A propósito de la muerte de tres terroristas por una acertada operación en el VRAEM de nuestras fuerzas armadas y policiales he escrito este artículo que ha sido publicado en Diario 16:
No confundirse de enemigo
Ha hecho bien el gobierno del presidente Humala en no
presentar las muertes de 3 terroristas como un triunfo definitivo. Si bien es
cierto ha habido naturales exageraciones, como la de indicar que este hecho
marca un hito irreversible en la lucha contra el terrorismo, el tratamiento de
la situación ha sido con prudencia. Y, sin quitar méritos a las fuerzas
armadas, policiales y sus respectivos
comandos; la parte política, es decir ministros y jefe de estado, también han
cumplido con lo suyo.
Sin embargo la lucha debe continuar, tal vez con mayor
ahínco. Ni Sendero Luminoso ni el narcotráfico han sido derrotados. Aún más
Sendero, desde hace mucho tiempo, se ha
convertido en el brazo armado distractor del narcotráfico. Es decir, los
llamados terroristas senderistas son funcionales para los intereses del narco los cuáles se
fundamentan en desviar la atención de
nuestras fuerzas de seguridad para que el narcotráfico haga lo que desee hacer
sin mayor interferencia. En otras
palabras el enemigo real es el narcotráfico y a él hay que derrotar.
Si Sendero Luminoso o lo que queda de él se puede movilizar a
sus anchas y tiene recursos para pertrechos y armas, es porque alguien lo
financia, y ese alguien es el narcotráfico. Una derrota “definitiva” de Sendero
no acabará con el problema, lo podría agravar ¿Por qué? Pues porque el
narcotráfico buscará otros medios de protección y distracción en las zonas de
producción y allí podría financiar a sicarios y mercenarios que podrían
convertir a la zona en una verdadera pesadilla. El tráfico de drogas “a la
mexicana” dejaría de ser un escenario
probable en nuestro país y sería una
cruel y dolorosa realidad.
Analicemos, como mirándonos en un espejo futurista, lo que
acontece en otro país, Colombia. La derrota de las FARC en el país hermano no
puede ser “definitiva” o “irreversible” porque cuenta también con fuentes
financieras provenientes de la delincuencia organizada. La extorsión, el secuestro y el tráfico de drogas son
algunas de ellas. De esos fondos delincuenciales dependen las familias de los
guerrilleros de las FARC. Acabar con ese financiamiento originaría que los
guerrilleros busquen otros mecanismos de supervivencia trasladándose a la delincuencia urbana o a ser parte de los
carteles del narcotráfico que por su sangría permanente siempre requieren de
nuevo recurso criminal.
El ministro Pedraza ha señalado que el narcotráfico y el
terrorismo constituyen una unidad. Discrepo con ello. El terrorismo está
subordinado, cual empleado, al narcotráfico. Este requiere a aquel, como
distractor, operador sicario y guardián de la zona. Para derrotarlos primero se
requiere convencernos de que ese es el problema y que los triunfos episódicos,
como la muerte de tres guerrilleros, siendo
importantes no dejan de ser marginales.
Juan Sheput
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