¿En que se parecen los casos Conga y Chehade? En varios puntos. En ambos se
mezcla la política con la empresa en búsqueda de atajos. En ambos se intenta
pasar por alto el interés de poblaciones y trabajadores afectados. En ambos se
desprecia el rol que juegan las instituciones, y en ambos se sigue apostando
por un estilo de hacer empresa que no se ha sacudido de los usos y costumbres
que dejó como herencia el fujimorismo y que resucitó con renovados bríos bajo el
segundo alanismo.
¿A qué llamamos buscar atajos? A optar, por ejemplo, por la asesoría de estudios
de abogados que priorizan sus contactos políticos en lugar del talento
jurídico. A creer que el lobby consiste en la amistad o cercanía a un
congresista o alcalde, ministro o dirigente, con llegada a los que “toman la
decisión”. A generalizar o peor aún, a pretender que todos los jueces o
policías son corruptos, cuando en el Poder Judicial y en la Policía Nacional hay
también jueces y oficiales honorables. A buscar el apoyo de imagen en aquellos
que opinan por encargo o como parte de una rentada asesoría comunicacional ¿Y
todo para qué? Para construir una eficacia, una productividad, una
competitividad, ficticia por cierto, en el arte de hacer negocios.
Cuando se tiene este tipo de prácticas, difundidas ampliamente por
necesidad o comodidad, los hacedores de empresa se olvidan de lo fundamental.
Primero, que el desarrollo se construye sobre la base de instituciones.
Segundo, que la ética no es una mala palabra sino el fundamento de la
gobernanza empresarial. Tercero, que cualquier proyecto pasa por un análisis de
involucrados, de stakeholders, a los cuáles no se les puede despreciar y mucho
menos subestimar.
Pareciera que algunos empresarios se han olvidado de lo último: del
análisis de involucrados. En la definición de sus proyectos se olvidan de tomar
en cuenta lo que dicen o piensan o sufren las poblaciones que se verán
afectadas por el desarrollo minero, agrícola o comercial. No es cuestión de
decir te trasladaré o te construiré una nueva vivienda. Es una cuestión de
cosmovisión, de legado, de hábitat, de ecología, y todo ello requiere de un
trato especial.
La fiebre del oro o de, por extensión, la ambición es por definición
cortoplacista. Enfrenta a hermano contra hermano. Es la lucha entre la riqueza
inmediata y la defensa del entorno. El
proyecto minero Conga sufre las consecuencias de creer que con el apoyo
político bastaba, ignorando a los
pobladores de las cuencas altas de Cajamarca. La reacción de estos últimos es
digna y tiene como fundamento la defensa de lo que ellos consideran la desaparición
de su medio ambiente, de su sentido de vida, de su relación con la naturaleza,
de allí que despierten simpatías en todo el país. Gran problema tiene en sus
manos el gobierno que debe buscar una solución, desde la política, equilibrada
a semejante conflicto.
Finalmente, al ver tanta prepotencia, pienso que Arguedas, Scorza y Alegría
habrían tenido abundante material en estos días para escribir sobre este nuevo
gamonalismo que, al igual que el viejo, no aprende a respetar a aquellos que
tienen como única riqueza su dignidad.
Ing. Juan Sheput
Artículo publicado en Diario 16 el día de hoy
1 comentario:
COINCIDO CON USTED Y RATIFICO MI COMENTARIO DEL ARTICULO "LA MALDICIÓN DEL ORO INCA".
AHORA CONGA Y CHEHADE TAMBIÉN TIENEN UN SÍMIL.
QUE AMBOS TIENEN RELACIÓN CON BAJEZAS PROVENIENTES DEL EXTRANJERO.
CONGA (MINERÍA).
LA CORRUPCIÓN DE LOS INVERSIONISTAS AMERICANOS (EXTRANJEROS), COMPRAN A GENTE DE PODER CON INFLUENCIA EN LAS DECISIONES DE ESTADO.
CHEHADE (FENICIO).
CUYAS COSTUMBRES DE NEGOCIO LAS TIENE DESDE SUS RAÍCES ANCESTRALES JUDÍAS (EXTRANJEROS), SOLO QUE BUSCANDO ATAJOS Y DE LA MANERA MAS FÁCIL.
FRANCISCO TORRES.
Publicar un comentario