El 8 de octubre del 2008 estalló el escándalo de corrupción por los petroaudios. Estaba involucrado el premier Jorge del Castillo y todo apuntaba al propio presidente de la República. Sus secretarios personales eran asiduos visitantes de la suite de Fortunato Canáan el socio corruptor de funcionarios oficialistas. Rómulo León, el operador, a pesar de saberse su paradero, era "no habido". Se especulaba que el gobierno lo protegía y que estaba "negociando" con él, como es obvio, para que no diga todo lo que sabía. El temor del doctor Alan García era evidente.
Y en medio de ese escándalo, que sólo El Comercio subestimaba, estalló otro "notición": la condena a 5 meses de prisión de Magaly Medina.
Todo cambió entonces para el gobierno. La crisis de gobernabilidad se convirtió en crisis de frivolidad. La farándula tomaba el control de la prensa. Con algunas excepciones pocos se acordaban de Rómulo León, pocos se daban cuenta que aún no era detenido, nadie tomaba nota que los petroaudios podrían ser manipulados. Todo cambió.
Desde ese día ha corrido mucha agua debajo del puente. La corrupción es la única institución que funciona con cierta eficiencia en el Perú. Goza de la complicidad de diversos poderes fácticos: empresarios, cierto sector de la prensa, algunas encuestadoras, algunos sindicatos,el partido de gobierno. Así se comporta la corrupción en diversos países del mundo.
En estos días el gobierno demuestra una clara incompetencia para gobernar. Los conflictos sociales se incrementan en número y reclamos, paralizando a diversas zonas del país. Un paro de transportes, manejado muy mal, detiene por horas a Lima Metropolitana. Una censura por la matanza de policías y ciudadanos amazónicos en número de 34 es saboteada por un grupo de tránsfugas que cambia votos por prebendas. El país está indignado. Las protestas amenazan con continuar. El gobierno no sabe que hacer.
Es allí que, en medio del caos gubernamental, el director de la DININCRI, organos de la PNP, el mismo día de la censura al gabinete ministerial, comunica -sin presencia del fiscal- una serie de acusaciones sin sustento, que luego los propios protagonistas se encargan de desvirtuar. Abencia Meza, la presunta involucrada, se convierte en el eje sobre el cual gira el psicosocial.
La prensa -cómo no- se presta vergonzosamente a este nuevo juego. El acusador pasa de comprometer a Abencia Meza a exculparla. Una ciudadana es víctima de un psicosocial, un gobierno que no duda en utilizarla a cambio de la distracción. Una policía nacional que se presta al juego político. Es la forma como actúan las tiranías o los fascistas que desprecian la democracia, y todo ello con la complicidad de la prensa. Hay que subrayar esto último.
Son pocos -pocas- los que tratan los grandes temas nacionales, dentro de ellos el supuesto complot internacional contra el Perú. Si este fuera cierto -lo del complot- qué hace la gran prensa hablando de la señora Abencia Meza. ¿Esas son sus prioridades?
Y qué fácil es destruir honras y lanzar acusaciones en el Perú de Alan García. Hemos involucionado.
2 comentarios:
Sigo sosteniendo que el presidente que nos gobierna está metido en la arena movediza de la corrupción, cualquier movimiento que haga se hunde y por eso no debe uno extrañarse que seguirán las escalas de cortinas de humo para que la mente peruana no focalice sus culpas de petroaudios, la casa vendida a su Ministro Chang, el de ser socio en club Regatas, el compromiso que tiene con los inversionistas en la Amazonía por ende el compromiso con Dionisio Romero y sobre todo que no investiguen la ONG de su esposa Pilar Nores. Y todos los Peruanos bien gracias
Todos los presidentes estan de alguna manera corruptos, no se escapa ni uno..
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