Se puede destruir tumores a través de las vacunas anticáncer. Al menos esa es la conclusión a la que se deberá llegar en Estados Unidos cuando la FDA, organismo encargado de regular la medicina en ese país le de el visto bueno al Provenge, una vacuna contra el càncer de próstata, uno de los causantes de mayor cantidad de muertes en el Perú y el Mundo.
Durante años se ha debatido sobre la posibilidad de combatir el cáncer mediante vacunas, es decir a través del sistema inmunológico. Mucho se ha ganado en el terreno de la investigación sin embargo la batalla contra el cáncer está, todavía, muy lejos de ser ganada. Como dice el autor de la nota, Sebastián Urbina , estamos en presencia del Vietnam de la guerra médica.
El informe, publicado en La Tercera, da cuenta de los avances obtenidos en los últimos años en vacunas y otros tipos de terapias contra el cáncer. Hay avances, por tanto hay esperanzas:
Durante años se ha debatido sobre la posibilidad de combatir el cáncer mediante vacunas, es decir a través del sistema inmunológico. Mucho se ha ganado en el terreno de la investigación sin embargo la batalla contra el cáncer está, todavía, muy lejos de ser ganada. Como dice el autor de la nota, Sebastián Urbina , estamos en presencia del Vietnam de la guerra médica.
El informe, publicado en La Tercera, da cuenta de los avances obtenidos en los últimos años en vacunas y otros tipos de terapias contra el cáncer. Hay avances, por tanto hay esperanzas:
VACUNAS ANTICÁNCER: LA NUEVA FORMA DE DESTRUIR TUMORES
En mayo próximo, la batalla contra el cáncer podría tomar un nuevo e innovador rumbo. Esto, porque el organismo que regula el mercado farmacéutico en Estados Unidos, la FDA, deberá pronunciarse sobre si autoriza o no la venta de Provenge, una vacuna para combatir el cáncer de próstata avanzado, el tumor más frecuente entre los hombres.
Su forma de actuar es estimulando el sistema inmune del paciente para que elimine el tumor. Esto, a través de linfocitos que destruyen las células malignas, sin dañar a las sanas. Algo que nunca se había intentado, ya que se ignoraban muchos aspectos de cómo funciona el sistema inmune. Hoy esto ha cambiado y las compañías de biotecnología se apuran en diseñar estos productos.
Se trata de un tipo de vacuna diferente a las que conocemos y que se usan para prevenir enfermedades causadas por virus o bacterias como el sarampión o la neumonía. En este caso, los productos son terapéuticos, es decir, en lugar de evitar una enfermedad, se dedican a atacar una que ya existe: un tumor.
La FDA ha postergado tres años esta decisión, ya que ha maximizado las exigencias de calidad, porque es mucho lo que está en juego con el cáncer: tanto en credibilidad hacia la comunidad científica, como en vidas humanas. Hablamos de una enfermedad que cada año mata a 22 mil chilenos y a más de ocho millones de personas en el mundo.
Porque a pesar de que existen nuevos exámenes para detectar tumores, potentes medicamentos para destruirlos y sofisticados sistemas de irradiación para quemarlos, lo cierto es que la batalla contra el cáncer se ha convertido en el Vietnam de la ciencia médica. Por eso, estas nuevas vacunas son una de las mayores esperanzas de la medicina actual.
"Estamos en la cúspide de una revolución en la inmunología del cáncer. Logramos que la persona se haga alérgica al tumor, para así destruirlo", asegura Andrés Salazar, CEO de Oncovir, en Washington D.C., una de las empresas líderes en este tipo de vacunas.
UNA LARGA BATALLA
La estrategia de usar el sistema inmune del propio paciente para curar esta enfermedad tuvo momentos de fe ciega en el mundo científico y otros de escepticismo total. Si a finales del siglo XIX, el doctor William Coley logró convencer a muchos médicos de que las vacunas podían combatir tumores, la fuerte toxicidad de su método y el fracaso de unos cuantos casos llevaron a que esta terapia cayera en el olvido por más de medio siglo.
Fue recién en 1967 cuando el doctor Frank Burnet postula la teoría de la "vigilancia inmunológica". En su opinión, los linfocitos están patrullando en forma permanente todos los tejidos y órganos de nuestro cuerpo y, cuando detectan una célula maligna, la destruyen. Esta es una tarea silenciosa, que mantiene a la persona libre de tumores.
Una optimista comunidad científica comenzó a estudiar esta nueva perspectiva de tratamiento, cuando se publicó un estudio desalentador: en él se probó que ratas que no tenían timo, el órgano supremo que produce las defensas de esos animales, no tenían una mayor frecuencia de cáncer en comparación con las ratas normales. Es decir, el sistema inmune no protegía contra los tumores. Esto, sumado a que la mayoría de los investigadores seguía creyendo que era muy improbable que las defensas, además de combatir infecciones, pudieran atacar tumores, llevó a que la hipótesis de la vigilancia inmunológica fuera abandonada. Al menos, hasta mediados de los años 90.
En esa época, las investigaciones empezaron a revelar que el sistema inmune es de una complejidad altísima, con miles de moléculas y células relacionadas en un equilibrio precario. Si se estimula una parte de él, se puede desbalancear y causar una catástrofe tóxica en la persona. Además, se observó que el cáncer hace varios intentos para desarrollarse, hasta que logra que una célula maligna pase inadvertida, sin ser detectada por el sistema inmune, gracias a lo cual empieza a crecer. Después, aunque las defensas logren detectar esta anomalía, ya no son capaces de eliminarla. El cáncer se ha declarado.
A partir de 1995, se produce una avalancha de evidencia en favor del papel que juega la inmunidad en la destrucción del cáncer. Lo más destacado fueron los trabajos con ratones genéticamente diseñados para no tener inmunidad: se vio que presentaron una alta frecuencia de tumores. La teoría de la vigilancia inmunológica renacía con una fuerza inusitada.
NUEVOS PRODUCTOS
Así se inició el diseño de estas nuevas y potentes vacunas para eliminar tumores. Hoy se ha probado con éxito Stimuvax, que aumenta en 18 meses la sobrevida de los pacientes con cáncer de pulmón. También se está probando en tumor de colon.
La U. de Harvard, en tanto, comenzó a probar un implante que se pone bajo la piel y produce una vacunación continuada contra el melanoma, el cáncer de piel más mortal.
Otra forma de vacunación es la que bloquea la llamada telomerasa. Esta proteína se encarga de que las células tumorales tengan suficiente ADN para multiplicarse hasta el infinito. El producto de Geron Corporation, que pronto iniciará sus pruebas, obstruye este mecanismo y el tumor se achica hasta desaparecer.
La apuesta más futurista es BiovaxID, de la compañía Biovest, una vacuna diseñada a la medida de cada persona. Se está probando contra un cáncer a la sangre conocido como linfoma no-Hodgkin, enfermedad que cada año mata a unos 900 chilenos. Y se ha visto que en casos terminales prolonga la vida por 14 meses. Se espera que a mediados de este año la FDA la apruebe por "vía rápida", debido a sus potentes efectos anticáncer y casi ningún síntoma adverso.
Hasta ahora, las compañías que han desarrollado estos productos aseguran que su eficacia es mayor en estados iniciales de la enfermedad. Esto, porque el tumor está recién creciendo y, en ese momento, una inmunidad potente lo puede eliminar por completo. Una curación total.
Algo que sería un golpe mortal para esta enfermedad, una de las más devastadoras y temidas por la humanidad.
El explosivo crecimiento de este mercado terapéutico
De acuerdo con la base de datos online del Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos, en la actualidad existen en curso en ese país 69 ensayos clínicos de fase III de vacunas contra el cáncer.
Esta es la etapa final de prueba antes de pedir la aprobación a la FDA, para que el producto salga al mercado. Y aunque incluso en esta última etapa una vacuna puede fracasar, la apuesta es que en los próximos años habrá un aumento importante en la oferta de estos productos.
De hecho, si hoy el mercado de las terapias contra el cáncer llega a los US$ 50.000 millones anuales, los analistas aseguran que este año 2010, sólo las vacunas representarán ventas por US$ 6.000 millones. Para el 2012 estas terapias llegarían a representar unos US$ 8.000 millones.
En mayo próximo, la batalla contra el cáncer podría tomar un nuevo e innovador rumbo. Esto, porque el organismo que regula el mercado farmacéutico en Estados Unidos, la FDA, deberá pronunciarse sobre si autoriza o no la venta de Provenge, una vacuna para combatir el cáncer de próstata avanzado, el tumor más frecuente entre los hombres.
Su forma de actuar es estimulando el sistema inmune del paciente para que elimine el tumor. Esto, a través de linfocitos que destruyen las células malignas, sin dañar a las sanas. Algo que nunca se había intentado, ya que se ignoraban muchos aspectos de cómo funciona el sistema inmune. Hoy esto ha cambiado y las compañías de biotecnología se apuran en diseñar estos productos.
Se trata de un tipo de vacuna diferente a las que conocemos y que se usan para prevenir enfermedades causadas por virus o bacterias como el sarampión o la neumonía. En este caso, los productos son terapéuticos, es decir, en lugar de evitar una enfermedad, se dedican a atacar una que ya existe: un tumor.
La FDA ha postergado tres años esta decisión, ya que ha maximizado las exigencias de calidad, porque es mucho lo que está en juego con el cáncer: tanto en credibilidad hacia la comunidad científica, como en vidas humanas. Hablamos de una enfermedad que cada año mata a 22 mil chilenos y a más de ocho millones de personas en el mundo.
Porque a pesar de que existen nuevos exámenes para detectar tumores, potentes medicamentos para destruirlos y sofisticados sistemas de irradiación para quemarlos, lo cierto es que la batalla contra el cáncer se ha convertido en el Vietnam de la ciencia médica. Por eso, estas nuevas vacunas son una de las mayores esperanzas de la medicina actual.
"Estamos en la cúspide de una revolución en la inmunología del cáncer. Logramos que la persona se haga alérgica al tumor, para así destruirlo", asegura Andrés Salazar, CEO de Oncovir, en Washington D.C., una de las empresas líderes en este tipo de vacunas.
UNA LARGA BATALLA
La estrategia de usar el sistema inmune del propio paciente para curar esta enfermedad tuvo momentos de fe ciega en el mundo científico y otros de escepticismo total. Si a finales del siglo XIX, el doctor William Coley logró convencer a muchos médicos de que las vacunas podían combatir tumores, la fuerte toxicidad de su método y el fracaso de unos cuantos casos llevaron a que esta terapia cayera en el olvido por más de medio siglo.
Fue recién en 1967 cuando el doctor Frank Burnet postula la teoría de la "vigilancia inmunológica". En su opinión, los linfocitos están patrullando en forma permanente todos los tejidos y órganos de nuestro cuerpo y, cuando detectan una célula maligna, la destruyen. Esta es una tarea silenciosa, que mantiene a la persona libre de tumores.
Una optimista comunidad científica comenzó a estudiar esta nueva perspectiva de tratamiento, cuando se publicó un estudio desalentador: en él se probó que ratas que no tenían timo, el órgano supremo que produce las defensas de esos animales, no tenían una mayor frecuencia de cáncer en comparación con las ratas normales. Es decir, el sistema inmune no protegía contra los tumores. Esto, sumado a que la mayoría de los investigadores seguía creyendo que era muy improbable que las defensas, además de combatir infecciones, pudieran atacar tumores, llevó a que la hipótesis de la vigilancia inmunológica fuera abandonada. Al menos, hasta mediados de los años 90.
En esa época, las investigaciones empezaron a revelar que el sistema inmune es de una complejidad altísima, con miles de moléculas y células relacionadas en un equilibrio precario. Si se estimula una parte de él, se puede desbalancear y causar una catástrofe tóxica en la persona. Además, se observó que el cáncer hace varios intentos para desarrollarse, hasta que logra que una célula maligna pase inadvertida, sin ser detectada por el sistema inmune, gracias a lo cual empieza a crecer. Después, aunque las defensas logren detectar esta anomalía, ya no son capaces de eliminarla. El cáncer se ha declarado.
A partir de 1995, se produce una avalancha de evidencia en favor del papel que juega la inmunidad en la destrucción del cáncer. Lo más destacado fueron los trabajos con ratones genéticamente diseñados para no tener inmunidad: se vio que presentaron una alta frecuencia de tumores. La teoría de la vigilancia inmunológica renacía con una fuerza inusitada.
NUEVOS PRODUCTOS
Así se inició el diseño de estas nuevas y potentes vacunas para eliminar tumores. Hoy se ha probado con éxito Stimuvax, que aumenta en 18 meses la sobrevida de los pacientes con cáncer de pulmón. También se está probando en tumor de colon.
La U. de Harvard, en tanto, comenzó a probar un implante que se pone bajo la piel y produce una vacunación continuada contra el melanoma, el cáncer de piel más mortal.
Otra forma de vacunación es la que bloquea la llamada telomerasa. Esta proteína se encarga de que las células tumorales tengan suficiente ADN para multiplicarse hasta el infinito. El producto de Geron Corporation, que pronto iniciará sus pruebas, obstruye este mecanismo y el tumor se achica hasta desaparecer.
La apuesta más futurista es BiovaxID, de la compañía Biovest, una vacuna diseñada a la medida de cada persona. Se está probando contra un cáncer a la sangre conocido como linfoma no-Hodgkin, enfermedad que cada año mata a unos 900 chilenos. Y se ha visto que en casos terminales prolonga la vida por 14 meses. Se espera que a mediados de este año la FDA la apruebe por "vía rápida", debido a sus potentes efectos anticáncer y casi ningún síntoma adverso.
Hasta ahora, las compañías que han desarrollado estos productos aseguran que su eficacia es mayor en estados iniciales de la enfermedad. Esto, porque el tumor está recién creciendo y, en ese momento, una inmunidad potente lo puede eliminar por completo. Una curación total.
Algo que sería un golpe mortal para esta enfermedad, una de las más devastadoras y temidas por la humanidad.
El explosivo crecimiento de este mercado terapéutico
De acuerdo con la base de datos online del Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos, en la actualidad existen en curso en ese país 69 ensayos clínicos de fase III de vacunas contra el cáncer.
Esta es la etapa final de prueba antes de pedir la aprobación a la FDA, para que el producto salga al mercado. Y aunque incluso en esta última etapa una vacuna puede fracasar, la apuesta es que en los próximos años habrá un aumento importante en la oferta de estos productos.
De hecho, si hoy el mercado de las terapias contra el cáncer llega a los US$ 50.000 millones anuales, los analistas aseguran que este año 2010, sólo las vacunas representarán ventas por US$ 6.000 millones. Para el 2012 estas terapias llegarían a representar unos US$ 8.000 millones.
2 comentarios:
Esta si que es una buena noticia.-Es lo que la humanidad toda esta esperando.-El cáncer hoy es la gran amenaza de la especie humana.-Interesante blog.-saludos.-Conocer cosmoglobal.-
la vacuna se le inyecta en el brazo y el tumor es una bolita va disminuir antes estaba grande el tumor y ahora esta pequeñito aunque la vacuna no le cure al cancer pero por los menos con la vacuna puede detener el cancer por un tiempo para que la enfermedad no siga avanzado pues para eso los cientificos tiene que experimentar para que el resultado salga positivo solo con la mentalidad positivo nada de negativo que los cientificos va dar los resultados para eso han estudiado
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