martes, 9 de septiembre de 2014

Narcotráfico y partidos políticos

Terrorismo y narcotráfico
Con el narcotráfico viene sucediendo algo similar a lo que acontecía con el terrorismo: como aún no lo “sentimos cerca” prima la indiferencia sobre los acontecimientos.
Al iniciarse el terrorismo en el país, lo hizo con acciones llamativas e impactantes  pero que no representaban violencia física hacia los ciudadanos. Desde los perros colgados en el centro de Lima, hasta la quema de ánforas fueron junto con las pintas, los eventos que más llamaron la atención. La ausencia de violencia física en sus inicios causó que políticos duchos como el presidente Fernando Belaúnde llamara a los terroristas “abigeos”, llegando inclusive un general de brigada a decir que no era necesaria la intervención de las fuerzas armadas pues “equivaldría a matar un mosquito con una comba”. Pero el terrorismo avanzó y recién cuando llegó con su secuela de muerte y destrucción a Lima, causó nuestro interés y preocupación.
Algo similar sucede con el narcotráfico. Todavía se le ve como algo muy lejano. Su asociación con el lavado de activos y la proliferación de algunos negocios, que en otros países son signos que llaman la atención, aquí hasta se ve con naturalidad. Que en poco menos de dos meses cuatro partidos políticos hayan estado en el centro del escenario por indicios de cercanía al narcotráfico no es preocupante para la mayoría. Que un solitario Jaime Antezana hable de narcobancadas y, con nombre y apellido, indique que algunos congresistas han sido financiados por grupos de narcotraficantes ni siquiera ocupa un espacio importante en las noticias. Que los asesinatos o desapariciones de personas, sin solución y que cada vez son mayores en el interior del país, o que el sicariato sea una modalidad adoptada por los delincuentes locales,  no ha generado la apertura de una brigada especializada para su erradicación y control. Hay mucha indiferencia para el tema, tal y como se ha podido apreciar en los casos en que se ha involucrado a los partidos Gana Perú, Fuerza Perú, Solidaridad Nacional, el Apra y Perú Posible.
Sin embargo deberíamos preocuparnos. De las casas de cambio se pasa a las obras fantasmas y de estas al control de presupuestos públicos descentralizados y de allí al asalto del Estado a través de la política. En el medio están el  estallido de la violencia, las extorsiones y los asesinatos que se vuelven parte de lo cotidiano.
Más allá del aprecio que se puede tener por una persona en particular, los partidos deberían manejar un estándar mínimo en cuanto al narcotráfico: separar a sus militantes si se tienen indicios de cercanía con ellos. Lo contrario, ser comprensivos y permisivos, es una señal de debilidad que será aprovechada por los enemigos del Estado. Las consecuencias en nuestro país serían devastadoras pues, a diferencia de Colombia y México, aquí no tenemos ni partidos sólidos ni instituciones. No sé si aún estamos a tiempo. Lo que sí estoy seguro es que estamos en una peligrosa situación que no debemos subestimar.

Juan Sheput

Artículo publicado hoy en Diario Uno

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