domingo, 11 de octubre de 2009

La autobiografía del diablo: Rudolf Höss

De izquierda a derecha, el doctor Mengele, Höss, Josef Kramer (La Bestia de Belsen) y otro oficial, en un descanso en Auschwitz. Foto: EE UU Holocaust Memorial Museum
Recuerdo haber leído que Hannah Arendt, a raíz del juicio de Adolf Eichmann en Jerusalen, había escrito para el New Yorker lo sorprendente que era comprobar lo poca cosa (el énfasis y las palabras son míos pues cito de memoria) que eran estos individuos que habían tenido a su cargo el genocidio de millones de seres humanos. No se explicaba cómo personas de tan bajísimo nivel habían podido erigirse en grandes "señores" del Reich alemán.

Vale este preámbulo para comentar un artículo que ha salido en el suplemento Domingo de El País de España. Trata sobre el libro "Yo, comandante de Auschwitz" que es la autobiografía de Rudolf Höss, comandante de Auschwitz desde 1940 hasta 1943, años en los cuáles organizó como un macabro proceso industrial la muerte terrible de dos millones y medio de seres humanos en el gigantesco campo de exterminio.

Del libro se comenta que lo mejor es la introducción de Primo Levi, por la calidad literaria y la estatura moral que lo convierten en documento excepcional. Sobre la autobiografía el renombrado intelectual dice lo siguiente: "el libro está lleno de "infamias contadas con torpeza", siendo su nivel literario mediocre y que el autor se revela como "un canalla estúpido y verboso, basto, engreído y por momentos manifiestamente falaz". Y sin embargo, añade, "esta autobiografía es uno de los libros más instructivos que se hayan publicado nunca por cuanto describe con precisión el itinerario de uno de los mayores criminales de la historia".

Algunas de las frases malolientes escritas por Höss, que rescata El País, tienen que ver con la comparación que hace entre gitanos y judíos, cuando marchaban a la muerte: ""No resultó nada fácil hacerles entrar en la cámara de gas, ninguna ejecución de judíos resultó tan penosa". Se preocupaba " que los niños entraran jugando en las cámaras de gas". Cuando alguna mujer se alteraba, "había que cogerlas rápido, llevarlas aparte y pegarles un tiro en la nuca". Realmente monstruoso.

Alemania se preocupa de mantener vivo el recuerdo de aquello que más la avergüenza. Es una medida sabia que busca prevenir que estos hechos terribles y repudiables se repitan. Como dice el autor del reportaje, cuando uno lee el libro, uno se lamenta que a este individuo sólo lo hayan ahorcado.

Los dejo con el reportaje de El País:

1 comentario:

Unknown dijo...

Alemania es ahora un Paìs maravilloso aparentemente como si nunca hubiera pasado la II guerra mundial con todas sus atrocidades, pero aun preserva relevantemente con sus monumentos y reliquias los recuerdos del pasado para que sus ciudadanos del país y del mundo nunca lo olviden.
Por eso es importante para nosotros el Monumento a la Verdad, los peruanos no debemos olvidarlo. Bestias humanas como fueron las S.S. no debemos permitirlo bajo ninguna careta.