jueves, 1 de octubre de 2009

En el día del Periodista mis respetos a quiénes honran la profesión


Feliz día del periodista sería un término tan general que afectaría a aquellos que practican su profesión con distancia, objetividad y pasión.

Feliz día del periodista, entonces, a los buenos periodistas, que los hay ¡Claro que los hay!

Nuestro país requiere de periodistas en todo el sentido de la palabra. De aquellos que forman opinión en base a su criterio, a su razonamiento y porque creen en él, firmemente, aún a costa de su bienestar.

Recuerdo haber comprado periódicos sólo por leer a brillantes columnistas. Me formé en Ingeniería cuando empecé a amar la profesión a partir de los artículos de brillantes ingenieros y periodistas como Don Ramón Remolina y el admirado Felipe Ortiz de Zevallos. Pero no sólo leía a ellos, que escribían en el otrora gran diario El Comercio. También leía Expreso, el de Manuel Ulloa. Uno no podía estar al margen de lo escrito por Lucho Loli, Jorge Morelli, Manuel D'Ornellas y Jaime de Althaus. Tuve la suerte, inmensa por cierto, hoy lo valoro, de poder haber leído a otro gran diario, La Prensa. La pluma de Enrique Chirinos Soto, admirable desde cualquier punto de vista, de Arturo Salazar Larraín, los inicios de Jaime Bayly y Federico Salazar tratando de repente de emular la "escuelita" que dejó Don Pedro Beltrán Espantoso.

Siendo niño he crecido a la sombra de los periódicos que mis padres leían. Compraban todos, literalmente, sobre todo los domingos, en que había competencia de suplementos dominicales. Uno leía a lo largo de los textos el desarrollo de una pluma, no lo que se lee telegráficamente ahora. Era raro, rarísimo leer una interjección, una lisura. La replana estaba reservada para Última Hora. Eran momentos estelares de la prensa, con noticia separada de opinión, tal como señaló, contundemente en la escuelita de La Prensa su director Pedro Beltrán.

En televisión teníamos a Alfonso Tealdo con su agudeza e inteligencia. Mario Vargas Llosa hacía especiales. Y habían lecciones de dignidad que se me quedaron grabadas en la mente. La noche, por ejemplo, en que del set de Panamericana sacaron a Luis Pásara porque dijo lo que pensaba, sin temor a que lo boten o que se quede sin quincena. Del set lo mandaron al aeropuerto durante la dictadura de Velasco. ¡Esos eran periodistas!

Hoy el periodismo atraviesa por malos momentos. La mermelada lo ha enfermado. Es una de las malditas herencias del fujimorato, que compró opinión de manera corrupta y desvergonzada.

Sería bueno que el propio periodismo haga un deslinde con estos individuos, los mermeleros, esos que construyen prestigios sobre la base de la propina mensual o que protegen corruptos por miles de verdes razones. Es bueno que ya periodistas de distintas corrientes estén tratando el tema abiertamente: Gustavo Gorriti, Alberto Ku King, Glatzer Tuesta, ya mencionan de esta lacra que a través de remuneraciones escondidas compran corruptos "periodistas" que así protegen lobbies, negociados, falsos prestigios.

En el día del periodista, mis respetos por aquellos hombres de prensa que honran su profesión.

3 comentarios:

Marcos Vásquez Mazzotti dijo...

En efecto muchas veces las columnas son lo mejorcito que hay.
Lamentablemente, la prensa escrita y televisiva, en el Perú es -a mi juicio- de bajo nivel.
Por ello prefiero el internet

Luis Nestares dijo...

Efectivamente pocos son los que de momento pueden ser considerados refrentes pero creo que en su comentario hay una omisión.
Cesar Hildebrandt hoy por hoy sin los apasionamientos resulta siendo un referente y creo que columnista de lectura obligatoria, así que a mi modesto parecer debe compartir espacio al lado de todos los mencionados.

Juan Sheput dijo...

Lucho, lo que sucede es que César está completamente vigente y es un gran periodista. La columna se refiere al pasado. Un abrazo.