Italia está siendo sacudida por un escándalo sexual de mayúsculas proporciones. Una de las más grandes economías del planeta ha caído en manos de un individuo, Silvio Berlusconi, que cree a pie juntillas que en la medida que tenga el control de los medios de comunicación puede hacer, literalmente, lo que le da la gana. Pero todo tiene un límite. La sociedad italiana está asqueada de las costumbres del primer ministro Berlusconi. Hasta la Iglesia católica, que es una de las columnas sobre la cual se apoya la fortaleza política de Berlusconi ha exigido explicaciones sobre el escándalo sexual.
Pero el escándalo político sexual que se creía se limitaba a Berlusconi y su Partido Forza Italia se extiende ahora a otras tiendas políticas. Una prostituta,Patrizia D´Addario, es la testigo crucial del llamado Barigate, la trama de velinas, prostitutas, candidatas, tráfico de influencias, corrupción, droga y censura que gira en torno a la figura de Gianpaolo Tarantini y ha salpicado a Berlusconi y a otros políticos de todas las tendencias.
La mayoría de periódicos europeos están reseñando sobre este tema. A continuación un adelanto de lo que publicará el domingo El País:
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