jueves, 19 de junio de 2014

Sabotaje contra la investigación en la Universidad Agraria


La agroexportación se ha convertido en una actividad que, al margen de otros sectores que se encuentran limitados en su crecimiento, está en plena expansión. Las necesidades alimentarias del mundo son amplias y van desde cultivos industriales hasta orgánicos. Las características de nuestro territorio permiten que nos convirtamos en lo que Gastón Acurio llama “país boutique” en cuanto oferta alimentaria y para ello se requiere mejorar semillas, presentación y adecuar al clima las especies nativas o foráneas cuando  sea necesario. Es lo que viene aconteciendo con la quinua la que, gracias a investigaciones de la Universidad Agraria La Molina, ha desarrollado semillas que permiten su cultivo en la costa peruana, algo impensable hasta hace unos años. La quinua, como se sabe, cada vez tiene mayor demanda en el mundo, y es en este momento uno de nuestros productos estrella. La actividad agrícola es pues estratégica para el desarrollo del país (así está calificada en Chile por ejemplo) y requiere de apoyo para su consolidación.
Es por eso que llama la atención el sabotaje que se pretende hacer contra la investigación agrícola por parte de las  mismas autoridades de la Universidad Agraria de La Molina al pretender “concesionar” por 100 años un terreno donde se practica la investigación y desarrollo de especies agrícolas y forestales a una empresa de capitales chilenos para que se construya un centro comercial que compita con el cercano Jockey Plaza. La noticia pasa desapercibida por el poder de los anunciantes pero es un atentado directo contra la consolidación de un sector estratégico como el agrícola. Y es doblemente lamentable porque el rectorado de esta universidad, en lugar de convertirse en un férreo defensor de la investigación y desarrollo,  con el pretexto de captar recursos pretende comercializar un terreno liquidando así las prácticas e investigaciones que hacen alumnos y profesores en la UNALM.
Los comerciantes de siempre dicen que así la universidad captará recursos para comprar otro terreno, en Chincha por ejemplo. Falso. ¿Saben cuánto cuesta ahora una hectárea en esa zona en pleno boom agrícola? Por otro lado lo mismo se dijo cuándo se vendió el aeródromo de Collique, han pasado 8 años y hasta ahora no hay un terreno sustituto, destruyendo otra actividad estratégica como la de aviador civil.
Las universidades no venden ni concesionan sus terrenos dedicados a la investigación. No lo hacen en los amplios terrenos de Stanford en Palo Alto, California ni en los de Bogotá, en donde la Universidad Nacional de Colombia tiene amplísimos terrenos dedicados a la investigación de flores, entre otros, en una ciudad donde el metro cuadrado es mucho más caro que en Lima.
Estas son las mismas autoridades que no quieren cambios en la Ley Universitaria. Ahora se comprende: siguen con el mismo espíritu fenicio, comercial,  muy lejano al espíritu científico que debe primar en la universidad.

Juan Sheput

Artículo publicado en Diario Exitosa Noticias el día 18 de Junio del 2014


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