Tuve la oportunidad de gozar y sentir en carne propia sus consejos, cuando de vez en cuando lo encontraba en La Tiendecita Blanca. En alguna oportunidad junto a un grupo de académicos de la lengua, cuando desayunaban allí, con Martha Hildebrandt a la cabeza. Realmente me da mucha pena el fallecimiento de tan ilustre peruano, maestro de varias generaciones, exponente notable de un Perú que tiene grandes hijos, correctos, dedicados al servicio, con don de gentes y gran humanidad.
Sanmarquino por formación, se dedicó a la enseñanza tanto en San Marcos como en otra gran universidad, La Universidad Católica, a la que quería muchísimo y consideraba también como su alma mater.
Fue maestro de Mario Vargas Llosa a quien dedicó un notable artículo cuando ganó el Premio Nobel. Gracias a Dios que Don Luis Jaime pudo ver, en vida, que las letras peruanas fueron coronadas con el Nobel. Creo que ese premio le dio la tranquilidad necesaria para seguir orientando nuestros pasos, con sus consejos, desde la eternidad.
Mi más sentido pésame a toda su familia y allegados por tan lamentable pérdida.
Descanse en paz Don Luis Jaime.
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