El presidente Rajoy ha inaugurado su mandato diferenciándose radicalmente del anterior gobierno, el de Rodriguez Zapatero, y lo ha hecho en el ámbito económico y social. Sabe y es consciente que de no adoptar medidas urgentes España puede pasar una serie de aprietos económicos y colocarla, literalmente, en la bancarrota. De allí que haya decidido, de arranque y sin esperar el comienzo del nuevo año, dictar una serie de medidas que van desde recortes presupuestarios hasta subidas de impuestos. Esto, en el corto plazo puede ser impopular pero, estoy seguro, dará efectos en el mediano y largo plazo, aunque algunos analistas dicen que los resultados se podrán ver, y sentir, muy pronto.
Eso es lo que sucede cuando hay un sistema de partidos. El Partido Popular, PP, se tiene que diferenciar del Partido Socialista Obrero Español, PSOE, y lo hace a través de políticas públicas diferenciadas de su predecesor. En los países sin sistemas de partidos, caudillistas, los presidentes, como Ollanta Humala pueden pregonar un cambio de modelo y luego apostar por el continuismo. Claro que el déficit de partidos se extiende al déficit en el análisis y nunca faltarán politólogos a la medida que, dejando de lado su sentido crítico, llamarán a esto "pragmatismo".
En España se plantean reformas que, como corresponde, se harán al inicio del gobierno. En el Perú, un desordenado Humala a través de un locuaz ministro de Economía, Luis Castilla, luego de 15o días de gobierno siguen prometiendo reformas al igual que los tiempos de campaña. ¿La realidad? que tenemos en Perú un gobierno que apostó por la rutina, el continuismo, la inercia, es decir la mediocridad.
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