Mi columna de hoy en Diario 16:
Hace pocos días, en entrevista
concedida a El Comercio, el expresidente de Chile, Don Ricardo Lagos, como
respuesta a Milagros Leiva ante una pregunta sobre corrupción, señalaba que era
a través de la cultura como se le podía combatir. Recordaba, con justo orgullo,
que en Chile se enseñaba, en las
escuelas y a los niños, que hubo presidentes en Chile tan decentes y honestos,
como el expresidente Pinto que, al cesar
en sus funciones, sus amigos “le
juntaron un par de pesos” para arrendarle una casa en donde vivir.
Un día después, en el mismo El
Comercio, se publicó un estupendo artículo de nuestra destacada historiadora
Carmen McEvoy que tenía como inspirador una reflexión sobre la conducta de nuestros recientes exmandatarios. Sin
proponérselo, el mismo sirvió para recordarnos a millones de compatriotas, que
en nuestro país también hubo mandatarios decentes. En su artículo trataba del
gran Mariscal Don José de la Mar, de sus desprendimientos y de su respeto a la
dignidad de la República.
No es primera vez que Carmen
McEvoy nos brinda la oportunidad de saber de nuestros grandes repúblicos. Ya
antes, en sendos libros, había escrito sobre Manuel Pardo y su trágico legado.
Personajes decentes, respetuosos
de la dignidad de la República, a decir de Doña Carmen McEvoy hemos tenido. El
problema está en que no los sabemos transmitir
a través de enseñanzas sobre todo a los niños para que se sientan
orgullosos de su Nación.
Es así que el drama de nuestros
recientes expresidentes nos lleva a un tema de injusticia y peruanísimo olvido
de lo bueno y correcto. En los últimos
días, de manera generalizada, se escribe y comenta de los problemas de
los tres “últimos expresidentes” y se menciona a Alberto Fujimori, Alejandro
Toledo y Alan García. Si bien es cierto hay notables diferencias (que no es el
motivo de este artículo) uno está condenado y los otros están en proceso de
investigación por lo que no hay que adelantar juicios. Que están en
incomodidades y problemas lo están, es un hecho innegable. Pero referirnos a ellos como nuestros tres
últimos expresidentes es un acto injusto hacia un personaje que llenó con su
decencia el inicio de este siglo en el
Perú: Don Valentín Paniagua.
Para todos los efectos Don
Valentín Paniagua fue Presidente Constitucional de la república del Perú. Fue
la persona correcta para un momento especialmente difícil. A pesar de las
solicitudes de varios miembros de su entorno cumplió al pie de la letra su
promesa de respetar la entrega del poder convocando a elecciones. Sabía que, de
permanecer en el poder, habría hecho lo que muchos, de hacer lo opuesto a lo
que pregonan, hiriendo de muerte la
confianza puesta en su mandato de conducir un periodo tan difícil como el de la transferencia democrática.
Don Valentín Paniagua es uno de
los tres últimos expresidentes del Perú que no sólo tuvo un paso decente por la
presidencia de la República sino que
tuvo un comportamiento ejemplar. Es la
demostración que se puede ser el primer magistrado de la Nación “respetando la
dignidad de la República” a decir de Doña Carmen McEvoy. Está en nosotros
contribuir al orgullo del país rescatando y enseñando sobre su legado. Juan Sheput.
2 comentarios:
Apreciado Juan, con frecuencia sigo tu blog, pero muchas veces estoy demasiado atareado en diversas actividades y ocupaciones. No obstante ello, recordar a Don Valentín Paniagua, considero que es todo una obligación para todo ciudadano que se enorgullezca de ser peruano y más aún, de ser demócrata. Tuve el altísimo honor de conocer a nuestro ex presidente cuando cursaba la carrera de Derecho y Ciencias Políticas en la Universidad Alas Peruanas en la Ciudad de Huancayo. Así que recordarlo es recordar la trayectoria decente del político y ser humano ejemplar que fue.
Felicitaciones por invitarnos a recordar a un extraordinario ser humano, profesional y político.
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