No es un secreto que nuestra Policía Nacional se encuentra desmoralizada. Como nunca en su historia reciente ha sido abandonada por el propio ministerio encargado de darle abrigo político, el del Interior. Así, en este clima de violencia generalizada, la democracia pierde a uno de sus más firmes y leales aliados, el grupo de efectivos de la Policía Nacional del Perú.
Los mineros de Doe Run han tomado la carretera central. Aislan así a Lima de una de sus fuentes principales de abastecimiento. Subirán los precios de alimentos y productos que provengan de la sierra y selva central. Y el gobierno en tanto se debate en un inmovilismo producto de su reconocida incapacidad y ceguera política de parte de un grupo de ministros que se niega a ver la realidad. Mientras los ministros con el presidente se pasean por la Costa Verde, respirando aire con polvo de desmonte que contamina el mar, el clima de violencia social se incrementa a lo largo y ancho del país.
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