¿Qué tienen en común Mauricio Mulder, Walter Menchola e Isaac Mekler?
Varias cosas. En primer lugar, la M como letra inicial de sus ilustres apellidos. También la condición de ser, todos, dignos representantes del actual Congreso de la República. Podríamos mencionar que votan juntos pues, junto al fujimorismo, conforman una sólida alianza en el Parlamento. Pero también hay un componente adicional: estos tres congresistas se esfuerzan al máximo en demostrar que tienen razón los que dicen que el Congreso actual es, de lejos el peor de todos los tiempos.
El debate político, alturado e inteligente, de ideas y contraposiciones, hoy es imposible de realizar porque en lugar de una propuesta o respuesta de nivel hoy, gracias a estos congresistas, uno encuentra bajezas. Bueno, bajezas es una forma elegante de llamar a lo que es simple vulgaridad, lo cual dice mucho de la educación de estos señores que creen que con gestos destemplados son eficientes voceros políticos.
Si revisamos las últimas declaraciones de estos señores tendremos una idea cabal de lo que es un Congresista oficialista. Uno capaz de demostrar públicamente sus elementales emociones y descartar el raciocinio y la reflexión de la respuesta política.
Con representantes como los que menciono, el Perú confirma el por qué somos un país sin instituciones, con una representación política de tan bajo nivel y además, por qué fracasan todos los intentos de diálogos y consensos.
Con congresistas como estos, el Perú está muy pero muy lejos de ser un país desarrollado. El debate, en su expresión de contrapunto inteligente está anulado. Sólo cabe esperar como respuesta un insulto o una expresión soez. Si la clase política local ha hecho de la vulgaridad una forma común y sistemática de expresarse, no puede sino comprenderse el deterioro general de nuestra sociedad.
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