La locomotora de Europa, Alemania, ha tenido una jornada electoral con un resultado arrollador: el triunfo contundente de la actual Canciller Angela Merkel, la cual ingresa así a su tercer mandato. De ello y de las implicancias para el mundo trata mi artículo de esta semana:
El triunfo de Angela
Merkel
Un país como el nuestro no debería permanecer tan indiferente
ante la reciente victoria electoral de
Angela Merkel. No sólo por una cuestión económica ni globalizadora que suena un
poco como interés comercial, sino también por lo que se tiene que aprender de
Alemania en términos políticos, intereses de Estado y visión de futuro.
Angela Merkel ha tenido un triunfo arrollador, 8 puntos
porcentuales más que su anterior victoria de hace 4 años. Ha obtenido 311
escaños de los 630 que tiene el Bundestag alemán, es decir se ha quedado a tan
sólo 5 parlamentarios de tener una mayoría absoluta, algo que no se ve hace
mucho tiempo en Alemania, aún desde los tiempos eufóricos de la reunificación.
¿Por qué esta suerte de “merkelemanía” como la llama la
prensa europea? Sin duda tienen que ver los resultados y mucho, por supuesto,
el estilo. También en Alemania, aún con su fortaleza institucional, la política
tiene rostro humano.
Angela Merkel reúne carisma con voluntad de hierro. La que es
la mujer más poderosa del mundo conjuga la frialdad que le viene de hecho del
mundo del realismo en el que fue formada (Angela Merkel es doctora en Física y
experta en Química Cuántica al igual que su esposo el notable científico
Joachim Sauer) con el carisma que le surge de tantos años en la política.
Acostumbra plantear las cosas con claridad absoluta y cortesía inigualable. Es
famosa su frase “no hay alternativa” que plantea como conclusión, acompañada
del gesto adecuado, luego de un formidable sustento de lo que cree se debe
hacer.
La Canciller alemana Angela Merkel ha llevado a Alemania al
liderazgo indiscutible de Europa y la zona Euro sobre la base de políticas
públicas sensatas y adecuadas. Y en este sentido llama la atención la fortaleza
económica alemana que, como bien recordaba en un breve comentario radial
Alfredo Barnechea, está basada en la
fuerza de pequeñas y medianas empresas, muchas de ellas negocios familiares,
que han encontrado en la ubicación de nichos especializados el mercado para sus
productos, todo gracias a un empeño que tiene en el orgullo regional a un
formidable motor.
De Alemania se aprende mucho, en lo económico, en su
conformación social, en su afán por la calidad de vida, en sus estupendos
servicios públicos. También en lo político. El profesionalismo de la política
ha generado que el gran derrotado, el
Partido Democrático Liberal (FDP) que lideraba Philipp Röesler, esté
prácticamente quebrado, sin parlamentarios, sin fondos del gobierno y con una
deuda gigantesca con la banca; aunque este es otro tema.
Europa y el mundo se encuentran aliviados con el arrollador
triunfo de Angela Merkel. Pensemos en grande y aprendamos del gigante europeo
que tiene una clase política que sabe hacer planes y sobre todo ponerlos en
práctica.
Juan Sheput
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