martes, 26 de junio de 2012

La falsa preocupación por el Medio Ambiente



De qué magnitud habrá sido la descomposición ambiental en nuestro país que el Perú ha pasado del puesto 31 al 81 en el reciente  Índice de Desempeño Ambiental  2012 que hace poco ha publicado  la Universidad de Yale.
El Índice de Desempeño Ambiental (EPI por sus siglas en inglés) es uno de los trabajos más serios y profesionales del mundo en materia del medio ambiente. Sus resultados y recomendaciones son motivo para la discusión y debate en los países  con  una mínima institucionalidad y también son fuente para políticas públicas de protección del medio ambiente y la biodiversidad.
En el Perú este indicador pasa desapercibido. No porque no se conozca (sería el colmo de nuestra debacle político-económico-académica que no se conociera), sino porque se evita el dar a conocerlo. Es un informe incómodo para los cortoplacistas, los mercantilistas y los pequeños empresarios que prefieren la gigantesca ganancia antes que el futuro del país.
No dudo de los resultados del EPI 2012. Durante el gobierno del doctor Alan García la política ambiental ha sido nefasta. Concesiones abusivas en la selva, leyes de pesca que lotizan el mar peruano a perpetuidad, deterioro de las fuentes de agua, incremento de la informalidad, desprecio por las energías renovables, aumento de los cultivos industriales, inseguridad alimentaria es parte de la herencia de un gobierno mediocre que trabajó sólo en función de la riqueza inmediata, sin visión de futuro. El continuismo de la misma línea por parte del señor Ollanta Humala nos confirma en la percepción que tiene el mundo sobre nuestro deterioro ambiental.
Es paradójico que durante el gobierno anterior se creara el  Ministerio del Ambiente y en paralelo el Perú descienda 50 posiciones en el Índice de Desempeño Ambiental de la Universidad de Yale. Con excepción de la gestión del Dr. Ricardo Giesecke, el Ministerio del Ambiente en el Perú ha estado a cargo de personas que utilizaron su formación científica o jurídica para justificar los atropellos al medio ambiente, aprovechando del desconocimiento generalizado sobre el tema. Allí están las consecuencias, el Perú se debate en las honduras de la destrucción ambiental.
Hay enormes desafíos de por medio para lograr un desarrollo sostenible. Uno de ellos es la minería. El Perú sufre las consecuencias de la explotación minera, formal e informal. Tanto daño han hecho a nuestras poblaciones los formales en Choropampa, Moquegua y Tacna como los informales en Puno y Madre de Dios. Es hora pues de que se debata qué tipo de desarrollo queremos, o el que apuesta por la explotación de sus recursos naturales o el que se inclina por la vía de conservarlos y hacer de los lugares que los contienen un capital de la humanidad.
El gobierno anuncia la creación de una Comisión para mejorar las normas ambientales. No es necesaria, bastaría con que se cumplan las leyes vigentes o que no se retuerza mediante el reglamento el espíritu legislativo. Aquí se arman reservorios en cabeceras de cuencas, lo que prohíbe la Ley de Aguas y se ignora la consulta a los pueblos, que indica la Ley de Consulta Previa. Así seguiremos construyendo nuestra propia destrucción, acabando con uno de los sistemas ambientales más hermosos y completos del mundo.
Juan Sheput



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