El siguiente es un artículo que acaba de salir en Portafolio, el diario financiero de Colombia. En él se detalla la forma como Canadá hace minería, respetando el medio ambiente, la diversidad, la multiculturalidad. Como he dicho en anteriores ocasiones, proyectos como Conga serían muy difíciles de poner en marcha en Canada. Eso de utilizar lagunas como depósitos de desechos mineros es una atrocidad en un mundo que respeta cada vez más el medio ambiente y sufre las consecuencias del cambio climático.
El artículo es imparcial. Tampoco se pretende ir en contra de la minería. Comparto el comentario que la minería es fuente de riquezas pero que el uso de las mismas es cuestionables por factores como el de la corrupción así como coincido plenamente en que una explotación minera debe respetar el medio ambiente. Para lograr ello en Canadá hay un altísimo control del Estado que garantiza el respeto por el entorno. En ese sentido un párrafo del texto dice lo siguiente:
Pero además, Canadá guarda varias semejanzas con nuestro país: es una nación rica en multiculturalidad, con una extraordinaria diversidad, que proviene no solo de sus poblaciones originales, sino de la gran migración ocurrida durante el siglo pasado.
Es un país con una naturaleza exuberante, compleja y delicada, y su geología es bastante difícil de descifrar (como la nuestra).
No obstante lo anterior, decidieron que el aprovechamiento racional y cuidadoso de sus recursos naturales era perfectamente compatible con el respeto a esas comunidades diversas, a ese medioambiente rico y maravilloso y que para hacer todo eso compatible decidieron implementar unas sólidas instituciones que regulan correctamente, que supervisan de manera adecuada y que exigen unos estándares importantes para las empresas que quieran participar en el sector.
Me pregunto ¿Por qué no podemos hacer eso en el Perú? ¿Por qué una explotación minera se debe hacer con una maximización abusiva de la ganancia con eventos que no se permitirían en otros países como es el caso del uso que se le daría a las lagunas.
A continuación reproducimos el texto íntegro, con el enlace para aquellos que quieran verlo en su edición original.
LECCIONES DE LA MINERÍA CANADIENSE
Llegó a mis manos el texto de la presentación que hizo el señor Primer Ministro de Canadá ante el foro empresarial de la Cumbre de las Américas, en Cartagena, el pasado 14 de abril.
Afirma, sin ningún temor que “el sector de los recursos (naturales) es de vital importancia para asegurar una sólida creación de empleo y crecimiento económico para Canadá”.
Soporta esta afirmación con unas cifras verdaderamente impresionantes como que el solo sector minero aportó US$50 billones al PIB canadiense en el 2011; que son el productor número uno de potasio en el mundo, el segundo de uranio, y a la vez son uno de los mayores productores globales de gran parte de productos mineros y energéticos.
Indica, además, que el ramo ocupa directamente a más de 300.000 canadienses muy bien remunerados, siendo a su vez una industria intensiva en capital, tecnología y conocimiento, que maneja más de US$200 billones en activos y que a su vez aloja en la bolsa de Toronto a más del 60% de las compañías del mundo dedicadas a la exploración y la minería.
Pero además, Canadá guarda varias semejanzas con nuestro país: es una nación rica en multiculturalidad, con una extraordinaria diversidad, que proviene no solo de sus poblaciones originales, sino de la gran migración ocurrida durante el siglo pasado.
Es un país con una naturaleza exuberante, compleja y delicada, y su geología es bastante difícil de descifrar (como la nuestra).
No obstante lo anterior, decidieron que el aprovechamiento racional y cuidadoso de sus recursos naturales era perfectamente compatible con el respeto a esas comunidades diversas, a ese medioambiente rico y maravilloso y que para hacer todo eso compatible decidieron implementar unas sólidas instituciones que regulan correctamente, que supervisan de manera adecuada y que exigen unos estándares importantes para las empresas que quieran participar en el sector.
Como resultado: las cifras impresionantes que manifiesta el Primer Ministro en su discurso.
Casualmente, no dijo una sola palabra relacionada con la ‘maldición de los recursos’ y, de hecho, no es Canadá un país que sufre de esa enfermedad, por supuesto, son ellos conscientes de que la enfermedad no la genera el que produce los recursos (la minería), sino el que los utiliza de manera equivocada.
Tampoco vi que mencionara que el Estado canadiense invierte enormes recursos en la minería, ni mucho menos despotricó de ninguna actor extranjero, imagino que con tamaña claridad, también son conscientes de que el patrimonio público está mucho mejor y más seguramente invertido en la oferta de bienes públicos y, por tanto, procuran atraer la inversión privada para que se haga cargo de las inversiones necesarias en medio de los altísimos riesgos que tiene esta industria.
El Primer Ministro indica que las claves de la extraordinaria competitividad del sector extractivo canadiense están “basadas en una gran seguridad del sistema financiero, la solidez de las políticas macroeconómicas, la apertura y transparencia de las instituciones gubernamentales, y la estabilidad del sistema político parlamentario”, y frente a los inversionistas anuncia, de nuevo –sin ningún temor– que “al final, la estrategia que ha funcionado para Canadá, ha sido un régimen impositivo predecible y de bajas tarifas”, y remata diciendo, “nuestro Gobierno entiende que impuestos bajos y predecibles animan a los empresarios a hacer negocios.
Es tan simple como eso”.
Frente al tema ambiental, nos trae una lección maravillosa: han decidido eliminar el traslape entre las facultades de los diferentes actores del sistema ambiental canadiense “específicamente, nosotros pretendemos eliminar la duplicidad entre departamentos y el traslape con los gobiernos provinciales. En otras palabras: ‘un proyecto, una revisión’”.
Son conscientes de la necesidad de tomar todas las precauciones necesarias, pero esa preocupación no legitima la falta de decisión, ni el atraso en el licenciamiento y en las revisiones por parte de las autoridades estatales.
¿Cuándo entenderemos estos simples principios de atracción de inversión, intervención estatal, regulación y supervisión para el correcto desarrollo de un sector que a pesar de todos sus enemigos está generando los recursos para los requerimientos del Gobierno, está produciendo empleo y desarrollando infraestructura, incorporando tecnología y arriesgando enormes sumas de dinero en nuestro país?
¿Cuándo le permitiremos a los mineros que se encarguen de sus operaciones incorporando las mejores prácticas y no tengan que desgastarse atendiendo, en las más de las veces, injustas agresiones de todo tipo?, ¿cuándo podrá Colombia entender que este sector puede ser la clave de su desarrollo, el generador de la riqueza que se necesita?, y ¿cuándo entenderemos que la culpa de las desgracias que se le asignan no debería recaer en el origen de los recursos que genera, sino en su mala utilización?
Luis Ernesto Mejía Castro
Exministro de Minas y Energía
Puede ver el texto en su edición original aquí.
1 comentario:
Señor Sheput:
1. Recuerdo cuando era niño (hace 50 años) que se decía que el único camino para el Perú era el de la industrialización, que solo los países que generaban industrias eran los modernos y desarrollados. Eran tiempos velasquistas y los terratenientes se oponían férreamente a dejar sus privilegios. Se decía, recuerdo, "el Perú es un país agrario".
2. Pero Velasco hizo su trabajo, nos guste o no, y acabó con el Perú colonial para dárselo a los jóvenes empresarios (Romero entre ellos). Se pensó que con eso la generación de riqueza se orientaría hacia la industria. Sin embargo la realidad fue otra. Los jóvenes empresarios se dedicaron a la especulación financiera (bancos) y dejaron a los mineros como la mayor fuente de ingresos.
3. Cincuenta años después, sin ninguna industria significativa, el Perú se ha vuelto "un país minero", como si Francisco Pizarro no hubiese venido precisamente a eso: a exportar minería sin procesar. Hoy hablar de industrializar al Perú suena a quimera o a cajamarquino (irracional y contra el sentido común, por no decir subversivo). La Sociedad de Minería ha tomado el poder con su Humala como nuevo Fujimori, y son los que manejan todos los hilos de la economía. Para asegurar que esto no cambie usan como vanguardia a las empresas extranjeras (en especial las norteamericanas, como la Newmont) para que La Embajada levante el teléfono y hable con Palacio para darle sus orientaciones.
4. Como usted bien dice, vivimos una vez más en un cortoplacismo guanero en el que prima el dinero fácil, el que se produce ahora, sin sembrar para mañana. Claro, la clase alta peruana está totalmente nacionalizada extranjera (gracias a sus abuelos) y eso le permite considerar al país solo como "la fuente de sus riquezas", mas no como una nación, su nación, o su casa. Por eso se explica la indolencia de ella ante la contaminación de las lagunas, porque no son las lagunas de "su casa", pues su casa está fuera, muy lejos de aquí.
Muchas gracias.
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