miércoles, 15 de agosto de 2012

La importancia del Acuerdo Nacional


El 22 de julio se cumplieron 10 años desde que se suscribió el Acuerdo Nacional. Pensado por Don Valentín Paniagua como instrumento que contribuyera al proceso de reconstrucción institucional, fue finalmente gestado e implementado por el presidente Alejandro Toledo. Fueron 29 las políticas de Estado que se identificaron como consecuencia de un activo trabajo entre las fuerzas políticas y representaciones gremiales y sindicales. Posteriormente se fueron incorporando otras tantas, de repente con buena voluntad pero bajo un errado criterio cuantitativo, que ha llevado a que en la actualidad sean 33 las políticas de Estado que se supone deberían regir los destinos del país.

En nuestro país las políticas de Estado no se convierten en el marco de desenvolvimiento de las políticas públicas. Más allá del esfuerzo que hizo Carlos Ferrero, durante el gobierno de Alejandro Toledo, de enlazar las políticas de Estado con proyectos e iniciativas legislativas a través de una agenda en el parlamento, no ha habido otro emprendimiento en concreto. Ni el CEPLAN, ese organismo capturado por el Ministerio de Economía, tiene idea de lo que es una política de Estado. Somos un país que vive pendiente de la coyuntura y del debate del minuto a minuto. No hay visión ni cultura de largo plazo.

Es por eso que se debe ver el Acuerdo Nacional, en su aniversario, como el instrumento que nos debe llevar a ordenar un trabajo sistemático, en el cual, ladrillo a ladrillo, construyamos nuestro futuro. En el Perú no se estudian las tendencias, no se mira la economía en perspectiva anual, de lustros o décadas sino en función de indicadores estadísticos mensuales. Así no vamos a tener posibilidades de ser, algún día, un país en el umbral del desarrollo.

Fue en el gobierno del presidente García en que el Acuerdo Nacional ingresó a una etapa de ostracismo. No tuvo la entereza política de sacudirse del yugo gubernamental, a pesar que en su concepción se indica con claridad que el Acuerdo no es parte del gobierno. Hasta ahora no recupera el status que tenía en el periodo 2002-2007 pudiéndose asegurar que también es parte del deterioro institucional que el país sufrió nuevamente con el segundo gobierno de Alan García.

En momentos en que el diálogo es una herramienta de inclusión, el Acuerdo Nacional puede jugar un papel importante. Para ello será suficiente que su secretaría técnica recuerde que no es parte del gobierno, sino que el gobierno es parte del Acuerdo Nacional.

Esta columna ha sido publicada hoy en Diario 16

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