sábado, 10 de diciembre de 2011

Problemas en el gobierno: conflictos en el Sur

La falta de experiencia, por evitar decir incapacidad, del gabinete los hizo pensar de repente que el estado de emergencia en Cajamarca iba a solucionar el conflicto en dicha localidad. No fue así. Ayer ha culminado un paro preventivo de 48 horas en 9 provincias de la región en apoyo a las otras 4 que se encuentran con derechos constitucionales suspendidos.
Pero tal como se anticipó esta medida iba a servir de caja de resonancia a la protesta social y contagiar al resto del país. La lógica militarista que ha invadido el ministerio del Interior, que tiene al frente a un militar en retiro con gran vocación por la figuración, está siendo la causante que el conflicto se extienda por todo el país. En Arequipa ayer se ha quemado muñecos que representaban a Ollanta Humala, se han desplegado pancartas con la leyenda de traidor y se insiste que el cambio de posición del nacionalismo es inadmisible para aquellos que votaron por la opción humalista.
El sentimiento antiminero, como consecuencia de la pésima gestión del gobierno de Ollanta Humala, que carece de iniciativa y capacidad política, se viene extendiendo. El sur, Arequipa, Cuzco y Puno, están alistando marchas para oponerse a inversiones en minería y energía, y han declarado de antemano su inviabilidad. Cómo es lógico, el sustento de la plataforma antiminera tiene en el discurso de campaña de Humala un pretexto y un justificativo. Sin embargo, a pesar de ello, el gobierno no sabe como reaccionar.
Tía María, Quellaveco, Majes Siguas II y Espinar corren peligro de salir adelante. Las poblaciones se oponen con dureza a estos proyectos. Lo mismo sucede con las hidroeléctricas que Brasil desea construir en Inambari. Y así por el estilo la inversión privada se encuentra paralizada en el Perú, fundamentalmente por la incapacidad política del gobierno de Ollanta Humala.
Y en medio de este clima ya resulta impresionante que el presidente del Congreso, Daniel Abugattás, resalte por lo absurdo de una propuesta: liberar a Abimael Guzmán. En ese sentido un síntoma de la devaluación de la política en tiempos de Humala es que dicha propuesta, por disparatada, no ha sido tomada en cuenta por nadie.

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