Se ha dicho, con inexactitud, que la función de un juez ad-hoc es independiente de la parte que lo designa y, en algunos casos se le ha confundido hasta con la función de un árbitro. No es así. Un juez ad-hoc es designado por una de las partes para persuadir al resto de jueces de las bondades de la posición de quien lo designa. Es decir, según el reglamento de la misma Corte Internacional, el juez ad-hoc Gilbert Guillaume, designado en el año 2008 durante el gobierno de Alan García, no sólo no era peruano, como es obvio, sino que no cumplió el encargo de persuadir a sus pares de la solidez jurídica del Perú sino más bien votó en contra de ella. Lo más lamentable es que de esto ni siquiera se dan cuenta en el Congreso donde los parlamentarios aplauden un fallo que es lesivo a los intereses de la patria. El siguiente es mi artículo publicado en la última edición del semanario "Hildebrandt en sus trece".
Los extraños votos del
Dr. Guillaume
Celebrar como triunfo lo que es una derrota y no reconocerlo, me hace pensar que en el Perú no sólo se ha
perdido por completo el sentido del honor sino que dicha actitud nos condenará
a seguir cometiendo los mismos errores. Una vez más el gobierno de turno y la diplomacia peruana han hecho un papelón que
podrán disimular coyunturalmente, gracias a los amigos que tienen en la gran prensa,
pero que saldrá a la luz, con todas sus miserias, cuando llegue el día de poner
en blanco y negro los sucesos de estos días en la historia del Perú.
Al inicio del segundo gobierno aprista tuve el encargo de mi
partido de representarlo en el Acuerdo Nacional. Allí compartimos, junto a representantes
del Partido Nacionalista, la responsabilidad de exigir al gobierno la necesidad
de elevar cuanto antes la demanda por el
diferendo marítimo con Chile ante la Corte Internacional de Justicia. Uno de
los puntos fundamentales de nuestro petitorio consistía en saber si el gobierno
de Alan García estaba considerando el Punto de la Concordia como el inicio de
nuestra frontera marítima. Teníamos indicios que no iba a ser así lo cual,
aunado a la negativa del gobierno en contestar, incrementaba nuestra
preocupación. Posteriormente, como consecuencia de la presión política y de
algunas fuerzas de la sociedad civil el gobierno finalmente consideró al Punto
Concordia como el núcleo de la demanda peruana. Esa posición nos satisfizo pues
era lo consagrado en el Tratado de 1929
y su desconocimiento era a su vez la columna de la usurpación territorial
chilena.
Días después el Perú presentó la demanda ante La Haya y, en Marzo del 2008, según el reglamento de
la Corte, nuestro país nombró al profesor Gilbert Guillaume, de nacionalidad
francesa, como Juez Ad-Hoc ante el Tribunal Internacional. Chile también hizo
lo suyo, designó al Juez Francisco
Orrego Vicuña, chileno de nacimiento y profesor de la Academia de Derecho
Internacional de La Haya. Optó por un connacional entendiendo que así sus
intereses estarían mejor salvaguardados.
Analizar si las consecuencias de
esta designación fueron buenas o malas, se pueden evaluar a partir de lo
obtenido. No tengo la menor duda que, durante el proceso, el cabildeo chileno
ha sido muy eficaz. Basta con analizar los resultados de las distintas
votaciones, en las cuáles el número de votos que avalan la postura chilena es muy
superior a los que nos dan la razón. Peor aún, ni siquiera el representante del
Perú, Dr. Guillaume, votó por los argumentos de nuestro país como se señala a
continuación.
Recordemos que la columna de nuestra demanda era que la
frontera marítima se inicia en el Punto de la Concordia. Lo menos que podíamos
esperar era que el juez Guillaume defendiera esta posición y la acompañara con
su voto. No fue así. Votó a favor de la hipótesis chilena junto al
representante chileno, Juez Francisco Orrego Vicuña y 14 jueces más. Consagró
así, indefectiblemente, que la frontera marítima entre Perú y Chile se iniciaba
en el Hito No. 1 y se prolonga a través del paralelo. ¡Quién iba a imaginar que
un Juez designado por nuestra Cancillería votaría en contra de los argumentos
del Perú, uno por uno, durante el proceso! Es una situación lamentable que por
lo menos debería despertar nuestros sentimientos de indignación. Todo lo
contrario a la forma como votó el juez de la parte chilena, que sí defendió la
posición de su país, punto por punto, como se muestra a continuación:
-
El
Juez chileno Orrego Vicuña votó en contra del señalamiento que la frontera
marítima se extiende desde el Hito No. 1 hasta la milla 80. Lo hizo porque
reclamaba para su país la totalidad, las
200 millas. El Juez Guillaume, de la parte peruana, votó a favor.
-
El
juez Orrego Vicuña votó en contra de la diagonal que nace en la milla 80. Lo hizo
por lo anterior, que Chile merece las 200 millas y nada menos. El juez
Guillaume vota a favor.
-
El
juez Orrego Vicuña fue el único que votó en contra de la decisión de la Corte
de no pronunciarse sobre el triángulo exterior. Lo hizo porque la posición
chilena es que ese triángulo les pertenecía. El juez Guillaume votó a favor de
esa imprecisión.
Luego de ver la forma como votó nuestro propio agente Gilbert
Guillaume ¿cómo puede decir el
presidente Ollanta Humala que está plenamente satisfecho con los resultados del
fallo? ¿Cómo así los congresistas de la república celebran el veredicto como un triunfo? ¿Cómo así se puede decir que
hemos tenido un desempeño diplomático impecable cuando es todo lo contrario?
Humala celebra que Piñera le prometa una rápida
implementación del fallo. No me sorprendería que en esta oportunidad Chile
cumpla su palabra. Tienen motivos para celebrar: han obtenido un fallo a la medida de sus
intereses.
Juan Sheput
Artículo publicado en el Semanario "Hildebrandt en sus Trece"
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