El caudillo está “desnudo”
En su célebre cuento “El
traje nuevo del emperador”, Hans Christian Andersen nos relata que hubo una
época en que paralizados por el temor de no querer contradecir los deseos del
Rey, cortesanos y súbditos alababan el “traje” que creía llevar el emperador hasta que un niño, pobre en recursos pero rico en dignidad, le gritó que estaba desnudo. El Rey había
creído a ciegas en el engaño de unos adulones e intrigantes quienes lo
convencieron de que podían confeccionar un traje que sólo verían algunos
privilegiados. La actitud del niño movió
conciencias generando comentarios en voz
baja que el Rey, efectivamente iba desnudo, hasta que este último se dio cuenta
que había sido engañado y que era
indudable que no llevaba ni una prenda de vestir sobre él. Fuera de sí y
avergonzado por el escándalo, ordenó se capture a los pícaros. Ya era tarde,
los adulones e intrigantes habían escapado.
Augusto Álvarez Rodrich en un
buen artículo publicado ayer en La República y que inspira esta nota, escribe sobre la
borrachera de poder de algunos de nuestros gobernantes. Señala que esta los
hace incurrir en posturas lamentables o pintorescas, según sea el caso. La falta de humildad y el exceso de orgullo
(Augusto escribe sobre el exceso de hubris o el orgullo que ciega) sería la
causante de estas posturas, vergonzosas de algunos inquilinos del poder.
Me gustaría complementar lo señalado con lo escrito por el gran
intelectual francés Raymond Aron en un
célebre prólogo a la obra de Max Weber “El científico y el político”: el
principal pecado de un político es la soberbia y, practicarla sin límites, lo
lleva al despeñadero.
Eso suele suceder en países sin
instituciones sólidas y estamos atravesando una serie crisis de
institucionalidad es cierto. Pero ocurre con mayor frecuencia cuando los que
tienen que llamar al orden al gobernante o al soberano se inhiben, sea por
temor, adulación, conveniencia o simplemente por falta de
personalidad, permitiendo que tome decisiones o se conduzca de un modo
soberbio, sin límites.
En países como el nuestro no hay tradición en costumbres como la romana Memento Mori que consistía en recordar al oído de los generales, que regresaban victoriosos,
su mortalidad. Lo hacían para evitar que
cayeran en manos de la soberbia. Y no hay tradición porque en los partidos no se ha fomentado la
práctica de una discusión abierta y sincera que enfrente al caudillismo imperante.
¿A quién le corresponde
recordarle a los gobernantes “que son mortales” o que “están desnudos”? si
están en la jefatura de la Nación pues a los ministros de Estado y si están al
frente de sus partidos pues a los dirigentes políticos. ¿Pero qué pasa cuando
ministros y dirigentes compiten en ser simples secretarios? Pues sucede lo que
estamos viviendo, hay una crisis de institucionalidad, predomina el caudillismo
y reina la soberbia. Todo empeora si agregamos a lo mencionado la práctica de
la adulación, tan lamentable en el caso
reciente de alguna ministra, que, a su
lado, convierte a Felpudini en un
personaje contestatario.
Es necesario reconstruir el
sistema de partidos y diseñar estructuras políticas que fomenten la aparición
de cuadros, la promoción de liderazgo y la desaparición del caudillismo. El
país no puede continuar así.
Juan Sheput
1 comentario:
INGENIERO TERMINANDO ALGUNOS TEMAS PERSONALES PENDIENTES QUE ESTÁN SALIENDO FAVORABLEMENTE, NOS ESTÁN FORTIFICANDO Y DANDO PRESTANCIA Y RESPALDO PARA PODER PASAR A UNA SIGUIENTE LUCHA EN OTROS NIVELES EN FAVOR DE NUESTRO PAÍS.
AHORA ES EL PUNTO DE QUIEBRE NO HAY RETROCESO USTED ES UNO DE LOS POQUÍSIMOS DIFERENTES EN LA POLÍTICA PERUANA,
VISIONO QUE RECIÉN USTED EMPIEZA SU PARTIDO DE FÚTBOL POR DARLE UN NOMBRE,Y YA SE NOTAN TIEMPOS NUEVOS Y CAMBIOS EN LOS HOMBRES QUE OSTENTAN DIRIGIR LAS RIENDAS DE NUESTRO PAÍS,
HEMOS LLEGADO AL PUNTO MAS BAJO DE LA DEGRADACIÓN DE LOS CAUDILLOS EN EL PERU, QUE DICHO SEA DE PASO NO SON EJEMPLO DE NADA PARA LAS GENERACIONES QUE YA PIENSAN Y MEDITAN SU VOTO,
LO LOGRARA, UN ABRAZO.
GREGORY.
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