miércoles, 2 de febrero de 2011

Vladimiro pide que candidatos levanten su secreto bancario

Imagine por un momento que Vladimiro Montesinos, en un arranque espontáneo, exige a todos los candidatos que en aras de la transparencia, levanten su secreto bancario, ¿usted cree que le harían caso? Vladimiro Montesinos ¿tendría la solidez necesaria para hacer una exigencia de ese tipo?
Salvando las distancias, y con el perdón de la dramatización, lo mismo sucede cuando Keiko Fujimori o Luis Castañeda Lossio exigen que todos los candidatos al sillón de Pizarro pasen por una serie de exámenes, válidos para otro tipo de menesteres, pero inútiles para el manejo de la cosa pública.
Adolfo Hitler era abstemio y vegetariano y sus órdenes llevaron a millones de personas inocentes a la muerte.
Por otro lado en el ámbito local, Alberto Kenya Fujimori es frugal en el comer y el beber, sin embargo no sólo está preso por corrupción y asesinato, sino que durante su mandato el avión presidencial era llamado narcoavión, pues gracias a su conveniente ceguera, toneladas de droga salían del Perú bajo el sello presidencial.
En el caso de Luis Castañeda Lossio, la situación adquiere connotación cómica. Luis Castañeda es señalado como uno de los probables responsables de la utilización de personas humildes, engañadas aprovechándose de su analfabetismo, para cobrar 35 millones para una entidad fantasma, Comunicore. Igualmente no se sabe el destino de millones de soles donados para la rehabilitación de la niñita llamada "la sirenita", y se rodea de un entorno íntimo que se disfrazan de políticos para poder enriquecer su vida. Todo un caso el señor Castañeda.
Por eso no tiene sentido el llamado que hacen, tanto Keiko como Luis Castañeda. Ambos tienen en su trayectoria fracturas éticas y morales, que los descalifica para hacer pedidos de este tipo. Es pura demagogia, hipocresía e histrionismo.

1 comentario:

Nauseapolitica dijo...

Es evidente que ante la falta de propuestas claras, se opta por intentar crear sensacionalismo puro y duro a través de actitudes que poco o nada tienen que hacer con la tarea de consolidar una posición para dirigir los destinos de la Nación.
Como bien lo has señalado, se puede ser de costumbres saludables, pero eso no significa que la actitud o el desarrollo de las actividades en la cosa pública sean impecables.