Escándalo Político e
Institucionalidad
Para conocer de cerca la institucionalidad no hay necesidad
de mirar a los países desarrollados ni a otro continente. Basta con mirar al
vecindario. En efecto, en menos de 72 horas, dos países, vecinos nuestros ellos,
han dado ejemplo de comportamiento cívico, de nobleza del régimen democrático e
institucionalidad. Me refiero a Colombia y Chile, que dicho sea de paso son
candidatos a la OCDE (ese club de países con economías desarrolladas) y cuentan
con universidades que están entre las mejores del mundo.
Empecemos con Colombia. Se acaban de producir elecciones al
Senado y la Cámara de Representantes. En el caso del Senado los medios
colombianos han señalado, con cierto orgullo, que la Cámara Alta recupera su
peso político. En efecto, según la revista Semana, haber elegido a los que en
algún momento fueron expresidentes de
la Asamblea Constituyente (Horacio Serpa y Antonio Navarro Wolf), el
expresidente de la República más popular de los últimos años como Álvaro Uribe
Vélez, la exfiscal general de la Nación
Dra. Viviane Morales; los dos hijos, muy populares ambos, del gran caudillo
liberal Luis Carlos Galán, asesinado por el narcotráfico: Carlos Fernando y
Juan Manuel Galán, además de líderes reconocidos regionales y partidarios, le
dan al nuevo Senado elegido el último
domingo un peso específico muy especial. Si bien es cierto el partido del
expresidente Uribe no obtuvo, según sus deseos, una mayoría absoluta, eso no
quita el giro que dará la lucha por el poder en Colombia. En el caso de Álvaro
Uribe no se trata de una mayoría en el Congreso sino de una presencia lo que
brinda un valor a quien ya era un peso
pesado político sin necesidad de un cargo de representación nacional.
Señalan algunos columnistas que los partidos políticos se han
preocupado por llevar en sus listas a gente con reconocido prestigio político,
social o académico. Y en esto nos sacan mucha ventaja pues en nuestro país,
penosamente, para ganar votos los partidos y los caudillos buscan gente popular
y no prestigiosa.
Por otro lado, al Sur, miremos el reciente cambio de mando en
Chile. Una ceremonia pulcra y cívica, muy lejos de los escándalos que suelen
empañar los cambios de gobierno en el Perú. Las señales de institucionalidad
estaban en todas partes, desde la presencia de los expresidentes de Chile (que
contrasta con la sostenida ausencia de los expresidentes peruanos, en especial
el Dr. Alan García, a cuanta ceremonia
oficial se le invite); el gesto del expresidente Piñera de marcharse en una
auto sencillo a su casa (Michelle Bachelet
igual se marchó en su momento al sencillo departamento en donde sigue
viviendo), hasta la presencia de los secretarios generales de las cámaras de
diputados y senadores, equivalentes a nuestro Oficial Mayor del Congreso, que
–a diferencia nuestro- no cambia según
antojo de la nueva mesa directiva, sino que permanece en el tiempo, según sea
un gobierno de la Alianza o de la Concertación.
Chile tiene la fama de tener uno de los senados más sólidos en materia
académica (abundan los senadores con grado de PhD o Maestría) y con amplia
trayectoria política.
Todo esto sucede en los países vecinos en tanto en nuestro
querido Perú el virus del dinero o de la inmadurez ha desatado una epidemia de escándalos en
partidos como el Nacionalista, el PPC , el Apra, Perú Posible y el fujimorismo.
Y a pesar de las evidencias de deterioro permanente de la política, pues cada
vez estamos peor, no hay aún un esfuerzo
serio para hacer una gran reforma antes que sea demasiado tarde.
Ojalá los políticos serios, que los hay, asuman la
responsabilidad de impulsar en la Comisión de Constitución la gran reforma
política que el Perú reclama urgente.
Artículo publicado en Diario 16 el día 12 de marzo del 2014
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