Coronavirus e improvisación
No está en duda que al gobierno
le corresponde actuar con rapidez para poder controlar cualquier masificación
del virus COVID-19, más conocido como coronavirus. Pero actuar rápidamente no
significa actuar con ligereza, ni generando medidas que contribuyan al desorden
ni a la histeria generalizada. Se requiere actuar con profesionalismo y con
calma, atendiendo a la evidencia fáctica, a las experiencias recogidas de otros
países, a los resultados que se vienen observando en China e Italia y
entendiendo nuestras propias fortalezas y limitaciones.
Los resultados de China, donde se
puede decir que el virus ya está controlado, señalan que la población más
vulnerable y que ha tenido el mayor número de muertos es la de mayores de 70
años y con algún tipo de patología. No se han reportado casos de niños muertos
en ninguna parte. Esto es un dato. Otros son que todo parece indicar que el
virus requiere para su expansión de temperaturas bajas. De hecho los países
donde más casos hay son en aquellos que se encuentran en pleno invierno. La
región de La Lombardía, en Italia, está al norte, limítrofe con el frío de los
Alpes. Eso nos podría brindar algún tipo de ventaja sobre la base de la
estacionalidad. Que el virus ya llegó es un hecho. Ha sido a través de viajeros
provenientes de Europa. Desde la aparición del virus hace tres meses nuestras
autoridades no hicieron nada. Recién ahora, con once casos comprobados empiezan
a tomar medidas, algunas de ellas desacertadas.
La suspensión de las clases es
una de ellas. El encapsulamiento del virus por el verano puede significar que
el brote se manifieste en un par de meses. Es allí donde el gobierno recién
debería pensar en suspender las clases. El Perú no tiene ni siquiera una
infraestructura mínima para la educación en línea ni para el teletrabajo. Ni
siquiera hay legislación adecuada y, peor aún, ni siquiera existe el personal
calificado. El MINEDU no ha hecho nada en ese sentido. Enviar a los niños a su
casa sin mayor motivo es un sinsentido producto de la incapacidad del gobierno
para gestionar crisis complejas.
Si de aislamiento se trata mayor
problema lo constituye el transporte público. Qué está planteando para el
Metropolitano o el Tren Eléctrico? O para los espectáculos públicos especialmente
los deportivos. Cuántos niños, si esa es su preocupación, han ido al estadio el
fin de semana a nivel nacional.
Cuando el gobierno en lugar de
aportar calma contribuye al desorden y al caos, las cosas se agravan pues lo
principal, la confianza, se diluye. Es un hecho que el presidente no se rodea
de personas capaces que lo aconsejen de manera adecuada sino en función de
conservar su popularidad. Es importante evitar el colapso de nuestra
infraestructura de salud, la endeble que tenemos y que ni siquiera tiene
incubadoras, pero eso, en estos momentos pasa por medidas de prevención,
basadas en datos y evidencia, con los mejores especialistas en salud pública y
aprendiendo de lo que ya vienen haciendo países que enfrentan la pandemia. No
con medidas apresuradas y que no tienen sentido como evitar que los niños vayan
al colegio hasta el 31 de marzo. En los colegios se les podría educar mejor y
generar una cultura sanitaria a cargo de los profesores que daría mejores
resultados. Una vez más la improvisación.
Juan Sheput
Este artículo fue publicado en El Montonero el 12 de marzo del 2020
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