Tragedias urbanas y falta de previsión
El reciente incendio en
Valparaíso, Chile, demuestra lo débil
que se tornan las ciudades cuando crecen sin mayor ordenamiento urbano. La
fortaleza de una ciudad se muestra cuando acontecen eventos inesperados y, en
el caso de Valparaíso, las debilidades mostradas son consecuencia de años y
años de crecimiento desordenado, sea por causa de falta de normativa, sea por
causa de facilidades políticas.
Lo cierto es que ocurrió un
incendio muy grave y, como informan medios de comunicación como La Tercera, las instituciones
funcionaron con presteza, es decir estuvieron a la altura del complejo desafío
de extinguir un incendio de colosales proporciones.
Me pregunto qué pasaría en Lima
en el caso que ocurriera un evento catastrófico de gran magnitud ¿Qué pasaría
luego de un gran terremoto? ¿Cómo se enfrentaría un incendio de proporciones en
el centro histórico? ¿Un derrumbe o un tsunami en la costa verde?
En Lima no existe una cultura del
riesgo, se cree torpemente que nunca nos
va a pasar nada. Y ese espíritu relajado es el que nos lleva a crecer desordenadamente
sin la provisión de servicios mínimos adecuados. Esta situación no se limita a
los sectores más bajos en la escala económica. También se ve en los sectores
más pudientes. Las casas construidas en terrenos invadidos en Lima Norte por
ejemplo tienen tanta falta de servicios básicos como las modernas casas
construidas en las playas del Sur, el balneario de Asia por ejemplo.
Recientemente se señalaba que, en el caso de necesitar atención médica de
urgencia algún poblador de las casas playeras de Asia sólo tenía dos opciones: o ir más al sur, a
Cañete, a decenas de kilómetros o recorrer más de 100 kilómetros hacia el
norte, hacia Lima. En el trayecto no se iba a encontrar ni un solo centro
médico con las últimas tecnologías como para atender emergencias médicas de relativa complejidad.
Asia es, en cierta medida, un
reflejo de nuestro crecimiento económico: deterioro cívico que se manifiesta en la vulgaridad exhibida en
su bulevar, ausencia de servicios básicos y un cortoplacismo que da pie a un consumismo
exagerado, en un afán de demostrar signos de éxito sin ningún tipo de
sostenibilidad.
Lo mismo sucede con los terrenos
invadidos. Por el norte, a pocos metros de la variante de Pasamayo, las
invasiones han formado un centro poblado con gran cantidad de habitantes. Lo
mismo se ve en Ventanilla como en otros lugares de Lima Norte y Lima Sur. Son
poblaciones que exigen servicios que no tienen y que conviven con problemas de vandalismo,
epidemias y muy poca seguridad. Tampoco hay agua y desagüe, en muchos casos
porque los costos de su implementación son muy altos.
De suceder una tragedia de
proporciones en Lima, como la que sería consecuencia de un gran terremoto, la
ciudad colapsaría. Los bomberos no podrían avanzar por los embotellamientos de
tránsito; algunos hospitales se habrían derrumbado como el 2 de Mayo o el
Arzobispo Loayza; los edificios
hospitalarios que aún se mantuvieran
firmes no se darían abasto y los servicios de agua o de luz podrían
estar fuera de acceso por destrucción de
tuberías o conductores.
La principal causa de esta
tragedia es la falta de desarrollo urbano, la ausencia de un plan de desarrollo
de la ciudad. Nos limitamos a pintorescos simulacros que ayudan en algo pero
que no son suficientes. Es necesario empezar a trabajar con seriedad en el
desarrollo urbano de la ciudad y tener planes de contingencias para la
eventualidad de la ocurrencia de una gran tragedia.
Juan Sheput
Artículo publicado en Diario 16 el 17 de abril del 2014
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