La renuncia del congresista Jaime Delgado parece no preocuparle al
gobierno del presidente Humala. Y no es porque el congresista Delgado adolezca
de cualidades profesionales o personales. La misma actitud tuvo el gobierno con
los renunciantes de antes que, como recordarán, primero renunciaron en grupos
de cuatro y seis respectivamente. Con el “sistema político” que tenemos, que
cada vez nos da, en promedio, un
parlamento más deplorable, el número de conformantes de una bancada no es tan
importante como aparenta.
La razón es sencilla. Para el
oficialismo de turno es fácil construir mayorías virtuales. Me explico. Las mayorías
en el Congreso crecen y se achican según las circunstancias. Si el gobierno
quiere sacar adelante una votación, empieza el cabildeo individual, congresista
por congresista, y logra que se apoye el proyecto que en ese momento está
impulsando. Si el gobierno desea que no se instale una comisión o que no se
cuestione a un ministro o que no se investigue a un allegado, pues el cabildeo
individual, uno por uno, también se practica, logrando votos “en nombre de la
gobernabilidad” o “de la confianza” o ausencias poco decorosas construidas
sobre la base de licencias o viajes al exterior muy oportunos.
Es que para el gobierno, en un
país donde no existe un sistema de partidos mucho menos programas o dirigencias
sólidas e intelectualmente consistentes, el trato parlamentario no es con
bancadas, mucho menos con partidos políticos sino con cada uno de los
congresistas. En pocas palabras para el Ejecutivo en el Congreso hay
individualidades y ellas se reducen a un número, el de los votos que necesitan
para determinada circunstancia.
Fujimori, asesorado por
Montesinos, se dio cuenta de esto. Con mayoría parlamentaria, literalmente,
podía hacer lo que venga en gana. Redujo el parlamento a 120 personas para convertirlo
en altamente manipulable. Los
congresistas se reunían en el SIN a recibir instrucciones que luego, sin
proceso de reflexión alguna, llevaban a la práctica en el hemiciclo. Las cosas
no han cambiado mucho en el transcurso de los años. Lo que antes era reunión en
el SIN o bíper hoy es reunión en Palacio o wahtsapp, cambia el instrumento, permanece la costumbre.
Por eso suena gracioso escuchar
al señor presidente hablar de democracia interna o de impulsar una reforma
política. Si realmente la quisiera la habría liderado, desde el primer día de
gobierno, coherentemente con la imagen instalada en la ciudadanía de jurar
invocando a la Constitución de 1979. Pero no. Como muchas otras cosas en el
gobierno de Humala, fue tan sólo un engaño, peor aún un engaña muchachos en el
cual cayeron y siguen cayendo políticos con varios años de oficio. No nos debe
extrañar. La ingenuidad es un atributo de nuestra clase política y no es
exclusiva del actual periodo. Si no lo creen pregúntenselo a Vladimiro
Montesinos.
Juan Sheput
Artículo publicado en diario Exitosa Noticias
1 comentario:
Pero el negociado, conversado, del partido de gobierno con los aliado u opositores se da en todas partes.
Vea House of Cards y verá las movidas, aunque ficticias, de los diputados estadounidenses XD
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