En el último mes mis obligaciones profesionales me han llevado a participar en una serie de conferencias y seminarios ligados al mundo de la ingeniería y la competitividad. Es muy importante que se sepa que el mundo de la ingeniería es protagónico para que nuestro país tenga un desempeño adecuado tanto en el Foro Económico del APEC como en las relaciones comerciales y de servicios que se establezcan a partir de los Tratados de Libre Comercio.
El profesor Michael Porter decía que no compiten los países sino sus empresas. Podríamos deducir a partir de dicha frase que no compiten las empresas sino las personas que las conforman. Siendo así es necesario construir un capital humano de primer nivel que pueda soportar un crecimiento económico por varios años más que nos lleve al desarrollo sostenible.
Pero la construcción de capital humano es un tema complejo. Tiene varias aristas que es necesario enfrentar en conjunto y no de manera aislada. El reduccionismo en el que cae permanentemente la intelligentsia local es muestra que estamos en un país que vive inmerso en sus trabas del subdesarrollo. Creer que se construye capital humano a partir de exámenes a maestros o programas aislados es jugar a la simplicidad.
Construir un capital humano de primer nivel implica trabajar de manera planificada con una conciencia de largo plazo. Tener planes coherentes para la sociedad, para la educación primaria y secundaria y otro para la Universidad y los colegios profesionales. También tendrán una gran participación empresa y sociedad civil. Y –cómo no- las entidades gubernamentales. Entendido el objetivo y diseñado el plan, se tendrá que abandonar los esquemas que nos llevan a los triunfos episódicos de corto plazo y apostar al mediano y largo plazo. Y el camino a la conquista del futuro debe tener metas concretas que nos permitan medir el nivel de avance hacia el objetivo central.
Una de esas metas puede ser el caso de la Universidad por ejemplo. Se tiene que detener esa estafa masiva y consentida de las universidades negocio, que pululan cual si fueran bodegas o pollerías. Tienen sucursales en muchos lugares del país y no tienen profesores. Mucho menos revisan los contenidos que imparten. Están forjando profesionales que no tendrán capacidad de emplearse simplemente porque no están capacitados. Respecto a este crimen que involucra a gran cantidad de muchachos de una generación muy pocos dicen algo. Y son pocos porque las universidades compran silencio de una manera exquisita: contratan a sus eventuales fiscalizadores como consultores o profesores y así se dificulta entorpecer con la crítica la relación laboral. Gracias a ello las universidades negocio siguen priorizando el margen sobre la rentabilidad social y el marketing sobre el capital intelectual.
Una forma inmediata de lograr mejoras en el sistema universitario es dándole recursos a la universidad pública peruana. Recursos los hay, lo dice el propio presidente. Apueste entonces señor presidente por la educación y no por el gasto sin planes ni objetivos. Una universidad pública de excelencia obligará a las universidades privadas a mejorar, será un estupendo catalizador. De las diez mejores universidades del país, siete son nacionales: UNMSM, Universidad Nacional Agraria La Molina, Universidad Nacional de Ingeniería, Universidad del Altiplano, Universidad San Agustín de Arequipa, Universidad Nacional de Trujillo, Universidad Nacional Agraria de la Selva. Lamentablemente el Perú no tiene ni una sola universidad en el ranking de las 500 mejores del Mundo. Mientras nuestros vecinos colombianos en la Universidad de los Andes se plantean tener un premio Nóbel en los próximos 25 años, en nuestro país el gobierno le niega la homologación y recursos presupuestales a los profesores universitarios y a las universidades públicas.
De nada servirán APEC´s y TLC´s sin un competitivo capital humano. Punto.
El profesor Michael Porter decía que no compiten los países sino sus empresas. Podríamos deducir a partir de dicha frase que no compiten las empresas sino las personas que las conforman. Siendo así es necesario construir un capital humano de primer nivel que pueda soportar un crecimiento económico por varios años más que nos lleve al desarrollo sostenible.
Pero la construcción de capital humano es un tema complejo. Tiene varias aristas que es necesario enfrentar en conjunto y no de manera aislada. El reduccionismo en el que cae permanentemente la intelligentsia local es muestra que estamos en un país que vive inmerso en sus trabas del subdesarrollo. Creer que se construye capital humano a partir de exámenes a maestros o programas aislados es jugar a la simplicidad.
Construir un capital humano de primer nivel implica trabajar de manera planificada con una conciencia de largo plazo. Tener planes coherentes para la sociedad, para la educación primaria y secundaria y otro para la Universidad y los colegios profesionales. También tendrán una gran participación empresa y sociedad civil. Y –cómo no- las entidades gubernamentales. Entendido el objetivo y diseñado el plan, se tendrá que abandonar los esquemas que nos llevan a los triunfos episódicos de corto plazo y apostar al mediano y largo plazo. Y el camino a la conquista del futuro debe tener metas concretas que nos permitan medir el nivel de avance hacia el objetivo central.
Una de esas metas puede ser el caso de la Universidad por ejemplo. Se tiene que detener esa estafa masiva y consentida de las universidades negocio, que pululan cual si fueran bodegas o pollerías. Tienen sucursales en muchos lugares del país y no tienen profesores. Mucho menos revisan los contenidos que imparten. Están forjando profesionales que no tendrán capacidad de emplearse simplemente porque no están capacitados. Respecto a este crimen que involucra a gran cantidad de muchachos de una generación muy pocos dicen algo. Y son pocos porque las universidades compran silencio de una manera exquisita: contratan a sus eventuales fiscalizadores como consultores o profesores y así se dificulta entorpecer con la crítica la relación laboral. Gracias a ello las universidades negocio siguen priorizando el margen sobre la rentabilidad social y el marketing sobre el capital intelectual.
Una forma inmediata de lograr mejoras en el sistema universitario es dándole recursos a la universidad pública peruana. Recursos los hay, lo dice el propio presidente. Apueste entonces señor presidente por la educación y no por el gasto sin planes ni objetivos. Una universidad pública de excelencia obligará a las universidades privadas a mejorar, será un estupendo catalizador. De las diez mejores universidades del país, siete son nacionales: UNMSM, Universidad Nacional Agraria La Molina, Universidad Nacional de Ingeniería, Universidad del Altiplano, Universidad San Agustín de Arequipa, Universidad Nacional de Trujillo, Universidad Nacional Agraria de la Selva. Lamentablemente el Perú no tiene ni una sola universidad en el ranking de las 500 mejores del Mundo. Mientras nuestros vecinos colombianos en la Universidad de los Andes se plantean tener un premio Nóbel en los próximos 25 años, en nuestro país el gobierno le niega la homologación y recursos presupuestales a los profesores universitarios y a las universidades públicas.
De nada servirán APEC´s y TLC´s sin un competitivo capital humano. Punto.
Artículo publicado en la revista Deltron News.
No hay comentarios:
Publicar un comentario