Una de las herencias más perniciosas para la ciudad que ha dejado Luis Castañeda Lossio, es aquella que consiste en ampliar los carriles a costa de las alamedas de la ciudad. Hay mucho tráfico, nos dicen, y la solución, simplista y atentatoria contra el desarrollo urbano, se basa en ampliar la vía en cuanto carril sea necesario, sacrificando para ello lo poco de verde que tiene la ciudad.
La “solución”, dicho sea de paso, es inútil. Al poco tiempo de haberse “anchado” la pista continúan los embotellamientos, ocupando los nuevos espacios que le concedieron aquellos que creen que las soluciones del tránsito se circunscriben a obras de ingeniería civil. Usted lo puede ver en diversos puntos de la ciudad, en donde no se ha dudado en sacrificar árboles y palmeras. El tráfico denso y pesado es un pretexto para hacer obra sin planificación, que puede enriquecer a unas cuantas constructoras y, probablemente a algunos corruptos funcionarios, pero empobrecen la calidad de vida de la ciudad.
El mal ejemplo de Castañeda cunde en la ciudad. Novísimos alcaldes distritales quieren convertirse en émulo de aquel que gastando muchísimo hizo muy poco por nuestro bienestar. Los avisos de “pronto, nuevo carril” proliferan por diversos distritos, y se leen, se deben leer, como una amenaza para las bermas centrales y pocas alamedas de la ciudad.
Es así que en algún momento se quiso eliminar los hermosos árboles de la Av. Arequipa con el mismo nivel de salvajismo de aquel que quiso desaparecer los ficus de la Av. Pedro de Osma en Barranco para que pase la ruta alterna al Metropolitano. Las alamedas del Parque Norte y Sur en San Borja también son amenazadas por la destrucción urbana que ya hizo sus pininos en la zona de San Isidro.
Sacrificar árboles por cemento es la cumbre de nuestra pobreza como ciudadanos. Se aplaude las soluciones cortoplacistas en lugar de emprender medidas más sanas y coherentes para la mejora del medio ambiente como la restricción vehicular, el cambio de sentido del tránsito en horas punta, entre otras.
No tenemos desarrollo urbano, de allí el afeamiento de Lima. Los alcaldes distritales hacen sus propios compromisos con el Poder Ejecutivo para que financien sus monstruosidades e ignoran al Municipio de Lima, como lo acaba de hacer el alcalde de Surco con el Ministro de Transporte para hacer un paso a desnivel por la Av. Reynaldo de Vivanco con la Panamericana Sur, la cual destruirá la residencialidad de la zona.
En nuestro país no se aprende que las modernas soluciones de transporte pasan por el incentivo del transporte público en lugar del privado. Cualquier cosa que sea al revés será un paliativo decepcionante. Seguimos con las obras inconexas, que desplazan los embotellamientos y el caos vehicular, pero no lo solucionan. Son síntomas de subdesarrollo de una metrópoli que se niega a construir ciudadanía.
Ing. Juan Sheput
Columna publicada en Diario 16 el 9 de marzo del 2011
La “solución”, dicho sea de paso, es inútil. Al poco tiempo de haberse “anchado” la pista continúan los embotellamientos, ocupando los nuevos espacios que le concedieron aquellos que creen que las soluciones del tránsito se circunscriben a obras de ingeniería civil. Usted lo puede ver en diversos puntos de la ciudad, en donde no se ha dudado en sacrificar árboles y palmeras. El tráfico denso y pesado es un pretexto para hacer obra sin planificación, que puede enriquecer a unas cuantas constructoras y, probablemente a algunos corruptos funcionarios, pero empobrecen la calidad de vida de la ciudad.
El mal ejemplo de Castañeda cunde en la ciudad. Novísimos alcaldes distritales quieren convertirse en émulo de aquel que gastando muchísimo hizo muy poco por nuestro bienestar. Los avisos de “pronto, nuevo carril” proliferan por diversos distritos, y se leen, se deben leer, como una amenaza para las bermas centrales y pocas alamedas de la ciudad.
Es así que en algún momento se quiso eliminar los hermosos árboles de la Av. Arequipa con el mismo nivel de salvajismo de aquel que quiso desaparecer los ficus de la Av. Pedro de Osma en Barranco para que pase la ruta alterna al Metropolitano. Las alamedas del Parque Norte y Sur en San Borja también son amenazadas por la destrucción urbana que ya hizo sus pininos en la zona de San Isidro.
Sacrificar árboles por cemento es la cumbre de nuestra pobreza como ciudadanos. Se aplaude las soluciones cortoplacistas en lugar de emprender medidas más sanas y coherentes para la mejora del medio ambiente como la restricción vehicular, el cambio de sentido del tránsito en horas punta, entre otras.
No tenemos desarrollo urbano, de allí el afeamiento de Lima. Los alcaldes distritales hacen sus propios compromisos con el Poder Ejecutivo para que financien sus monstruosidades e ignoran al Municipio de Lima, como lo acaba de hacer el alcalde de Surco con el Ministro de Transporte para hacer un paso a desnivel por la Av. Reynaldo de Vivanco con la Panamericana Sur, la cual destruirá la residencialidad de la zona.
En nuestro país no se aprende que las modernas soluciones de transporte pasan por el incentivo del transporte público en lugar del privado. Cualquier cosa que sea al revés será un paliativo decepcionante. Seguimos con las obras inconexas, que desplazan los embotellamientos y el caos vehicular, pero no lo solucionan. Son síntomas de subdesarrollo de una metrópoli que se niega a construir ciudadanía.
Ing. Juan Sheput
Columna publicada en Diario 16 el 9 de marzo del 2011
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