En nuestro inventario de momentos
vergonzosos hay uno, especial, que registra una conversación entre Vladimiro
Montesinos y Alexander Kouri. En él, la entonces autoridad del Callao le dice
al corrupto asesor una frase contundente: “el negocio está en el peaje”. Era la
justificación para ir adelante en la construcción de una vía rápida de un
kilómetro que sobre la avenida Faucett iba a ser pretexto para cobrar peaje a
todo aquel que quisiera llegar al aeropuerto.
La vía expresa de Faucett
constituye un símbolo de la mayor corrupción. Cuando se inauguró se creó en
paralelo un sistema de hostigamiento, que entre policías, serenos y semáforos
forzaban a los conductores a tener en la vía expresa un paso obligado por el
cual tenían que pagar un sol. Se cumplía con la promesa: el negocio estaba en
el peaje. Y vaya que empezó con buen pie la recaudación, todo a costa de
sufridos transportistas.
Un reportaje presentado en Cuarto
Poder, el último domingo, nos ilustra sobre una nueva forma de asalto a los
conductores. Ya no es a través del peaje. Es por medio de papeletas de
tránsito. Multas que se colocan a mansalva por supuestamente cometer faltas a
las reglas de tránsito. El negocio, una vez más, se encuentra en el Callao,
región capturada por una agrupación política, Chimpún Callao, donde las
acciones incorrectas ya son parte de la rutina.
Con el pretexto de controlar el
tráfico, en el Callao se ha impuesto un absurdo sistema de multas por
infracciones de tránsito. No se educa a los conductores, se les hace arteras
emboscadas, en las cuales se imponen multas a los vehículos por transitar a 63,
65 o 67 kilómetros por hora en zonas que siendo de alta velocidad tiene un
máximo de 60. Se colocan límites absurdos de velocidad como de 55km/hora en
plena carretera en Ventanilla. Cómo es obvio los vehículos caen uno tras otro
pues es imposible ir en procesión en vías llamadas a ser de mayor velocidad.
El motivo de los límites absurdos
de velocidad es que hay un grupo de empresas, tres, que han hecho un gran
negocio con el drama de los conductores. Han recaudado en poco tiempo más de
130 millones de soles por concepto de estas papeletas. Hay toda una cadena de
abastecimiento de la expoliación que sufren los dueños de los vehículos. Usted,
si cae en esta trampa, tiene que pagar la multa, tiene que cancelar el
secuestro de su vehículo y también debe pagar por la grúa que arteramente
levantó su carro rumbo al depósito.
Todo esto se hace a la vista y
paciencia de las autoridades de los gobiernos regional y municipal del Callao,
con la colaboración eficiente del Ministerio del Interior a través de la
Policía Nacional y del Ministerio de Transporte que se hace de la vista gorda.
En el Callao hay presencia del
Estado, en abundancia. Pero de qué vale esta presencia si en el Callao solo
sirve para maltratar, expoliar y arranchar el dinero de los ciudadanos. Con el
pretexto de controlar el tránsito se ha diseñado un negocio que tiene como
objetivo conseguir dinero y de ninguna manera mejorar las condiciones de
circulación de los vehículos. No tengo la menor duda que parte de esos 130
millones de soles capturados a los ciudadanos conforman un gran faenón que
algunos sinvergüenzas deben estar “disfrutando”.
Juan Sheput
Artículo publicado hoy en Diario 16
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