Mi columna de hoy en Diario 16 es respecto a la actitud del presidente de sabotear los esfuerzos del Premier Villanueva y asegurar que gobierna con su familia:
Ímpetus Autoritarios
Especular sobre las razones del
presidente Ollanta Humala para emprender una jornada agresiva contra las
diversas fuerzas políticas no es un ejercicio inútil. Por los antecedentes
demostrados en la última campaña presidencial, más bien debe ser una obligación.
Cuando de ímpetus autoritarios se trata la prevención no debe ser sólo una señal de alerta sino una forma de
proteger a la democracia con convicción.
El presidente Humala se ha
ratificado en el hecho que gobierna en familia. Se coloca así en el borde de la
infracción constitucional. Actúa en forma envalentonada porque sabe que en el
Congreso de la República, más allá de declaraciones de algunos
parlamentarios ante los medios de
comunicación, las fuerzas políticas no le pasarán la factura al Premier Villanueva.
Este recibirá el voto de confianza, a pesar de todo, como consecuencia de un
malentendido “fair play” que le hace mucho daño al régimen democrático.
Gracias a ello el presidente
Humala seguirá actuando en pared con su esposa, sirviendole de pararrayos para
que el crecimiento de la popularidad e imagen de la señora Nadine Heredia no se
vea afectada, en una situación concreta de activismo político con recursos del Estado, cuestión
que está prohibida por Ley. En ese sentido
el presidente no es el único
responsable. Lo son también los ministros que se prestan a las acciones
proselitistas de la esposa del señor Humala. Lo hacen porque lo ven de manera
natural. Es lo que se ha permitido en estos dos primeros años y medio. Ya están
acostumbrados a ser simples acompañantes
de la señora Nadine Heredia en actividades que les corresponde protagonizar a
ellos por ser funcionarios de gobierno.
El proceso de toma de decisiones se detiene porque están a la espera de la “luz
verde” que le otorga la primera dama según propia confesión del Ministro de
Defensa. Aceptan que les coloquen los viceministros los cuáles responden
directamente a la llamada pareja presidencial o a asesores en la sombra. Es lo
que sucede, por ejemplo, en el Ministerio de Educación, en donde el nuevo ministro Jaime Saavedra ha ratificado
a los viceministros responsables de la pésima gestión y mínima capacidad de
ejecución presupuestal que padeció
la exministra Patricia Salas según informe aparecido en La
República escrito por Ricardo Uceda y no desmentido hasta la fecha.
La situación se torna en
insostenible porque estamos ya a 11 meses del próximo proceso electoral,
regional y municipal. De seguir así, no duden en que la manipulación de la
ciudadanía será una práctica común llevada a cabo a través de madrinazgos que
no se podrán sancionar porque simplemente la esposa del presidente no es
funcionaria pública y por lo tanto tiene libertad de acción. De permitirse eso
el proceso electoral del 2016 será sumamente enrarecido, con una democracia
empobrecida por obra y gracia de la llamada “pareja presidencial”.
Si el presidente Humala avanza en
sus ímpetus arrogantes y autoritarios es porque lo permitimos. Tal y como se
permitió, con excepciones, en la segunda mitad de los noventa, periodo con el
cual hay, en la actualidad, más de una semejanza.
Juan Sheput
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