domingo, 15 de junio de 2008

Migraciones: a propósito de la directiva de la vergüenza

El tema de la migración es un asunto central. Gran parte del crecimiento económico en países latinoamericanos se debe al flujo de remesas que vienen del exterior. Economías como la mexicana, la ecuatoriana, la colombiana, la peruana y las centroamericanas como las de Horundas o El Salvador, tienen en el flujo de remesas ingresos considerables. Bolivia también se encuentra en el rango de las economías mencionadas y la mencionamos aparte por que es el único país en donde, desde el gobierno, se ha emprendido una campaña contra la denominada Directiva de la Vergüenza que busca la repatriación de migrantes a sus países de origen.
El próximo 18 de junio de 2008, es decir mañana, será debatido en el Parlamento Europeo la Directiva sobre detención y expulsión de las personas extranjeras de la Unión Europea, propuesta inicial se remonta al año 2005.
El objetivo es buscar se adopten medidas similares en la la legislación europea en cuanto a la retención y la expulsión de las personas en situación irregular. El dictamen del Parlamento tendrá el mismo carácter vinculante que tienen las decisiones del Consejo.
Esta Directiva, calificada por las organizaciones de inmigrantes y de defensa de los derechos humanos de Directiva de la Vergüenza, afecta aproximadamente a unos ocho millones de extranjeros sin papeles que residen en el territorio de la Unión Europea. Ocho millones, que de regresar a sus países serían fuente previsible de conflictos.
Sin embargo hay otras medidas draconianas que deberíamos leer a continuación:

1. Estamos ad portas de una deportación masiva sin precedentes. Europa país de inmigrantes hoy sataniza a los que se atreven a pisar sus tierras.
2. Prevé un encierro de los extranjeros en situación irregular de entre 6 y 18 meses. Lo que significa que aumenta la duración de internamiento, que es actualmente de 40 días en España, hasta al menos los 6 meses. Pudiéndose prolongar hasta 18 meses en caso de obstrucción en el curso del procedimiento de expulsión.
3.Prevé una prohibición de entrada en el territorio europeo de 5 años para las personas expulsadas, lo que equivale a criminalizar y excluir a estas personas.
4.Los menores ya no se beneficiarán de la protección que les es concedida, hasta ahora, por el Convenio sobre los Derechos del Niño, que todos los Estados de la Unión han firmado. De hecho, los menores, estén o no acompañados, podrán en adelante ser retenidos/detenidos en centros de internamiento y expulsados como adultos, en violación del principio fundamental del interés superior del niño.

Por otro lado gracias al diario ABC de España nos enteramos de lo siguiente:

Al analizar el proyecto de Directiva se aprecia que disminuyen las garantías de protección para colectivos más vulnerables protegidos por convenciones de derechos humanos (asilo, menores, vida privada y familiar, etc.) ratificadas por UE y los Estados miembros. También que aumentan las medidas de control y aislamiento de poblaciones señaladas como indeseables, pues lo que se va a permitir es un internamiento administrativo con privación de libertad, sin base penal, absolutamente desproporcionado a la infracción cometida y se lo va a transformar en una norma europea. Teniendo en cuenta que los procesos de expulsión materializables están durando aproximadamente 10 días, está claro que la ampliación del plazo de internamiento a 18 meses significa una criminalización institucionalizada de los inmigrantes sin papeles en Europa.

En el caso Español esta directiva resulta todavía más preocupante, pues los Centros de Internamiento para Extranjeros (CIEs) españoles acaban de sufrir una dura denuncia, concretamente, de la Comisión de Libertades Civiles, Justicia y de Interior del mismo Parlamento Europeo en un Informe Público de marzo de 2008. Sobre la base de una visita a cinco centros (Fuerteventura, Madrid, Barcelona, Málaga y Algeciras) la citada Comisión acusa al Estado Español de vulnerar gravemente los derechos fundamentales de los extranjeros. Por razón de una situación administrativa irregular se encuentran detenidos en centros de carácter penitenciario, en condiciones lamentables y con ausencia de todo control externo sobre la gestión de dichos centros.

Este Informe viene a confirmar todas las denuncias que los grupos pro-derechos humanos vienen realizando desde hace años, reclamando insistentemente su cierre inmediato. De modo generalizado:
Falta de transparencia de lo que sucede en el interior de los CIEs. No se concede la posibilidad de que las ONGs se entrevisten con los extranjeros.
Existe hacinamiento y malas condiciones de salubridad.
Los hijos de los extranjeros son separados de sus padres y llevados a centros de acogida de menores.
Las visitas están sometidas siempre a vigilancia y sin posibilidad de contacto físico.
A diferencia de las cárceles, no hay un cuadro de sanciones (leves, graves y muy graves) lo que genera mucha arbitrariedad sobre lo que es sancionable o no y su pena.
No hay servicio medico regular.
La proliferación de estos Centros de Internamiento, que más bien deberían llamarse cárceles administrativas, dado que el tratamiento que reciben los internos es de carácter carcelario (presencia policial, cámaras de vigilancia, revisión de los efectos personales, reclusión en celdas, etc.), y la forma como se aplican las políticas de repatriación en la UE constituye una lacra inaceptable para la sociedad europea. Los procedimientos administrativos de expulsión están basados en el castigo preventivo, el debelitamiento, cuando no la imposibilitación material del ejercicio de derechos fundamentales recogidos en los textos legales y en las convenciones internacionales, unas condiciones degradantes e humillantes que representan un atentado a la dignidad de las personas extranjeras, etc. Se trata de políticas represivas y supuestamente disuasorias que están contribuyendo a institucionalizar una cultura político-administrativa que crea espacios sustraídos en la práctica a la tutela judicial efectiva y aumenta desproporcionadamente el grado de discrecionalidad de las autoridades policiales y de las fuerzas de seguridad. No resulta exagerado, como vienen señalando los sectores implicados, calificar estas cárceles administrativas de verdaderos agujeros negros en un Estado de Derecho.

Es más, a aquellos que resulta imposible averiguar el país de procedencia o no existe convenio de repatriación con el mismo, se les entrega una orden de expulsión y se les pone en libertad, con lo que en realidad más que del país se les expulsa del sistema de garantías jurídicas y se les coloca en una situación de total desamparo legal. Podría decirse que estas instituciones actúan de facto como creadoras de extranjeros a-legales y marginales.

Ante esta realidad es necesario reaccionar y defender los derechos de los inmigrantes sin papeles, actuar contra una cultura político-administrativa que supedita la garantía de los derechos a supuestos objetivos de seguridad y bienestar de la población autóctona.

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