Es relativamente fácil escuchar a un mandatario solicitando esperanza a sus pueblos. Ejemplos abundan, en todas las latitudes. Esperanza pedía Fujimori, cuando la recesión y la lucha contra el terrorismo. Esperanza y optimismo reclama Alan García para enfrentar a la crisis económica. Lo difícil es reclamar virtud, pues para ello se requiere, indefectiblemente, imperio moral y ello, lo moral, es un bien escaso, más aún en la clase política mundial.
Eso es lo que diferencia a Barack Obama de decenas de presidentes que piden esperanza a sus compatriotas. La conjunción con Virtud es lo que hace diferenciado el mensaje del nuevo presidente de los Estados Unidos. Es por eso que en la actualidad se ve al mandatario de Estados Unidos como un presidente identificado con reconstruir el rol de guardian moral que tenía la primera potencia del mundo desde los tiempos de Theodore Roosevelt.
El discurso del presidente Obama se puede calificar de histórico, no sólo por el caracter de ser el primer presidente negro de los Estados Unidos sino por su contenido excepcional. El llamado al mundo musulmán, el ratificar el compromiso con la libertad y el expresar los deseos de amistad con el mundo, son elementos que nos pemiten asegurar que al menos hay voluntad política de la única superpotencia mundial.
Sin embargo el horizonte es desalentador. Las bolsas esperaban un mensaje más crematístico y no reaccionaron como se esperaba. Irak, Afghanistán, Corea del Norte, Palestina, Rusia mirán de medio lado. Pakistán es un grave problema y en China no se puede confiar, del todo. La crisis económica está condenando a la pérdida de empleo a 300,000 personas cada mes. En fin, el presidente Obama tiene un duro camino por andar.
Eso es lo que diferencia a Barack Obama de decenas de presidentes que piden esperanza a sus compatriotas. La conjunción con Virtud es lo que hace diferenciado el mensaje del nuevo presidente de los Estados Unidos. Es por eso que en la actualidad se ve al mandatario de Estados Unidos como un presidente identificado con reconstruir el rol de guardian moral que tenía la primera potencia del mundo desde los tiempos de Theodore Roosevelt.
El discurso del presidente Obama se puede calificar de histórico, no sólo por el caracter de ser el primer presidente negro de los Estados Unidos sino por su contenido excepcional. El llamado al mundo musulmán, el ratificar el compromiso con la libertad y el expresar los deseos de amistad con el mundo, son elementos que nos pemiten asegurar que al menos hay voluntad política de la única superpotencia mundial.
Sin embargo el horizonte es desalentador. Las bolsas esperaban un mensaje más crematístico y no reaccionaron como se esperaba. Irak, Afghanistán, Corea del Norte, Palestina, Rusia mirán de medio lado. Pakistán es un grave problema y en China no se puede confiar, del todo. La crisis económica está condenando a la pérdida de empleo a 300,000 personas cada mes. En fin, el presidente Obama tiene un duro camino por andar.
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