viernes, 18 de julio de 2008

Basta de demoler

Las ciudades más hermosas del mundo respetan su memoria urbana. Por lo general están en Europa. El respeto por lo antigüo, y bello, va de la mano con el nivel cultural. Mientras tanto en el Perú, en nombre del "arte y la cultura" se deja morir la hermosísima Lagunita de Barranco para colocar unos cuantos fierros.
Ahora que está de moda demoler, para "construir modernidad", sería bueno leer este artículo de La Nación de Buenos Aires, en donde un grupo de vecinos se organizó para evitar la destrucción de un viejo hospital:

DEFENDER EL PATRIMONIO ARQUITECTÓNICO
Cuando la empresa concesionaria de las líneas de subterráneos empezó la ampliación de los recorridos, Santiago Pusso -profesor de música y director de coros- notó que mientras avanzaban las obras desaparecían las mayólicas y los murales de las estaciones más antiguas. A título personal se contactó con la Fundación Ciudad para averiguar cómo evitarlo. No recibió más que consejos y recomendaciones, de manera que en solitario decidió juntar documentación y mandar cartas a las autoridades de turno. Insistió, hasta que un día lo recibió el entonces Secretario de Producción y Servición, Nicolás Gallo, que en una semana consiguió que el Poder Ejecutivo de la ciudad declarara Monumento Histórico a la mayoría de las estaciones.

Más que la gesta romántica de un porteño sensible, aquella iniciativa le sirvió a Pusso para comprobar que las cosas cambian cuando los vecinos ejercen sus derechos, y que muchas veces la inercia de los funcionarios se debe a que desconocen las normas vigentes y los mecanismos para instrumentarlas. De esas dos certezas nació en 2007 Basta de Demoler. Al principio eran cuatro gatos locos enfrentados a las topadoras, pero en menos de un año la organización creció. Hoy tramita su personería jurídica, tiene blog y 20 miembros activos de distintas edades, profesiones y barrios que, junto a más de 150 voluntarios, trabajan activamente para evitar la demolición indiscriminada y promover la refuncionalización de los edificios con valor patrimonial. "El desarrollador que compra estos edificios hace su negocio más allá de lo que piense el vecino. Nosotros no cuestionamos al desarrollador, sino a la normativa que da lugar a este conflicto de intereses -sostiene Pusso, fundador y coordinador de Basta de Demoler-. El que vive en una casa baja y al lado le levantan doce pisos ve afectado su estilo de vida, ese es un problema que hoy existe por la poca claridad del Código de Planeamiento y por la falta de una catalogación seria. Los emprendimientos son legales, pero en ese contexto no son justos."

Además de presentar recursos de amparo, reciben denuncias de vecinos y recorren la ciudad relevando edificios en vías de extinción. Según sus cálculos existen al menos 2000 sin ninguna protección legal, y creen que desde hace unos años desaparecen por mes dos petits hôtels y casas de estilo. "Los argentinos tenemos una de las Constituciones más avanzadas del mundo, y en particular la ciudad cuenta con una muy moderna que deja bien claro el derecho del ciudadano -sostiene Hugo Cortínez, abogado y miembro de Basta de Demoler-. El artículo 26 y 27 garantiza, textualmente, la preservación y restauración del patrimonio natural, urbanístico y arquitectónico de la ciudad. Ese es uno de los principios básicos que argumentamos cuando nos presentamos ante la Justicia", agrega.

Aunque llegaron tarde en muchos casos, en otros lograron impedir la desaparición de espacios significativos, como un petit hotel de la calle Montevideo, el teatro Del Picadero y recientemente el hospital Rivadavia. "Las acciones apuntan a la concientización y el perfeccionamiento de las normativas. No estamos en contra de las torres, sino que queremos que el patrimonio sea una variable más de la construcción, como en otras ciudades del mundo donde los grandes desarrollos inmobiliarios no se llevan por delante la historia", explica Juan Vacas, estudiante de Arquitectura y miembro de la organización.

Los beneficios de la ley
¿Una utopía en tiempos de boom inmobiliario? ¿Y los derechos del que vende porque no puede mantener una casa que se viene abajo? ¿Qué responsabilidad le cabe a quien compró y tiene un proyecto aprobado por el Poder Ejecutivo?

El caso del teatro el Picadero es un ejemplo de cómo es posible llegar a un acuerdo sin perjudicar los intereses de las partes. El teatro, en el pasaje Santos Discépolo -por donde pasó el primer tranvía de la ciudad-, fue adquirido por una empresa constructora cuyo plan era levantar un edificio sobre el terreno del teatro, que además está protegido por la ley 14.800, que dice que donde hubo un teatro se debe levantar otro. "Lo que pocos saben es que en la sección 10 del Código de Planeamiento, donde habla de las catalogaciones y los valores patrimoniales, están contemplados una serie de incentivos proteccionistas -dice María del Carmen Arias Usandivaras, abogada-. Una casa catalogada accede a descuentos en las tasas municipales, créditos blandos para refaccionar y tiene un sistema de compensaciones de metros cuadrados por el cual si pensabas construir ahí 8 pisos y ya no podés hacerlo, el Gobierno te da la misma cantidad de metros para construir en cualquier lugar de la ciudad, y hasta podés vender esos metros compensados."

El GCBA había autorizado la construcción de un edifico de altura en el lugar, pero admitió su error tras el recurso de amparo presentado por Basta de Demoler. "Años atrás el mismo gobierno había mandado a pintar un mural en el pasaje en homenaje al primer tranvía y al Picadero, porque ahí tuvo lugar Teatro Abierto, primera manifestación cultural alternativa durante la dictadura militar. Una contradicción que muestra el desconocimiento de algunos funcionarios. Nos sentamos a conversar con el desarrollador, que finalmente aceptó modificar su proyecto. La empresa obtuvo la compensación de metros cuadrados, además decidió hacerse cargo de la administración del teatro. Las autoridades salieron bien paradas y los vecinos recuperaron un espacio significativo para ellos. Es un caso emblemático de cómo se puede llegar a un acuerdo usando los mecanismos legales que existen."

A pulmón, sin subsidios y financiados con el propio bolsillo, el grupo se moviliza ante cualquier aviso de obra colgado en una fachada antigua. Y después de mucho insistir fueron convocados por la Subsecretaría de Patrimonio porteño para colaborar en la próxima catalogación de los edificios con valor patrimonial de la ciudad, una herramienta clave, pues en el contexto actual todo tiene valor hasta que se demuestre lo contrario.

"Es necesario definir qué es patrimonio, qué edificios hay que proteger y qué espacios tienen significación para los vecinos. Por eso es urgente la catalogación -sostiene Marcelo Magadán, arquitecto, master en Restauración de Monumentos, especialista en Gestión de Conservación del Patrimonio Cultural y miembro de Basta de Demoler-. Hay distintas variables para definir la importancia del bien cultural. Hay cosas que tienen valor histórico, otras arquitectónico, artístico, y también valor simbólico, que atañe al significado que tiene para un vecino, determinado edificio o espacio. En lo simbólico se juegan subjetividades, como el caso de Floresta, donde existe un bar que quizá no tiene valor arquitectónico, pero que para los vecinos forma parte de su memoria y su vida cotidiana. Mientras no nos pongamos de acuerdo se siguen perdiendo cosas, y convengamos que ahí no hay vuelta atrás; lo que se pierde, no se vuelve a construir.

Por Marina Gambier
De la Redacción deLA NACION

1 comentario:

f.m. dijo...

Que tal Juan,
Soy miembro de Basta de demoler y te agradecemos la difusión de nuetra tarea. Nos ponemos a disposición para cualquier tipo de datos que podamos intercambiar y hacer de la protección patrimonial un bien latinoamericano.
Saludos.
nuestro blog es: www.basta-de-demoler.blogspot.com
florencia.