanta con ello el año
electoral al menos para la ciudad de Lima, que reúne a cerca de un tercio de
electores. Los partidos políticos pareciera ser que ven este hecho con
beneplácito. Al día de hoy sólo Perú Posible ha tenido una posición
institucional. Del resto de partidos se han tenido voces de aliento de algunos
de sus principales representantes pero no posiciones colectivas. Ello tal vez
porque están calentando motores para lo que podría ser una contienda electoral
por adelantado.
Sea cual sea la fecha en la que el
Jurado decida convocar a la consulta, de una y otra parte saldrán voces a favor
y en contra de la permanencia de la alcaldesa de la ciudad. Le corresponderá a
Susana Villarán dar la batalla política para evitar que la revoquen y a sus
opositores brindar razones al pueblo para que voten por que así sea. Ello
configura un escenario de confrontación del cual saldrá perdiendo la ciudad de
Lima pues lo cierto es que desde el día de ayer ya el municipio se encuentra
debilitado. No es lo mismo promover y ejecutar políticas públicas con la espada
de Damocles pendiendo sobre la alcaldesa y sus regidores.
Lo que viene por delante no es un
juego de niños. Tampoco es una contienda para enfrentarla con espíritu y lógica
de ONG. Es política, y allí es donde radica la fuerza de los opositores a
Susana. Hasta ahora han venido actuando con absoluta libertad sin que nadie los
desenmascare. Intentarlo ahora desnuda la precariedad política de los que
gobiernan la ciudad. Al frente tienen a
políticos de fuste -como los apristas-, disciplinados -como los fujimoristas- y
con abundancia de recursos económicos, como aquellos que rodean a Castañeda
Lossio. Será por tanto una contienda dura a la que tendrá que enfrentar Susana
Villarán, alcaldesa que, como ha recordado Carlos Meléndez en un estupendo
artículo aparecido ayer en El Comercio, es la autoridad que junto a la soberbia
de su entorno no entendió la importancia de saber tejer alianzas.
Dudo mucho que el gobierno se la
juegue por ella. El presidente Ollanta Humala ha recibido un regalo de los
revocadores al tener un evento político de largo y gran impacto como la
revocatoria. Ello hará que los reflectores estén sobre la Plaza de Armas pero
no precisamente sobre Palacio de Gobierno. Y ese desvío es el que necesitaba
este gobierno justo a la mitad de su mandato.
Juan Sheput
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