miércoles, 12 de marzo de 2014

Escándalo Político e Institucionalidad



Escándalo Político e Institucionalidad
Para conocer de cerca la institucionalidad no hay necesidad de mirar a los países desarrollados ni a otro continente. Basta con mirar al vecindario. En efecto, en menos de 72 horas, dos países, vecinos nuestros ellos, han dado ejemplo de comportamiento cívico, de nobleza del régimen democrático e institucionalidad. Me refiero a Colombia y Chile, que dicho sea de paso son candidatos a la OCDE (ese club de países con economías desarrolladas) y cuentan con universidades que están entre las mejores del mundo.
Empecemos con Colombia. Se acaban de producir elecciones al Senado y la Cámara de Representantes. En el caso del Senado los medios colombianos han señalado, con cierto orgullo, que la Cámara Alta recupera su peso político. En efecto, según la revista Semana, haber elegido a los que en algún momento fueron   expresidentes de la Asamblea Constituyente (Horacio Serpa y Antonio Navarro Wolf), el expresidente de la República más popular de los últimos años como Álvaro Uribe Vélez,   la exfiscal general de la Nación Dra. Viviane Morales; los dos hijos, muy populares ambos, del gran caudillo liberal Luis Carlos Galán, asesinado por el narcotráfico: Carlos Fernando y Juan Manuel Galán, además de líderes reconocidos regionales y partidarios, le dan al nuevo Senado elegido el  último domingo un peso específico muy especial. Si bien es cierto el partido del expresidente Uribe no obtuvo, según sus deseos, una mayoría absoluta, eso no quita el giro que dará la lucha por el poder en Colombia. En el caso de Álvaro Uribe no se trata de una mayoría en el Congreso sino de una presencia lo que brinda un valor a quien  ya era un peso pesado político sin necesidad de un cargo de representación nacional.
Señalan algunos columnistas que los partidos políticos se han preocupado por llevar en sus listas a gente con reconocido prestigio político, social o académico. Y en esto nos sacan mucha ventaja pues en nuestro país, penosamente, para ganar votos los partidos y los caudillos buscan gente popular y no prestigiosa.
Por otro lado, al Sur, miremos el reciente cambio de mando en Chile. Una ceremonia pulcra y cívica, muy lejos de los escándalos que suelen empañar los cambios de gobierno en el Perú. Las señales de institucionalidad estaban en todas partes, desde la presencia de los expresidentes de Chile (que contrasta con la sostenida ausencia de los expresidentes peruanos, en especial el Dr. Alan García,  a cuanta ceremonia oficial se le invite); el gesto del expresidente Piñera de marcharse en una auto sencillo a su casa (Michelle Bachelet  igual se marchó en su momento al sencillo departamento en donde sigue viviendo), hasta la presencia de los secretarios generales de las cámaras de diputados y senadores, equivalentes a nuestro Oficial Mayor del Congreso, que –a diferencia  nuestro- no cambia según antojo de la nueva mesa directiva, sino que permanece en el tiempo, según sea un gobierno de la Alianza o de la Concertación.  Chile tiene la fama de tener uno de los senados más sólidos en materia académica (abundan los senadores con grado de PhD o Maestría) y con amplia trayectoria política.
Todo esto sucede en los países vecinos en tanto en nuestro querido Perú el virus del dinero o de la inmadurez  ha desatado una epidemia de escándalos en partidos como el Nacionalista, el PPC , el Apra, Perú Posible y el fujimorismo. Y a pesar de las evidencias de deterioro permanente de la política, pues cada vez  estamos peor, no hay aún un esfuerzo serio para hacer una gran reforma antes que sea demasiado tarde.
Ojalá los políticos serios, que los hay, asuman la responsabilidad de impulsar en la Comisión de Constitución la gran reforma política que el  Perú reclama urgente.

Artículo publicado en Diario 16 el día 12 de marzo del 2014

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