Prefiero atribuir a la
inexperiencia política el hecho que algunas congresistas vean un ataque de
género en lo que es una crítica directa al comportamiento de la señora Nadine
Heredia. No me extraña. Ya antes el presidente de la República, Ollanta Humala,
había llamado machistas a quiénes se atrevían a criticar las intromisiones en
asuntos de gobierno de la primera dama. En ambos casos se elude el tema de
fondo, utilizando frases para el olvido que lo único que buscan es hacer bulla
para acallar lo que es una realidad: la utilización indebida de niños para
ganar algunos puntos de popularidad.
Ese es el hecho concreto que la
hipocresía no desea ver, que cada vez que el gobierno ha buscado mejorar sus
indicadores no ha respetado la vida ni el drama humano, mucho menos a los
niños. Sucedió con el rescate de los mineros, en el cual la ministra Jara fue
partícipe de cómo un rescate anunciado para las 6 de la tarde se convirtió en
un espectáculo al día siguiente, a las 7 de la mañana para que la gran familia
peruana vea en televisión como el presidente Humala acompañaba a los mineros
informales que salían de un socavón. No interesó la posibilidad que sucediera
un nuevo derrumbe, había que esperar una noche más para la foto oficial.
Igual fue con los 37 obreros de
Techint, que fueron retenidos en un hotel sin que pudieran rencontrarse con sus
angustiados familiares, hasta que el presidente regresara de una cumbre
internacional. De allí la furia que mostraban los trabajadores en sus rostros
en la presentación oficial.
Y luego lo peor: la utilización
de niños como elemento de distracción o
para ganar algunos puntos de popularidad. Primero fue en Abril, cuando
luego del ¡Conga va! del presidente los titulares con el descubrimiento de
campamentos de niños secuestrados por Sendero y de fosas clandestinas nos
atiborraron durante un fin de semana. Luego, unos meses después, en Julio,
cuando 4 muertos en las protestas de Conga ponían en aprietos al gobierno, 11
pioneritos eran rescatados “oportunamente” de las manos de Sendero Luminoso.
Recientemente, en el semanario de César Hildebrandt “En sus trece”, la ministra
de la Mujer Ana Jara reconoce que estos niños jamás fueron secuestrados. Y luego,
cuando una carta revela que el propio presidente Humala habría autorizado y
recomendado el viaje de Alexis Humala a Rusia, sale un nuevo episodio de los
pioneritos, sólo que en esta oportunidad hubo una niñita muerta, cuestión que
el presidente en lugar de lamentar llamó “ociosa discusión filosófica”.
Esos son los hechos concretos e
indicios de manipulación de menores que no responden ni la ministra de la
mujer, ni los ministros de defensa e interior. Del premier ni se diga pues para
efectos prácticos no existe. Y, cómo no, tampoco la señora Nadine Heredia. Hay
una niña muerta y a nadie parece importarle ¿Qué tiene que suceder para que se
despierte nuestra indignación?
Finalmente ¿Hay algo más cobarde que la utilización de niños y
niñas para ganar algo de popularidad? Sí, su justificación o complicidad.
Juan Sheput
Este artículo ha sido publicado hoy en Diario 16.
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