Consumiendo el futuro (*)
No debe llamar la atención que la
gran mayoría de nuestros compatriotas esté satisfecha con los resultados
económicos del actual gobierno. El piloto automático funciona en una sociedad
que no tiene visión de largo plazo. Ese cortoplacismo, que se manifiesta entre
otras cosas en la casi nula vocación por el
ahorro y el excesivo consumismo, es una de las taras que nos ata al
subdesarrollo.
Es por eso, por la satisfacción
cortoplacista, que pienso que este gobierno será igual que el de Alan García,
nulo en reformas. Desaprovechará la
oportunidad que le brinda un crecimiento económico inercial que se viene dando
básicamente porque los precios de los minerales se mantienen altos y no porque se
hayan incrementado los niveles de productividad.
La última reforma notable que se
hizo en el país fue durante el gobierno de Alejandro Toledo. Fue respecto al
régimen conocido como de cédula viva, D.L. 20530, que nivelaba la pensión de
los beneficiarios a los aumentos de los equivalentes activos en el sector
público , el cual se convirtió en una
fuente de corrupción que alcanzó ribetes de escándalo en el primer gobierno de
García. Este D.L. 20530 hacía imposible la mejora de haberes en el sector
público y un buen manejo del gasto corriente. El presidente Alejandro Toledo,
sacrificando popularidad y priorizando la gestión, lo derogó con los
consiguientes beneficios para nuestra economía.
Dudo mucho que el presidente
Humala sacrifique popularidad, alta según las últimas encuestas, en aras de gestión.
Más aún teniendo a su esposa en evidente campaña con fondos públicos. La
inercia económica continuará con el piloto automático que vivimos en la
actualidad y la posibilidad de hacer alguna reforma sustantiva se anulará.
La necesidad de una reforma laboral
es imperiosa. La misma se intentó en el año 2005 y fue saboteada por los mismos
que hoy se muestran complacientes. Igual sucedió con la Ley Marco del Empleo
Público. Saboteada por el aprismo en el mismo año, luego se transformó en el
superficial organismo Servir, pero el país sigue sin un marco legal para el
sector público.
Nuestro modelo de crecimiento
tiene límites y, a diferencia de la China, es muy vulnerable. No se están
haciendo reformas importantes en el sector laboral, tributario, educacional o
infraestructura. Sin una masa laboral formal, el Perú está condenado a que le
explote una bomba de tiempo cuando millones de compatriotas envejezcan sin
derechos a pensión o salud. Y las reformas se hacen en periodo de crecimiento.
El haber acumulado 50,000 millones de dólares en reservas y tener una
legitimidad popular de cerca del 60% llevaría a un estadista a impulsar
reformas, pero vemos que las mismas no están “en agenda” para recordar una
frase favorita del gobierno. Por el contrario, creo que la alta popularidad
inmovilizará al actual gobierno, lo hará preso de la encuesta mensual y se
dedicará al populismo y clientelismo, con el aplauso del empresariado al cual
sólo interesa la ganancia de corto plazo.
Y con esta actitud el gobierno
del presidente Humala seguirá haciendo esfuerzos por parecerse al de Alan
García, con lo cual el actual crecimiento del PBI y los recursos económicos
serán tan valiosos como en su momento fue el guano, el caucho y la harina de
pescado.
Juan Sheput
(*) Artículo publicado hoy en Diario 16
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