domingo, 15 de junio de 2008

Social Democracia: en vías de extinción

¿Está la social democracia en vías de extinción? ¿Es cierto que en Alemania ya se da por acabado a este partido? ¿La Internacional Socialista es un elemento decorativo? Son algunas preguntas que nos hacemos en estos días en referencia a las ideologías. El debate es amplio. En Alemania se da por un hecho que el Partido Social Demócrata se encuentra en vías de extinción. Los hechos que leerán a continuación así lo demostrarían:

Alemania: La socialdemocracia, en vías de extinción
francisco olaso
Berlín, (apro).- A la hora de hablar sobre especies en vías de extinción, los alemanes hablan de dinosaurios o de las 25 mil tipos de plantas y animales que cada año dejan de existir en el planeta. Pero los analistas políticos agregan un nuevo organismo que corre el riesgo de desaparecer: el Partido Socialdemócrata Alemán (SPD), el más antiguo de este país.

El SPD --a cargo del gobierno entre 1998 y 2006 en alianza con los verdes, socio menor en el actual gobierno de la canciller democristiana Angela Merkel--, sufre una pérdida masiva de afiliados y ha tocado su piso histórico en los sondeos de opinión electoral. Su declive tiene para algunos analistas carácter de irreversible.

El tradicional partido, con 145 años de existencia, alcanzó la semana pasada un récord negativo del 20 por ciento en las mediciones de intención de voto, por debajo del 35 por ciento que aún mantienen los conservadores y sólo un 5 por ciento por encima de La Izquierda. Esta fuerza se ha beneficiado del desencanto entre las filas socialdemócratas y amenaza al SPD con arrancarle aún más apoyos. Pero el crecimiento de La Izquierda en los últimos tres años es consecuencia antes que causa del descenso del SPD.

El profesor de Ciencia Política de la Universidad de Göttingen, Franz Walter, define el proceso que vive el tradicional partido con un vocablo categórico: implosión.

“No sólo los votantes toman distancia del SPD. El partido se ha despedido de si mismo ya hace tiempo", señala el politólogo en un editorial aparecido en Spiegel Online.

Gero Neugebauer, profesor de Ciencia Política de la Universidad Libre de Berlín, no está de acuerdo con el uso del concepto físico "implosión", si por él se entiende un derrumbamiento desde adentro.

Neugebauer no es tan pesimista como su colega: "Veo al SPD todavía con vida dentro de 20 años", dice a Apro, "pero creo que su número actual de afiliados se va a reducir a la mitad."

Los motivos

La emancipación social de la clase baja fue durante décadas el objetivo histórico del SPD. Esto le acarreó proscripciones y persecuciones. A la cancillería federal pudo acceder pocas veces. La adversidad hizo crecer entre los socialdemócratas un sentimiento de superioridad moral, la convicción de estar cumpliendo con un mandato histórico. Hoy esta creencia es parte del pasado. Con ella ha desaparecido un elemento constitutivo de la propia identidad.

“Existe una pérdida de identidad que se expresó claramente en el gobierno de Gerhard Schroeder", dice Neugebauer. "Y hay una pérdida de apoyo de la sociedad, debido a que los grandes ámbitos socialdemócratas se han disuelto".

El Partido Socialdemócrata ha perdido además su base de sustentación histórica: la clase trabajadora industrial.

En las décadas de los años 60 y 70, bajo el liderazgo del excanciller Willy Brandt, un gran número de sindicalistas compartía la cúpula partidaria con intelectuales de fuste. Esto también se terminó.

El SPD volvió al triunfo en las elecciones de 1998, conducido por los herederos políticos de Brandt: Gerhard Schroeder y Oskar Lafontaine. Dentro de su lema de campaña, "Innovación y justicia", Schroeder corporizaba lo primero, y Lafontaine, su ministro de economía (y actual líder de La Izquierda), el apego a la tradición social del partido.

Tras cuatro meses de gobierno, Lafontaine renunció a su cargo. "El SPD perdió entonces ese balance entre sus alas izquierda y derecha", sostiene Franz Walter. "La confrontación interna se reduce hoy a disputas de tipo personal."

"El SPD pensó que podía correr el riesgo de apostar a ambas cosas al mismo tiempo", dice Neugebauer. "Pero sólo persiguió la innovación. En ese sentido, se intentó una modernización de la sociedad alemana, siguiendo un concepto por el cual el Estado jugaba un papel más limitado y el mercado uno más grande. Pero no se persiguió la justicia social como un valor de orientación política."

En 2000, el gobierno socialdemócrata-verde sancionó una reforma impositiva que benefició principalmente a los sectores altos. En 2001, cuando el proyecto de gobierno parecía acabado, Schroeder demostró su enorme olfato político. La condena a la guerra de Irak, y el protagonismo durante las inundaciones del río Elba, le alcanzaron para ser reelegido con lo justo en 2002.

En 2003, Schroeder puso en práctica un impopular programa de reformas. Muchos vieron en la llamada "Agenda 2010" la caída del estado social. El gobierno adjudicó a la globalización el aumento de la pobreza o el de la brecha entre ricos y pobres. Buena parte de los votantes socialdemócratas le dio la espalda al partido.

La intención de voto actual del SPD representa la mitad del 40.9 por ciento de los sufragios con que Schroeder ganó en 1998. El partido, que contaba con 940 mil afiliados en 1990, hoy suma apenas 534 mil. La tendencia es declinante. Según una encuesta de principios de junio, publicada por la revista Stern, el 36% de los afiliados socialdemócratas piensa renunciar al partido.

Sin perfil

En la actualidad, el SPD gobierna sólo en cinco de los 16 estados federados alemanes. No ha podido encontrar un líder que posicione a la socialdemocracia frente a sus socios conservadores de la coalición en el gobierno. Ni tampoco frente al crecimiento de La Izquierda, que le reprocha su política neoliberal en tiempos de Schroeder.

La eventual candidatura a canciller en 2009 del actual presidente del partido, Kurt Beck, encuentra innumerables resistencias internas. Se le critica su falta de carisma y una dirección rumbosa. Las chances de Kurt Beck de desbancar de la cancillería federal a Angela Merkel, son hoy prácticamente nulas.

El declive del SPD es observado con preocupación por los conservadores de la Unión Demócrata Cristiana (CDU) y sus socios socialcristianos (CSU) en Baviera. La falta de un supuesto polo contrario los arrastra en la caída. También la CDU pierde afiliados cada día. De los 780 mil que tenía en 1990, hoy suma 532 mil.

El politólogo Franz Walter cree que ambos partidos populares sufren una centrifugación de fuerzas y que su era se acaba inexorablemente. En su opinión, hay una crisis de legitimación de los partidos que conducen los asuntos del Estado. La clientela fija se derrite, la participación electoral es cada vez menor. El motivo es que los partidos ya casi no cumplen con la función histórica que les diera sentido: la mediación entre el Estado y el pueblo. Pierden su objetivo, su sujeto histórico, su arraigo social. Hoy los partidos se limitan, según Walter, a presentar sus candidatos para las elecciones.

"Hoy la pertenencia a un partido político es interesante para aquellos que probablemente pueden obtener ventajas personales en el ámbito de la profesionalización de su trabajo", señala Neugebauer .

En su relación con sus representantes políticos, muchos ciudadanos han pasado del enojo a la indiferencia. Se retraen hacia la vida privada y el mundo del trabajo. Los más comprometidos políticamente participan en movimientos sociales.

La economía social de mercado pierde adherentes entre la población. De acuerdo con una encuesta del Instituto de Demoscopía Allensbach, publicada el pasado 7 de junio, el 38% de los alemanes no tiene una buena opinión del orden socioeconómico imperante, contra un 31% que sí la tienen.

"Tenemos desde hace tiempo una creciente crítica de gran parte de la población hacia el desarrollo económico y social en Alemania", sostiene Neugebauer. "Crece el miedo a la pérdida del trabajo y al derrumbe social hacia la clase media baja o la clase baja. Crece el temor hacia el futuro y decae la confianza en la capacidad de los partidos para resolver los problemas".

La capacidad de los partidos para mejorar la vida de sus votantes se encuentra cada vez más restringida. "Hay todavía distintos sectores, como por ejemplo el vinculado a los servicios, donde la política nacional puede conseguir algo", dice Neugebauer. "Los grandes partidos políticos ya han entregado parte de su poder a las instituciones de la Unión Europea. Pero la gente sigue esperando las soluciones de parte de los gobiernos nacionales".

La dirigencia socialdemócrata, en tanto, permanece sumida en la incertidumbre. "De vez en cuando se meten goles en contra; a mi mismo me ha pasado alguna vez, pero entonces hay que meter varias veces la pelota en la portería contraria", ha dicho Kurt Beck, a tono con la atmósfera futbolística que por estos días despierta la Eurocopa.

Luego, ante el lapidario tenor de las encuestas, el líder del SPD se sinceró: "Ahora sabemos lo que deben haber sentido los que iban a bordo del Titanic". ( Apro, 16 de junio de 2008)

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