Por más esfuerzos que hace el presidente Ollanta Humala por hacerse querer por los empresarios aún no logra la confianza necesaria. Luego de los aplausos que recibió en el cambio de mando de COMEX (y que igual brindaron a Fujimori, Toledo y García todos insultados por el candidato Humala) parece que ahora le exigen aclare cuál será la participación del Estado en el Gasoducto del Sur en Camisea.
La pregunta es completamente válida pues pareciera que al gobernante de turno le encanta despilfarrar el dinero en reservas que otros gobernantes acumularon y él más bien, con su campaña, torpedeó. Se dice esto a raíz del anuncio que PETROPERÚ, a cargo de gente mal llamada de izquierda sin mayor experiencia ejecutiva, sería socia de transnacionales en la realización del Gasoducto Andino del Sur.
Como bien ha señalado antes Jaime de Althaus y hoy el editorial de El Comercio, si nos guiamos por el patrón de comportamiento de las empresas estatales, esto acabaría en una gigantesca corrupción, despilfarrando una vez más el dinero de todos los peruanos.
Las evidentes limitaciones de Ollanta Humala y su afán por quedar bien con todos a la vez nos está llevando a este clima de indefiniciones y malas inversiones. Se nota que el pasado reciente y nefasto, ese de pérsimas inversiones estatales sigue influenciando en el presidente de la República.
Pienso que él presidente Humala no ha cambiado nada pues simplemente no puede cambiar quien no sabe qué rumbo tomar. En este caso de Gasoducto pues se está dejando llevar por un grupete que tiene el sueño de la inversión propia, a costa del bienestar de todos los peruanos.
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